Colombia: El negocio de lo “climáticamente inteligente”
Hay que estar atentos de los nuevos negocios climáticamente inteligentes o la también llamada agricultura de precisión, los cuales esconden intereses desproporcionales de las grandes industrias.
Desde hace muchos años, organizaciones ambientales y sociales de América Latina vienen discutiendo el tema de la denominada “agricultura climáticamente inteligente”.
La FAO, uno de sus promotores, la presenta como la manera en la que supuestamente “reorientan” los sistemas agrícolas. Pero en su argumentación no señala cuáles son las prácticas e impactos que lo “inteligente” traerá a nivel ambiental y/o social, y mucho menos las consecuencias en la alimentación.
Recordamos esto ya que el pasado 16 de marzo trascendió en la opinión pública el hecho de que el Banco Mundial hizo una donación de USD 20 millones para financiar la Iniciativa sobre Paisajes Forestales Sostenibles (ISFL) del Fondo del Biocarbono del propio Banco. Dicha iniciativa tiene como uno de sus pilares el aumentar la productividad agrícola de los agricultores de la Orinoquía y para ello compensará bajo el esquema de Pago por Servicios Ambientales la captura de carbono hasta en 10 millones de toneladas. De allí que el propio presidente Santos señalara que ese tipo de resultados pueden traer al país adicionalmente recursos por USD 50 millones.
Llama la atención que ese tipo de proyectos se desarrollen en una región como la Orinoquía que ha sido denominada por el propio Gobierno como “la última frontera agrícola” y la “gran despensa de alimentos”, explicando en parte el arribo de grandes inversiones de empresas nacionales y extranjeras que han estado vinculadas a la postre con escándalos de acumulación de baldíos y acaparamiento de tierras y que afortunadamente conocimos gracias a distintos estudios de caso y debates de control político desde el año 2010.
La ISFL está a cargo del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural en coordinación con el Ministerio de Ambiente, en convenio con la ONG Visión Amazonía y se sabe que también se desarrollará en otros tres países: Indonesia, Etiopía y Zambia.
Pero lo que realmente resulta sorprendente es que dentro de las acciones en las que se dispondrán los fondos donados se encuentra: proporcionar asistencia técnica a negocios de aceite de palma, ganadería y silvicultura. Como si ya no fueran suficientes todos los incentivos, subsidios, exenciones y gran latifundio que ocupan -sobre todos las dos primeras-.
De nuevo bajo el paraguas de las Alianzas Público Privadas (APP), se justifica la manera como el Estado ha sostenido al sector privado, ejemplos mil, pero para efecto de esta columna sólo quisiera traer uno, precisamente porque también se desarrolló en esta importante región de la Orinoquía.
Se trata de la APP promovida en su momento por Vargas Lleras en su condición de Vicepresidente de la República cuando anunció la construcción de la vía Puerto Gaitán - Puerto Carreño, en donde empresarios chinos se encargarían de ese proyecto, eso sí con la contraprestación de que les dieran 180 mil hectáreas de tierras por 30 años.
Así las cosas, hay que estar atentos de los nuevos negocios climáticamente inteligentes o la también llamada agricultura de precisión, los cuales esconden intereses desproporcionales de las grandes industrias que para nada buscan responder a las necesidades de campesinos y mujeres rurales que por décadas nos han provisto de alimentos. Todo lo contrario, bajo la idea del cambio climático justifican la utilización de paquetes tecnológicos, uso intensivo de fertilizantes y semillas genéticamente modificadas, como sí precisamente en su fabricación y utilización estas no generaran emisiones de carbono.
Por Paula Alvarez Roa - Politóloga, Investigadora De Temas Ambientales Y Rurales
7 de abril, 2018
Fuente: La silla vacía