De un vistazo y muchas aristas Tejiendo la palabra común Tercera escuela de las agroecologías del Sur
Somos Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela. ¡Somos Abya Yala! Somos América Latina, un territorio que vibra en cada rincón, pleno de territorios, cada uno es cada uno. Somos la memoria viva de quienes lucharon antes, la resistencia que nunca se rinde.
En cada paso, llevamos la esperanza, los sueños que iluminan nuestras noches y que,
con cada nuevo amanecer, construyen los caminos que trazamos andando.
Somos un continente en movimiento, tejiendo
el futuro con las manos firmes y el corazón ardiente.
Somos la fuerza individual que se encuentra en lo colectivo, en la unión que nos transforma. Somos el eco de nuestras voces, que se multiplica en cada encuentro,
en cada emoción y pensamiento compartidos.
Somos saberes que se heredan, sabores que despiertan, semillas que germinan,
haceres que transforman, pensares que liberan, sentires que nos conectan.
Somos las canciones que elevan nuestras almas, las danzas que narran nuestras historias,
las ancestralidades que resisten al tiempo.
Somos el latido de lo que habitamos y quienes lo habitamos. Somos la energía que fluye junta en esta escuela de los sures, la unión de lo individual con lo colectivo,
de lo personal con lo comunitario.
Somos diversidad. Somos afrodescendientes del Afrocaribe, de los Afroandes, de la Amazonía, de piel blanca o cobriza y mestizaje, campesinas, campesinos, de pueblos originarios, con tierras comunales o sin tierras. Somos estudiantes, tesistas, hacemos investigación, educación, somos activistas, militantes, producimos,
trabajamos la tierra y defendemos los territorios.
Somos disidencia que existe y resiste. Somos no binaries, mujeres y hombres que transitamos por la ciudad y el campo, en barrios y favelas, poblados, ríos, valles, selvas, montañas, costas, islas, lagos y mares.
Cuando nos juntamos, somos la esencia de un continente diverso,
que late en cada rincón con nuestra tierra.
Somos quienes avivamos el fuego sagrado de los saberes. Somos puentes con cada palabra compartida, con cada experiencia que nos fluye en la mutualidad. No sólo aprendemos. También crecemos al compartir. Porque en esta escuela, cada voz tiene vida y cada palabra construye el camino de la esperanza y la soberanía popular.
Somos palabras tejidas en comunidad, ecos que resuenan y se expanden. Somos voces en movimiento constante, construyendo puentes y abriendo caminos. Aquí, los saberes arden y se multiplican con nuestra presencia que es vida. Tercera Escuela de Agroecologías del Sur.
Necesitamos desarrollar métodos educativos que valoren las experiencias y saberes locales, promuevan la equidad y fomenten el aprendizaje colaborativo. Así, se puede construir una educación más relevante y justa, adaptada a la necesidad local, pues es desde esa fractura que se podrá cambiar el sistema colonial. La espiritualidad permite que antes de empezar cualquier tipo de actividad entremos todas las personas en la misma sintonía. Esto no tiene relación con evangelizar; es más el generar una instancia común donde se pueda compartir, reflexionar, generar alguna conexión con la tierra y/o el grupo con el que se trabajará. Alex Mayne
Visibilizar es ser congruente en la vida diaria, la agroecología es nuestro lugar de enunciación y de trabajo. La chinampa se convirtió en un espacio donde hemos trabajado en recuperar formas colectivas de trabajo para el beneficio comunitario, talleres de agricultura, un espacio de discusión de las distintas problemáticas que atravesamos en la zona chinampera. Destacamos a las personas la importancia de cuidar las diferentes formas de vida de la chinampa. Carlos Muñoz.
