Celebrando el poder de las ideas: tributo a Murray Bookchin
En celebración del centenario del nacimiento de Murray Bookchin, varios de sus antiguos amigos, estudiantes y compañeros de viaje se unen a su hija Debbie para honrar su memoria y reflexionar sobre su legado revolucionario.
En los años antes de su muerte, mi padre escribió una serie de libros titultados La tercera revolución. En ellos, analizó momentos revolucionarios y transformadores en la historia, comenzando por los levantamientos de finales del Medievo y las Guerras Campesinas Alemanas del siglo XVI, y terminando, cuatro volúmenes después, en la Guerra Civil Española. Estudiar esta historia revolucionaria dio consuelo a mi padre; le devolvió a un tiempo en el que los ideales revolucionarios animaban la vida cotidiana, donde los gritos utópicos vivían en los labios de la gente común.
También le dio inmensa esperanza, bien ejemplificada por su decisión de dedicar cada uno de los cuatro volúmenes de La tercera revolución a su joven nieta. Claro, la amaba locamente como individuo, uno con el que sentía compartir muchos de sus tempranos talentos como música, artista y, sobre todo, escritora. Pero su dedicatoria también indicaba su creencia en la promesa de una nueva generación, una que pudiera tomar la bandera en la lucha por una sociedad más racional. Una bandera que había perdido su brillo en las décadas antes de su muerte, cuando la izquierda tenía problemas para combatir el neoliberalismo, autoritarismo y destrucción ecológica generalizada.
De muchas maneras, mi padre estaba adelantado a su tiempo. A menudo se ridiculizaba o rechazaba sus ideas durante su vida —su creencia de que el cambio climático se convertiría en una seria amenaza para nuestra supervivencia tomada a risa como alarmista por The New York Times en los 60; sus ruegos a la izquierda en los años siguientes para invertir en el duro y poco glamuroso trabajo de construir una red organizada de asambleas democráticas locales a menudo ignorado a favor de la insurrección callejera.
Pero durante su vida mi padre siguió siendo optimista. Se negó a abandonar la esperanza de que estas ideas, sus ideas —asumidas desde siete décadas de consideración sobre qué tipo de sociedad maximizaría el potencial humano para la creatividad, imaginación y armonía con el mundo natural— imbuirían un día a la gente en el futuro con el mismo celo transformador que había descubierto en el pasado revolucionario.
En uno de sus primeros ensayos, Desire and Need (Deseo y necesidad), mi padre escribió: “una buena idea puede escapar de las manos de su creador y seguir su propia dialéctica”. Aunque esto originariamente tenía la intención de ser un comentario crítico sobre los artistas que no son conscientes de su propio arte, me parece que hoy estas palabras pueden verse bajo una luz nueva y positiva. Nos recuerdan que las ideas tienen potencialidad ilimitada; que la semilla de una idea puede expandirse mucho más allá de lo que el pensador original puede haber pensado, alcanzando todo el planeta para tocar pueblos y mentes previamente inimaginables; a su vez transformándose por esa gente, logrando en última instancia una riqueza trascendente, belleza y materialización que pueden exceder y superar los más salvajes sueños del autor.
Sería del máximo gozo de mi padre saber que, cien años tras su nacimiento y casi 15 años después de su muerte, la esperanza que situó en el futuro estaba bien fundada; que incluso entre una intensa agitación global y la creciente amenaza de un holocausto ecológico, aspectos de su visión de una sociedad racional han sido asumidos en todo el mundo, sirviendo como un modelo para cualquiera que busque comprometerse con ellos.
Muchas de las voces en estos tributos reflejan individuos que han sido influidos por mi padre, desde municipalistas de Ciudades Sin Miedo (fearless cities) a activistas antiglobalización —que absorbieron sus ideas y las agrandaron para adecuarlas a sus contextos sociales, construyendo nuevas y emancipatorias formas de ser. En concreto, sé que mi padre habría estado profundamente conmovido por el coraje y la dedicación que se ha plasmado en el proyecto kurdo de confederalismo democrático en Rojava, y considero una tragedia personal que muriera antes de haber tenido la oportunidad de ver ese triunfo de autodeterminación feminista e igualitaria que el pueblo kurdo ha logrado.
