Colombia-México: Tierra, paramilitarismo y acumulación
"La acumulación del capital en Colombia -como mínimo en los últimos 25 años- ha mantenido un cordón umbilical con el paramilitarismo, lo que se refleja de manera traumática en los mayores índices de concentración de la tierra del continente. En consecuencia se debe afirmar la necesidad de eliminar el nexo Estado-paramilitarismo, así como de reducir drásticamente la concentración rural."
Por Felipe Tascón Recio / 7 de noviembre de 2015
En marzo de este año en un taller académico en México [1] un personaje que transita por la izquierda colombiana manifestaba sorpresa al descubrir que el paramilitarismo, más allá del objetivo visible de genocidio político, abarca una meta económica de despojo rural. Es probable que este personaje trascendiera desde sus discursos hasta El Capital, su sorpresa devendría certeza porque el despojo paramilitar viene a ser acumulación originaria del capital, en el filo entre el siglo XX y el XXI.
Vale recordar la comparación entre uno de los ejemplos del capítulo XXIV del primer tomo de El Capital y la realidad rural colombiana de ese cambio de siglos. Hablo de un par de artículos del 2001 titulados “Acumulación Originaria Reeditada”- [2], donde señalaba la función de despojo del paramilitarismo, a través de la coincidencia entre el ejemplo clásico de las “limpias” para crías de ovejas de la condesa de Sutherland quien, ayudada por el Ejército Británico, despojó a sangre y fuego a familias campesinas escocesas en la 2ª década del siglo XIX; comparándolo con los desplazamientos generados por los ejércitos paralelos al mando de los Castaño que supuestamente buscaban el uso eficiente de las tierras en la Colombia del cambio de milenio, aunque ahora para la cría de vacas [3].
Ante la ausencia de datos oficiales consolidados trabajábamos con las cifras del profesor Rigoberto Quintero, quien calculaba un índice de Gini de concentración de la propiedad rural del 0,84. Años después el PNUD llegó a la misma cifra, que devino la oficial. Sin embargo cuando hace tres meses se divulgaron los resultados del primer censo nacional agropecuario en medio siglo, este indicador apareció bordeando el 0,90, mostrando a la Colombia rural en el podio de la desigualdad mundial. Así dentro de un territorio no urbano de 1130000 mil km2, los predios mayores a 500 ha corresponden al 0,4% de su número y concentran el 41,1% del área; mientras en contraste el 69,9% de los predios, son menores de 5 ha y concentran solo el 4,8% del área rural del país [4]. Lo que evidencia al paramilitarismo como factor -hasta ahora continuo- de una reedición de la acumulación originaria del capital.
El economista ecuatoriano Pedro Páez -entre otros- cuestiona la justeza del verbo en esta categoría, porque al hablar de “originaria” se podría entender limitada a la génesis del capital, en esa línea podríamos imaginar un big bang que origina la acumulación entendida como primitiva, de donde toda acumulación posterior sería ordinaria. Por eso Páez propone usar el gerundio, es decir llamar la categoría “acumulación originante del capital” [5], para evidenciarla no limitada a los orígenes, sino abarcando también la originada en el despojo de formas no capitalistas que coexisten con el capital: verbigracia empresas de servicios públicos estatales sujetas a privatización en todo el mundo; o la aniquilación de nuestra economía campesina, primera causa de la guerra. Páez considera que aunque Marx esboza la categoría con continuidad en el tiempo, no llega a categorizarla- [6].
Podríamos coincidir con aquello del esbozo si tomamos sin contexto una cita del capítulo en cuestión la conocida frase “El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza” [7]. La que hay que interpretar, no sólo en referencia a lo previo, sino considerando que no sólo vino al mundo sino que se mantiene en este a punta de violencia y basura. Para entender que Marx no era ajeno a la necesidad de ampliación temporal de la categoría vale la cita de Dunning, que acompaña como pie de página la frase anterior, donde dice: “El capital huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a la ausencia de ganancia, o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia el capital se envalentona. Asegúrele un 10% y acudirá a donde sea; un 20%, y se sentirá ya animado; con un 50%, positivamente temerario; al 100%, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300%, y no hay crimen al que no se arriesgue aunque arrastre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen ganancia allí estará el capital encizañándolas. Prueba de ello: el contrabando y la trata de esclavos” [8]. Es decir que sin importar la época el régimen del capital podrá ensangrentarse o enlodarse para aumentar ganancias, o para incorporar sectores ajenos a su coto de caza.