Tenemos que emprender un proceso colectivo que involucre educarnos, sensibilizar a otros y trabajar activamente para transformar las estructuras que perpetúan la injusticia. Es fundamental reconocer y apoyar la interseccionalidad de las luchas puesto que las desigualdades no actúan de manera aislada; a menudo se entrelazan y se refuerzan mutuamente. Esto implica adaptar el contenido, los métodos y los objetivos educativos a las necesidades y realidades locales. Construir espacios vivenciales que tensionen las formas productivas de relacionamiento únicas e impulsen interacciones de solidaridad y espiritualidad donde desde el compartir alimentos broten saberes para la vida, emerja la memoria biocultural y se sostenga con la solidaridad mutua, con base en una ética de la vida, formas de convivialidad emancipada en desafío a las estructuras opresoras y con respeto de las diversas identidades de género y experiencias de vida.Constanza Guitiérrez.
Reconocer las desigualdades nos permite ver cómo queremos contrarrestarlas, cómo queremos salir de ahí, cómo buscar una vida digna [...] Sentimos que la educación escolarizada ha desdibujado la posibilidad que tenía como estrategia de reproducción (y movilización) social para muchas familias campesinas e indígenas y/o de entornos urbanos desfavorecidos.
Esto nos demuestra no que el sistema está roto sino que está funcionando de la manera en la que fue diseñado: sacando a la juventud rural de sus territorios con el fin de continuar imponiendo un sistema de pensamiento y acción motivado por el capital sobre ellos y ellas.
Por eso es urgente cambiar y ocupar espacios a través de pedagogías más amorosas y respetuosas de los tiempos y procesos que conecten al ser humano con lo realmente importante.
Por eso nos invitamos a tomar un té de boldo, a recibir la taza calientita con el mismo cariño que lo hacen nuestras infancias, nos invitamos a “la agroecología para que el plato del capitalismo no entre por la boca”.
Porque donde hay rabia también hay mucha esperanza, en el accionar, a pesar de que sean pequeños pasos. Es mantener esa lucecita adentro, para justamente mantenernos juntites, abrigaditos. [...]
La historia de nuestras familias y la forma en que concebimos la vida no tendría sentido sin la naturaleza y el campo. En esa construcción histórica, las actividades agroecológicas están impregnadas de una profunda convicción en la vida campesina y su ética. Donde en cada comunidad y territorio se construyen su propia tecnología bajo la inspiración de su propia identidad cultural, como en la experiencia de siembra y cosecha de agua de la comunidad campesina de San Andrés de Tupicocha, donde lo mágico ritual está siempre presente.
Hoy, la mayor presión la ejercen las explotaciones capitalistas del agronegocio, y también en estrategias disfrazando con “políticas verdes” la perpetuación del actual sistema hegemónico, intentando cooptar a nivel estatal toda solución colectiva de problemas locales quitándole su potencial de transformación. La agroecología es una forma de volver a las lógicas de autonomía y subsistencia que las familias, como las isleñas tenían hace cientos de años y dejaron de tenerlas por la aparición del Estado en el territorio. Daniela Prieto Calderón.
Hemos ido creciendo gracias a las autonomías y soberanías, a los espacios de intercambio de saberes, a compartir nuestra espiritualidad andina, a alimentarnos con nuestros alimentos, a sanar e intercambiar pedagogías en nuestros territorios y eso lo debemos a nuestra agroecología.
Nos juntamos al calor de un café agroecológico desde el sentipensar como forma de conocimiento basado en las experiencias de las personas oprimidas, desafiando las formas impuestas de conocimiento occidental, disputando el entendimiento del significado de la vida, superándolo del frívolo significado que le da la sociedad de consumo. Replanteemos el cómo debemos informarnos, cómo construir comunidad y cómo apoyarnos para no caer en el vacío y soledad.