Para mí, el imperecedero legado de mi padre es la mentalidad dialéctica que llevó a los problemas sociales: el ímpetu de ver la naturaleza y la sociedad en proceso, nunca inmóviles; evaluando siempre las cosas no sólo por lo que son sino por el potencial que tienen. En el cien aniversario de su nacimiento, habría querido que celebráramos el poder de las ideas para rehacer el mundo; para nunca desesperar; para seguir educándonos, a nuestros hermanos y hermanas, vecinos y amigos; y para llevar adelante su legado, sobre todo, poniendo nuestras ideas en práctica.
Debbie Bookchin
Durante los años, Murray Bookchin ha dedicado sus notables talentos y energía a muchos campos diferentes: historia, tecnología, organización social, la búsqueda de la justicia y libertad y mucho más. En todos los casos, ha traído iluminación y perspectiva, ideas originales y provocadoras y visión inspiradora. Con apreciación por muchos años de ilustración e inspiración.
Noam Chomsky
La obra de Bookchin evoca el grito de la humanidad para salir de la jaula de hierro. Reveló una verdad extraordinaria, en la que mostró la relación orgánica entre los problemas ecológicos y sociales
El Estado y el poder han producido muchos problemas, dejando un estado de crisis estructural en el sistema mundial. La modernidad capitalista ha declarado la guerra contra la sociedad con sus cuatro armas: nacionalismo, religionismo, sexismo y cientificismo. Mediante estas ideologías, la modernidad capitalista ha encarcelado a la humanidad en una jaula de hierro.
Para confrontar estas crisis, el filósofo y pensador Murray Bookchin propuso rigurosos análisis del poder y el Estado. Desarrolló alternativas avanzadas, abriendo así nuevos horizontes para nosotros en vista del caos y las crisis que estamos encontrando. Estos análisis se expresaron muy bien en sus libros La ecología de la libertad, La urbanización de las ciudades y Hacia una sociedad ecológica. El último, de hecho, era un manifiesto para el siglo XX.
La obra de Bookchin evoca el grito de la humanidad para salir de la jaula de hierro. Reveló una verdad extraordinaria, en la que mostró la relación orgánica entre los problemas ecológicos y sociales. La principal diferencia entre Bookchin y otros pensadores es que no sólo expresó críticas contra el sistema capitalista sino que también propuso alternativas para ir más allá de él. Por ejemplo, su modelo de “sociedad ecológica”, que se basa en la liberación de la dominación por los humanos y la naturaleza, y la idea de democracia directa que descansa en confederaciones locales, son logros importantes y valiosos.
Lo que Bookchin propuso tuvo un gran impacto sobre los revolucionarios kurdos, que están trabajando para conseguir la libertad, la igualdad y la justicia para su pueblo y el resto de nuestra sociedad global. Las ideas de Bookchin fueron una importante fuente de inspiración para que construyéramos un modelo de autoadministración democrática en Rojava y Noreste de Siria. Construimos comunas y consejos locales, un sistema de copresidencia entre mujeres y hombres, y posibilitamos la participación de todos los componentes étnicos, religiosos e ideológicos en la administración regional. Hemos trabajado para desarrollar el poder democrático en lugar del sistema estatal mientras, a la vez, asegurar que nuestra política es social y ecológicamente consciente. Todos estos pasos revolucionarios se han conseguido. A nosotros, como la revolución de las mujeres y un diverso abanico de pueblos, nos inspiran los valores humanistas, y consideramos las ideas y filosofía de Murray Bookchin como parte de estos grandes valores que serán inmortales en la conciencia de la humanidad.
Fawza Al-Youssef
Miembro del consejo de dirección del Partido de la Unión Democrática (PYD) en Rojava, arquitecta del Contrato Social que gobierna la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria y autora del libro Por qué jineología.