Una de las varias hipótesis de explicación para la nota “en desarrollo”, que Humberto De la Calle le agregó a la firma del acuerdo del 23 de septiembre en La Habana, la tendríamos con una lectura en reversa del párrafo de Dunning: así, a la hora de apropiarse tierras campesinas de reciente o vieja colonización, el capital nunca dudo en “encizañar” la guerra, financiando paramilitares; a la hora de pasar la página con la Jurisdicción Especial para la Paz, el capital deviene “tímido y huye del tumulto”, presiona al gobierno y a sus negociadores, mientras alega que llevar a un tribunal a cualquier empresario ganadero, bananero, palmero, carbonero o azucarero daña la economía del país porque se caerían las acciones en la bolsa. Esquizofrenia económica donde su beneficio capitalista se confunde con el beneficio país. Esquizofrenia que va más allá al pretender entronizar como verdad goebbeliana en el post-acuerdo la similitud entre eficiencia y gran tamaño de los predios. No sólo eluden culpas en la sangre y el lodo de la gestación paramilitar del capital, sino que pretenden conseguir lo mismo: la aniquilación de la economía campesina en época de paz, ahora parapetados en una supuesta eficiencia económica.
En el mes de octubre el Consejo Gremial Nacional, en el documento “Reflexiones sobre el proceso de negociación con las FARC”, condicionó su apoyo a la paz a que se parta de la asimetría en favor del Gobierno y a la no negociación del modelo de desarrollo. En el punto rural declaran inaceptables “políticas excluyentes entre pequeños, medianos o grandes productores”, recomendando en cambio consolidar “una clase empresarial en sus diferentes tamaños”, acto seguido invocan “la legítima defensa de los propietarios legales de la tierra” y plantean que se debe “evitar una mayor segregación y aislamiento en zonas de reserva campesina” [9]. El sociólogo Alfredo Molano les contestó el siguiente domingo escribiendo que para los gremios: “El acuerdo debe partir del respeto a la propiedad privada de los empresarios, pero no el de los campesinos, ellos son expropiables para ser convertidos en empresaritos que trabajen para la ‘consolidación de la clase empresarial’”, y puntualiza: “Los empresarios no pueden concebir que haya un mundo distinto al que ellos explotan y del que se benefician. Nada de Reservas Campesinas” [10].
El documento gremial coincide con uno del Centro Democrático -del 30 de marzo pasado- titulado “Diálogos de paz sin afectar la institucionalidad democrática” donde dispara contra todos los ítems del diálogo, en especial los agrarios. En el primer bloque de “preocupaciones centrales” habla de riesgos para las inversiones privadas, sobre todo del agro, porque según el partido de Uribe, “se ha terminado negociando el desarrollo rural del país” con “una exagerada participación comunitaria” que “excluye el fortalecimiento de la mediana, la gran producción agropecuaria y atenta contra la confianza para atraer tecnología extranjera de punta”. Termina oponiéndose a las Zonas de Reserva Campesina -ZRC- por su carácter de “territorios inembargables e imprescriptibles” [11]
No sobra recordar que estas ZRC, después de creadas por la Ley 160 de 1994, fueron apoyadas en 1998 por el Banco Mundial para luego ser bloqueadas durante los ocho años del gobierno Uribe. Áreas geográficas que se reservan en exclusiva a la economía campesina son una vía para estabilizar las pequeñas propiedades rurales, resaltando que dentro de lo acordado en La Habana, se retoma el fomento de las existentes y de las potenciales, apoyándolas con inversiones de desarrollo social. Por eso las Zonas se constituyen en piedra en el zapato para el ex-presidente y sus congéneres latifundistas, la molestia es por no quedar sujetas a embargos ni prescripciones, es decir que ahí las familias campesinas no serían sujeto del despojo periódico que les han aplicado los geófagos de nuestra historia o, dicho en otros términos, porque las Zonas quedan vacunadas contra la concentración de la tierra. Además de cumplirse lo acordado, el campesinado asociado o en cooperativas quedaría dotado y financiado, es decir con posibilidad plena de competitividad productiva. Uribe y su clase social resienten la Reserva Campesina como un ataque directo porque al funcionar pondrán en evidencia la ineficiencia del latifundio cuya fuente primigenia de beneficio siempre ha sido el despojo mismo. Se oponen a las Zonas porque los acuerdos sientan las bases para imposibilitar –en lo rural- la acumulación originaria reeditada u originante del capital.
