Coronavirus, agronegocios y alimentación
Durante la jornada de ayer la Organización Mundial de la Salud ha declarado al COVID-19 como una pandemia, advirtiendo que la propagación de la enfermedad puede aún causar mucho daño y extenderse rápidamente a más territorios. Aunque se presenten como cuestiones en apariencia desconectadas unas de otras, podría existir una relación estrecha entre las últimas epidemias, como la gripe aviar o la gripe porcina y el agronegocio. Además la escasa producción de alimentos saludables a causa del acaparamiento de tierras para el agronegocio implica una enorme dificultad para mantener una alimentación adecuada que permita adquirir las defensas suficientes para hacer frente a enfermedades.
Según un artículo escrito por Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC, para el Diario La Jornada, de México “el origen de este nuevo virus es zoonótico. Es decir, proviene de animales y luego muta, afectando a humanos. En el caso de Covid-19 y SARS se presume que provino de murciélagos y aunque se culpa al consumo de éstos en mercados asiáticos, en realidad el consumo de animales silvestres en forma tradicional y local no es el problema. El factor fundamental es la destrucción de los hábitats de las especies silvestres y la invasión de éstos por asentamientos urbanos y/o expansión de la agropecuaria industrial, con lo cual se crean situaciones propias para la mutación acelerada de los virus”.
Ribeiro señala que la verdadera fábrica sistemática de nuevos virus es la cría industrial de animales, principalmente aves, cerdos y vacas, además advierte que el uso intensivo de antibióticos en esta industria ha generado una enorme resistencia a los antibióticos incluso en los seres humanos, advertencia realizada por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS). Finalmente, en su análisis, Ribeiro califica como “perverso” el mecanismo del capitalismo de ocultar las verdaderas causas de los problemas para no hacer nada sobre ellas pero sí hacer negocios con la aparente cura de los síntomas “Mientras tanto, los estados gastan enormes recursos públicos en medidas de prevención, contención y tratamiento, que tampoco actúan sobre las causas, por lo que esta forma de enfrentar los problemas se transforma en negocio cautivo para las transnacionales, por ejemplo, con vacunas y medicamentos” concluye.
Por otra parte la mayoría de los médicos han coincidido en que la mejor manera de evitar el contagio de la enfermedad es la higiene permanente de manos y superficies, evitar la aglomeración de personas y mantener altas las defensas del cuerpo; esta última medida sólo es posible con la ingesta de una dieta adecuada, es decir con una alimentación saludable. Paraguay atraviesa, en este sentido, un severo déficit; ya que el uso casi exclusivo de las tierras agrícolas para la producción de commodities de exportación ha arrinconado a la producción de alimentos saludables en espacios marginales de la producción agrícola, según datos reflejados en Con la Soja al Cuello 2019 el país destinaría 93,5% de sus tierras cultivadas a productos del agronegocio y apenas el 6.5% a la producción de alimentos por parte de la Agricultura Campesina.
Esta situación ha derivado en que al rededor de 800 mil paraguayos padezcan de sub nutrición, es decir no consuman suficientes alimentos diariamente, mientras que cerca de 900 mil paraguayos son obesos, es decir su alimentación no es adecuada, debido a la ingesta principalmente de productos ultraprocesados y poco nutritivos. Con estos valores puede notarse la clara dificultad para que los ciudadanos y ciudadanas accedan a una dieta equilibrada que les permita mantener las defensas necesarias para hacer frente a cualquier enfermedad y en este caso particular a la pandemia de COVID-19.