Muchos activistas del Movimiento por la Libertad Kurdo escucharon sobre Murray Bookchin por primera vez a principios de los 2000. Nos lo presentó el líder y pensador kurdo recientemente capturado Abdullah Ocalan, quien sugirió desde su cárcel que estudiáramos su obra. En efecto, los escritos de Bookchin nos apoyaron en nuestra búsqueda de una sociedad liberada, emancipada e igualitaria. Como ecologista, conocer a Bookchin fue fascinante debido a la importancia que daba en sus escritos a la naturaleza como la fuente de toda la vida de este planeta.
Durante el curso de dos décadas, hemos conseguido poner algunas de las teorías revolucionarias de Bookchin en práctica en el Norte y Oeste de Kurdistán (Bakur y Rojava). Millones de personas son ahora parte de un proceso donde se reconstruye una sociedad con líneas radicalmente democráticas, basada en principios de comunalidad, amplia participación, solidaridad y liberación de género en todas las esferas de la vida –y por supuesto sobre una base ecológica sólida. Todavía tenemos un largo camino por delante y muchos fallos sobre los que necesitamos reflexionar. Pero a pesar de todas las amenazas a las que nos hemos enfrentando, ¡todavía estamos avanzando y estamos determinados a permanecer durante mucho tiempo!
Ercan Ayboga
Activista del Movimiento Ecologista de Mesopotamia.
Bookchin fue un pensador interdisciplinario, eclético y sobre todo único. Al no haber sido nunca socializado —“integrado”— por la academia, retuvo una libertad de pensamiento que sigue siendo tan útil para el proyecto emancipatorio como siempre.
Conocí por primera vez a Bookchin con 16 años en la librería de Victorian Trades Hall, que vendía un extracto de La ecología de la libertad ¡por 20 céntimos! Esto cambió mi conciencia política como ningún otro texto, salvo quizás El manifiesto comunista. Afirmaba lo que sigue siendo, en mi opinión, el aspecto más fundamental de su legado: entender que las raíces de la explotación del hombre por el hombre y de la naturaleza por el hombre se sitúan dentro de las mismas patologías sociales de la jerarquía.
Estas patologías, tan extendidas como la antinaturaleza, el patriarcado, el nacionalismo, el estatismo y el capitalismo, llegan a colonizar la vida pública. El “comunalismo” (o “municipalismo libertario”) es uno de los pocos medios para combatir esto de forma radical (esto es, abordar la “raíz” del problema) al dar a la libertad forma institucional de maneras directas y participativas a través de la organización social descentralizada y principios ecológicos sociales.
Es el desentrañamiento de esta bifurcación entre jerarquía y libertad —tan sencilla de ver cuando se expresa tan claramente por parte de Bookchin— lo que tiene las más profundas implicaciones para el pensamiento radical de hoy.
Shannon Brincat
Profesora de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Sunshine Coast.
Murray Bookchin fue mi mentor, amigo y socio: cofundamos el Instituto para la Ecología Social en 1974. Durante su vida, a menudo Bookchin fue una voz solitaria en el desierto. Ya en los 50, nos advirtió de los peligros del autoritarismo tanto en la izquierda como en la derecha, y de la enormidad de la crisis ecológica, así como de sus raíces sociales. Fue profético en sus predicciones sobre el calentamiento global en 1964 y en los 70 promovió tecnologías alternativas como las energías solar y eólica, además de ofrecer una crítica impresionante de la agricultura industrializada.
Fue un verdadero revolucionario que dedicó toda su considerable energía a transformar nuestra sociedad
Su obra magna, La ecología de la libertad, publicada en 1981, aún se mantiene como la exploración más completa del surgimiento dialéctico de la jerarquía y su potencial disolución mediante el desarrollo de una nueva sensibilidad ecológica y de formas de libertad para apoyar y reforzar el surgimiento de una sociedad ecológica.