¿Cuál es la causa de la sinergia citada entre capitalistas y terratenientes? Una respuesta fácil sería que de los 21 miembros del consejo gremial, 5 representan a grandes propietarios rurales. Es posible encontrar una respuesta de más peso en un capitulo olvidado de la obra de Marx, cuya virtud o karma es no haber sido resumido por Nikitin, pero que por fortuna fue rescatado -en 1993- por el antropólogo venezolano Fernando Coronil. Se trata del capítulo XLVIII del tomo 3 de El Capital, titulado La Formula Trinitaria que inicia diciendo: “Capital-ganancia (beneficio del empresario más interés), tierra-renta del suelo, trabajo-salario: he aquí la fórmula trinitaria que engloba todos los secretos del proceso social de producción” [12]. Trinidad que modifica la contradicción fundamental del capitalismo, conocida como el tándem capital/trabajo, mientras ahora tendríamos una mesa de 3 patas, al incorporar la tierra.
Al tratarse de un capítulo que Engels armó desde notas parciales, ilegibles, repetidas, traslapadas y perdidas, aparece un escrito inacabado o preliminar. Pero que redondea lo dicho en el XXIV del tomo 1 de cómo la exclusión del trabajador de la tierra es condición necesaria para la aparición del trabajo asalariado y la plusvalía. En el resto de El Capital esta característica -corremos el riesgo- de verla como algo colateral, mientras en La Formula Trinitaria la tierra queda en igual nivel, su apropiación privada y es requisito de existencia del capital. ¿Qué implica tal nivelación? en palabras de Marx adquiere peso “no sólo porque la gran propiedad de la tierra constituye una premisa y una condición de la producción capitalista, al serlo de la expropiación del obrero de las condiciones de trabajo sino especialmente porque aparece como personificación de una de las condiciones más esenciales de la producción”, por esto Marx puntualiza: “la tierra para el terrateniente un imán perenne para atraer una parte de la plusvalía chupada por el capital” [13].
Para Coronil vale recuperar este aporte de Marx porque permite “reubicar a los actores sociales directamente asociados con sus poderes” y esto en el caso del suelo significa no reducirlos a feudales pre-capitalistas, sino ubicarles el rol de factor clave del engranaje del sistema del capital. Además, al incorporar la naturaleza, se enfoca “la relación constitutiva entre el capitalismo y el colonialismo”, lo que “ayuda además a conceptualizar la división internacional del trabajo como una división simultánea de la naturaleza”, esto porque Coronil hace la lectura desde el prisma del extractivismo colonial. Pero para el venezolano el aporte central sería que al pasar de un análisis binario a uno trinitario “entre el trabajo, el capital, y la tierra, ubica el desarrollo del capitalismo dentro de condiciones evidentemente globales desde el inicio” [14].
La implicación para el análisis en Colombia es impedirnos olvidar que, a pesar de sus diferencias, empresarios y latifundistas, transnacionales o locales, son caras de la misma moneda. Por eso vale citar a dos integrantes de la Comisión Histórica del Conflicto, Javier Giraldo y Maria Emma Wills.
Para el jesuita Giraldo, durante los gobiernos Uribe, 6 millones de colombianos ejercían como informantes. Tales redes serían estratégicas para normalizar al paramilitarismo y Giraldo las califica como “estructuras gigantescas de civiles integrados ‘legalmente´ a la guerra”, que “han continuado manteniendo y fortaleciendo la zona gris de total ambigüedad en que lo civil y lo militar se confunden para que las dimensiones más perversas de la guerra se continúen amparando en esos camuflajes sin problema” [15]. Una herramienta que permite que, pagados con recursos del Estado, proletarios y campesinos le cuiden la ganancia y la renta a capitalistas y latifundistas.
En entrevista de abril del 2014 al Excélsior de México Uribe reconoció en parte tal cifra afirmando que las “redes de apoyo ciudadanas a las fuerzas de seguridad… sumaron 4 millones 600 mil colombianos, cuyas principales armas fueron sus celulares y la información que generaban” [16]. Dado que esta cifra no se limita a población rural, entonces de sus servicios se beneficiaban tanto latifundistas, como empresarios. Un dato extra: el modelo de red de informantes fue la recomendación más repetida en las conferencias del expresidente en todo Latinoamérica entre 2010 y 2014.
De acuerdo con la politóloga Wills en los mandatos de Uribe se intentó imponer en toda Colombia la estrategia de “reconquista” del Urabá, adelantada entre 1995 y 1997, siendo Uribe gobernador de Antioquía. Así en palabras de Wills aquella campaña “fue impulsada por militares y políticos regionales que coordinaron a grupos paramilitares y que sumaron luego a empresarios regionales para impulsar una re-ingeniería social, territorial y política que venía de la mano con la extensión de un modelo de desarrollo agro-exportador” [17]. Esto lo corroboraran dos jefes paras.