Hoy de todos los saberes ancestrales se viene despertando la agroecología. Aprovechamos esta condición para levantar la voz y con mucho orgullo de ser indios campesinos que labramos la tierra y cuidamos de ella. Confiamos en que para lograr un cambio en la tierra y transformar este sistema disfuncional hacia un nuevo paradigma donde todas las personas y elementos estén en armonía, hay que generar un cambio interno y una reconexión con el espíritu. Ése es el verdadero frente contra las desigualdades, sentirnos uno con todas las personas y todo lo que nos rodea. Edwin Vicente, Marino Ovidio, Nancy Huaca, Nathaly Montenegro, Tineo Amigo, Wendy Pinillos, Yak Sedano, Yenny Gozme.
Desde la agroecología una de las principales consignas es la de que la tierra es para quien la trabaja. Sin duda resolver el problema de la distribución desigual de la tierra abre un camino de posibilidades para dignificar la vida de las comunidades campesinas y populares, cerrar la brecha campo-ciudad y construir una sociedad más participativa, justa e incluyente. De igual manera es fundamental transversalizar un enfoque de género que permita posicionar el feminismo campesino y popular bajo principios anti patriarcales, anticapitalistas.
Para ello es importante fortalecer los procesos organizativos, las apuestas comunitarias, las experiencias de la economía familiar, las juntanzas populares de las ciudades y todas las expresiones contrahegemónicas que se piensen un presente y futuro alejado de las lógicas convencionales. Este fortalecimiento debe ser integral, es decir no se puede perder la perspectiva de que el hacer debe estar muy nutrido en términos políticos posicionando en los espacios de toma de decisión, la exigibilidad de garantías para el desarrollo agroecológico y el reconocimiento de los derechos de campesinas y campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. A su vez debe integrar transversalmente un componente pedagógico y formativo que surja en el análisis de su propio contexto y de sus necesidades. De igual manera es fundamental transversalizar un enfoque de género que permita posicionar el feminismo campesino y popular bajo principios anti patriarcales, anticapitalistas.
A pesar de los esfuerzos y el quehacer político organizativo que se impulsa desde diversos lugares de enunciación en el territorio colombiano y más específicamente en el municipio de Viotá Cundinamarca, son relevantes los aspectos que obstaculizan el desarrollo de la agroecología como apuesta integral:
* Predominio del agronegocio y la industria agroquímica ya que cuentan de manera arbitraria con los medios de producción en el desarrollo de la monopolización de semillas transgénicas, monocultivos y agroquímicos.
* Existe presión de cumplir la demanda por los mercados internacionales (compitiendo), lo implica que los productores mantengan sistemas convencionales, ya que se ven amenazados por la gran cantidad de importaciones en el país.
* La histórica lucha por la tierra y el afán de los terratenientes de mantener el statu quo.
* Campesinas y campesinos no tenemos tierra o la tenemos de manera insuficiente.
* La influencia de grupos al margen de la ley cuyos intereses de poder y control sobre el territorio vulneran la vida y los derechos de las comunidades.
* La institucionalidad no reconoce el saber y las prácticas culturales e identitarias de las comunidades campesinas. Wendy G.
Ante la desesperación que genera un sistema capitalista al que cada vez es más difícil seguirle el ritmo, la gente del campo termina vendiendo sus tierras para transformar sus vidas y costumbres agricultoras en una vida de trabajo y conformismo que cada vez degrada más su cultura y vitalidad.
La agroecología propone una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza de la que somos parte, invitándonos a una relación más armónica y amable con ella, con estructuras económicas más estables y justas y políticas que empiecen a beneficiar al sector popular.
La llegada de la agroecología a diversos espacios hace que las personas de cualquier sector social modifiquen su visión del mundo y así todes empecemos a dirigirnos por el mismo camino, o uno parecido por lo menos. Con esto quiero decir que las personas que tienen tierras, como las personas que quieren cultivarlas, o los espacios y organizaciones que quieren promover la agroecología empiezan a unificar sus objetivos para y con el mundo. Así, éste podría cambiar hacia uno más armonioso y justo. Tineo Amigo
La forma en que nos atraviesan con desigualdades estructurales es el aislamiento. Se nos ha robado la capacidad de percibir nuestros problemas como posibles luchas. El capitalismo, el colonialismo y el patriarcado han logrado hacernos pensar que estamos haciendo algo mal, que cuando observamos los horrores de nuestro sistema, son problemas que hemos causado —o incluso indicadores de nuestra moral.Mou.