Durante su vida escribió 25 libros e incontables artículos que exploran estos y otros temas. Fue un verdadero revolucionario que dedicó toda su considerable energía a transformar nuestra sociedad. Desarrolló las ideas del municipalismo libertario (también conocido como comunalismo y confederalismo democrático) como una estrategia política para lograr esa transformación.
La obra de Bookchin representa lo que Ernst Bloch llamó “el principio de esperanza” y, en mi opinión, ése es su mayor legado. Su obra seguirá educando e inspirando a gente de todo el mundo por muchos años.
Dan Chodorkoff
Antropólogo cultural, cofundador del Instituto para la Ecología Social y autor de La antropología de la utopía (2014).
Como municipalista no puedo dejar de subrayar la gran influencia que ha tenido la obra de Murray Bookchin para muchos de nosotros. Su inspiradora visión de la democracia directa es la base sobre la que hemos construido nuestras organizaciones, nuestro vocabulario, nuestro mismo sentido del activismo. De hecho, no puedo pensar en una mejor encarnación del dicho “pensar globalmente, actuar localmente” que perseguimos en nuestra acción política.
Como izquierdista, estoy asombrada de la brillante mente detrás de la ecología social y creo que su legado es todavía muy importante en relación con uno de los mayores retos de nuestro tiempo: el cambio climático. Al explorar la correlación entre los temas sociales y ecológicos, trazó un paralelismo en la dinámica de la prevaricación y la supremacía que vemos entre la humanidad y la naturaleza y entre congéneres humanos. Dos caras de la sociedad capitalista en la que vivimos, a la que Bookchin respondió imaginando un mundo de igualitarismo ecológico, confederalismo/comunalismo democrático y participación política.
Si se nos permite un deseo en este centenario de su nacimiento, que se nos permita traer su espíritu radical con nosotros mientras nos embarcamos en la próxima revolución que busque una nueva Ilustración.
Emily Marion Clancy
Concejala de Coalizione Civica per Bologna (Italia)
¿Cuál es el significado de libertad en un momento en el que más gente es “libre” de hacer lo que quiere mientras el planeta arde? En tiempos de ecocidio y fascismo, plantear cuestiones universales sobre la condición de la libertad humana es un asunto de vida o muerte.
El pensamiento holístico de Murray Bookchin sobre el mundo en términos de continuidades y conexiones, su insistencia en que ninguna vida en la Tierra sea condenada a la violencia y la dominación, nos ofrece toda una serie de cuestiones y propuestas para repensar de forma fundamental nuestra relación con la vida misma. La teoría y práctica izquierdista es a menudo sectaria y doctrinaria, incapaz de expresar la creatividad y el amor que constituyen tanto de la sociabilidad humana. La ecología social, sin embargo, no es un dogma sino un marco y mentalidad que se niega a ver la opresión como destino. Reconcilia al individuo con la sociedad. Empodera al individuo para definir su relación con la sociedad, permitiéndole convertirse en un agente activo que pueda transformar las relaciones sociales.
En un mundo neoliberal que comercializa y mercantiliza cada aspecto de nuestras vidas y de ese modo normaliza la violencia y la dominación, las ideas de Bookchin permiten una individualidad radical y amante de la sociedad que es liberadora, no individualista. Es un marco sanador en la era alienante del capitalismo.
Dilar Dirik
Sociólogo político y autor del inminente libro El movimiento de las mujeres: historia, teoría, práctica.
Murray Bookchin fue un pensador apasionado y genuinamente original. No sólo ayudó a introducir la ecología en la izquierda, también insistió en que la izquierda debería trabajar para terminar con todas las formas de jerarquía y dominación. En su conjunto, sus obras pioneras contribuyeron a una transformación fundamental del proyecto revolucionario, haciéndolo relevante para nuestro propio tiempo. El cambio social no sólo es necesario para evitar el desastre ecológico y el colapso, afirmaba, sino que también es necesario para actualizar las aspiraciones humanas por una sociedad racional, libre y solidaria.