Sobre el nexo con los militares expresado por Wills, Salvatore Mancuso en su declaración judicial de 2011 desde Estados Unidos lo corrobora: “La coordinación para la llegada de las autodefensas a los Llanos se hizo con el general Del Río y con Lino Sánchez, comandante de la Brigada II del Ejército <…> Para la conformación y el crecimiento hubo una reunión entre Carlos Castaño y algunas personas en el Estado para conformar frentes de AUC, para fortalecer los que ya existían <…> Las AUC nacen de una alianza con el Estado en 1995 <…> Pedro Juan Moreno se reunió conmigo y con Carlos Castaño para que creáramos las Convivir en Urabá. Fueron 12 que se crearon allá” [18].
En entrevista desde la cárcel Pablo Sierra, un paramilitar menos conocido, primero nos informa sus credenciales: “Yo dormía en la casa donde duerme Uribe cuando va a Salgar y montaba en el caballo que monta Uribe cuando va a Salgar”. Entrada idónea para corroborar el nexo del modelo paramilitar, con empresarios locales: “¿quiénes son los fundadores, los primeros que financiaron y apoyaron y acolitaron y hablaron con la población, con la misma fuerza pública?, porque así es que se organizan estos grupos, porque tengo la experiencia”. Como ejemplo de esto enumera a los grandes propietarios de San Roque Antioquia, encabezados por Santiago Uribe el hermano del expresidente, afirmando que fueron quienes “propiciaron que este grupo iniciara” [19].
Se puede afirmar que la acumulación del capital en Colombia -como mínimo en los últimos 25 años- ha mantenido un cordón umbilical con el paramilitarismo, lo que se refleja de manera traumática en los mayores índices de concentración de la tierra del continente. En consecuencia se debe afirmar la necesidad de eliminar el nexo Estado-paramilitarismo, así como de reducir drásticamente la concentración rural, so pena que de no hacerse ambas cosas, a pesar de firmar todos los acuerdos posibles, el conflicto rebrotaría de manera violenta y armada en cualquier lugar del territorio nacional. Concluyo que el corte de raíz del modelo irregular de contrainsurgencia y la desconcentración de la propiedad rural son las condiciones necesarias e imprescindibles para consolidar la paz.
Ponencia presentada en el Panel sobre Crítica de la Economía Política, en el 2° Seminario El Capital 150 Años, Universidad Nacional de Colombia, 5 Noviembre 2015.
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Notas
[1] UNAM (2015): “Colombia-México. Paramilitarismo y despojo territorial”, 05/03/2015, disponible aquí [Acceso 29/06/2015].
[2] Voz, 09/05/2001, Pág. 9. + Voz, 16/05/2001, Pág. 9.
[3] Ibíd.
[4] Censo Nacional Agropecuario 2014, Avance de resultados - agosto 11 del 2015, ”, disponible aquí [Acceso 02/11/15
[5] Páez, Pedro (2012): Macroeconomía Latinoamericana, PROSPAL - ARCIS, 11/01/2012, Chile.
[6] Ibíd.
[7] Marx, Karl (1973): “El Capital”, La Habana, Ciencias Sociales. Tomo I, pág. 697
[8] Ibíd.
[9] Consejo Gremial Nacional (2015): “Reflexiones del Consejo Gremial sobre el proceso de negociación con las FARC en la Habana” disponible aquí, [Acceso 31/10/15
[10] Molano, Alfredo (2015): “Marcos y Dianas”, El Espectador, Bogotá, 31/10/2015, Pág. 39
[11] Centro Democrático, 2015: “Diálogos de paz sin afectar la institucionalidad democrática”, disponible aquí [Acceso 30/03/15
[12] Marx, óp. cit., Tomo 3, pág. 821
[13] Ibíd., pág. 828
[14] Coronil, Fernando (1993): “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentrismo al globocentrismo”, en Lander, Edgardo (compilador): “La colonialidad del saber”, CLACSO, Buenos Aires, pág. 90
[15] Giraldo, Javier (2014): “Aportes sobre el origen del conflicto armado en Colombia, su persistencia y sus impactos”, Pág. 39, disponible aquí, [Acceso 27/07/15
[16] Excélsior (2014): “Las autodefensas pueden terminar en criminalidad”, 10/04/14, disponible aquí, [Acceso 10/04/15
[17] Comisión Histórica del Conflicto (2015): “Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, pág. 797
[18] El Tiempo (2011): “Mancuso dice que coordinó con Rito Alejo llegada de AUC a los llanos”, 05/12/2011 disponible aquí, [Acceso 20/05/15
[19] TELESUR (2013): “Uribe es un hombre activo en el paramilitarismo”. 29/08/2013, disponible aquí. min. 27:42
Fuente: Prensa Rural