Negar el impacto de las desigualdades estructurales es la mejor estrategia del sistema actual para perpetuarse. Estas desigualdades no sólo nos atraviesan de múltiples formas, sino que también sostienen una realidad que favorece su propia reproducción. Paradójicamente, quienes más sufren las desigualdades suelen ser quienes, por la precariedad de sus vidas, terminan sosteniendo esta pirámide desigual de privilegios. Así, las mismas personas oprimidas, atrapadas en este ciclo, a menudo terminan perpetuando las condiciones que las afectan.
Los niveles de alienación que genera este sistema son tan profundos que desconectan a las personas de la vida y del buen vivir, sobre todo en las clases más vulnerables. Se fomenta la ilusión de una democracia que nos da la falsa sensación de participación, evitando cuestionar el orden estructural. Esta imbricación de desigualdades se intensifica para quienes se alejan de la norma hegemónica.
Por lo tanto, estas desigualdades nos afectan de manera desproporcionada a las mujeres rurales, periféricas, campesinas, indígenas, de clase baja, desescolarizadas o analfabetas, así como a aquellas clasificadas por su edad, donde no se promueve la transmisión generacional. Esto impide el resguardo de la dignidad rebelde y alimenta la rabia frente a la imposición histórica.Estas desigualdades, impuestas de manera estructural y a gran escala, buscan homogenizar para dominar. Por ello, el primer paso nuestro es situarnos, enfocarnos en lo más cercano, en lo que vivimos directamente, como una forma de resistir y avanzar. Situar significa dar voz a lo próximo, conocer y habitar la realidad con todas sus cualidades y características particulares. Solo desde ahí, tejiendo desde la diversidad, podemos avanzar hacia lo colectivo y más amplio.
La crudeza de las desigualdades revela con fuerza la realidad, y junto con el deseo de transformación, surge la necesidad de buscar alternativas dentro de la educación popular. Ésta, a su vez, busca transformar el mundo a través del reconocimiento de su historia, provocando un choque con esa realidad para entenderla. Sólo comprendiendo la realidad podemos abrir paso a la creatividad que permita imaginar y construir nuevas formas de actuar y movilizar. Estas reflexiones nos empujan a trabajar desde lo colectivo, superando el individualismo, identificar problemas comunes, hacer un catastro de aportes y necesidades, considerar el valor del trabajo comunitario y donar tiempo para el bien común, conocer a nuestras vecinas y vecinos a través de las problemáticas compartidas, reconocer y valorar la diferencia, porque avanzar juntas desde la diversidad nos fortalece mucho más que si sólo nos reunimos con quienes se parecen a nosotras. Tiare Alexandra Suazo Torres
Hay una delgada línea entre lo que sé
y lo que quiero aprender
Existen pocos lugares donde no todo sea oscuridad
Existen pocos lugares donde se acepte la inverosimilitud
Existen pocos lugares donde el conocimiento es para todos
Hay una delgada línea entre lo que sé
y lo que quiero aprender
Hay espacios donde se puede hablar
sin ser callado
Hay espacios donde se puede hablar
sin ser criticados
Sin duda hay una delgada línea entre lo que sé
y lo que quiero aprender
Porque entre la ignorancia y el odio a la tierra
Prefiero ser más ignorante que odiar la tierra
Sin duda hay una delgada línea entre lo que sé
y lo que quiero aprender
Porque son esos momentos que te llenan
Porque son esos momentos que te inspiran
Sin duda hay una delgada línea entre lo que sé
y lo que quiero aprender
Y porque son esos momentos
donde puedes romper la línea del quiero y de lo que sé
Geraldine Saori Pérez Cajas