Cuando me introduje en la ecología social a finales de mi adolescencia, fue precisamente esta idea la que me atrajo, este proyecto global y emancipatorio por una sociedad ecológica. Aunque admito que el amplio alcance de este proyecto a menudo puede sentirse como abrumador, aún aprecio la ecología social y recurro repetidamente a la obra de Murray por inspiración y estímulo.
Alrededor de 15 años después del fallecimiento de Murray, el reto permanece: ¿Serán los seres humanos capaces de cambiar de forma fundamental las formas en las que interactuamos entre nosotros y con el mundo natural? ¿Seremos capaces de crear un futuro ecológico?
Estoy convencido de que la ecología social —el cuerpo de ideas que Murray desarrolló— se volverá cada vez más relevante en las próximas décadas. A través de movimientos que recojan su legado, sus ideas seguirán vivas.
Eirik Eiglad
Profesor de religión y filosofía en la Universidad del Sudeste de Noruega.
La libertad es un estado de ser colectivo; una relación social que cubre a los miembros de una sociedad y les une. Se puede elaborar y reforzar —o, a la inversa, frustrada y echada a perder— mediante los códigos, normas de comportamiento y cultural que promulgamos diariamente.
Y la libertad ha evolucionado con el tiempo. Movimientos políticos de todo el mundo la enriquecen en la lucha. Esta pelea continua por la libertad sostiene no sólo la voluntad y la conciencia humanas, sino también la potencial libertad de la naturaleza.
Al desarrollar su concepción de la libertad, Bookchin ofreció su contribución más imperecedera. Porque no es suficiente celebrar asambleas directamente democráticas en un campamento de protesta o plantar huertos de barrio. Ni es suficiente dar vueltas y vueltas al mismo viejo ciclo electoral. Si somos serios sobre construir “la nueva sociedad en la carcasa del viejo”, debemos debatir concretamente cómo confrontar y transformar las instituciones que moldean la vida cotidiana —desde escuelas y hospitales a granjas, fábricas y obras públicas. ¿Por qué? Porque la libertad que buscamos sólo se puede llevar a cabo mediante las instituciones que construimos nosotros mismos.
Bookchin no sólo estableció el proyecto de transformar las instituciones de “gobernanza” local en asambleas y confederaciones directamente democráticas, redefinió la revolución como libertad realizada en sustancia y forma.
Eleanor Finley
Ecologista social, estudiante de doctorado en la Universidad de Massachusetts Amherst y editora asociada de ROAR Magazine.
Bookchin es uno de los grandes visionarios filosóficos del siglo XX, que trajo una orientación genuinamente dialéctica a nuestra comprensión colectiva de la gran crisis de nuestro tiempo: la crisis ecológica global. Bookchin sigue siendo casi totalmente único entre los pensadores del siglo XX en su capacidad de pensar los problemas ecológicos en términos de sus orígenes en relaciones sociales e institucionales.
Profundizó nuestra conciencia de las aculturaciones históricas a la naturaleza y ofreció especulaciones que estimulan el pensamiento sobre cómo podemos empezar a acercarnos a una relación más complementaria con la biosfera en la forma de una sociedad comunalista.
Lo que es más destacable sobre el legado de Bookchin no es lo que pensaba sobre este o aquel tema específico, sino cómo pensaba la realidad dada dialécticamente. La pandemia global actual ofrece amplios ejemplos de lo que, en La ecología de la libertad, Bookchin denominó “la matriz social de la tecnología”, tanto en términos de la incesante explotación de animales mediante la ganadería industrial y sus implicaciones para la expansión de la enfermedad como de la destacable capacidad del capitalismo para acelerar una respuesta global de vacunación para que los trastornos en el modo de producción imperante puedan minimizarse.
Su filosofía perdura como un hito para todos los apasionados por la construcción de una sociedad realmente democrática y ecológica.
Damian Gerber
Académico independiente y autor de La distorsión de la imagen de la naturaleza (2019).
Leí por primera vez a Murray Bookchin alrededor de 1983, cuando estaba inmersa en el anarquismo del siglo XIX. Yo era bochornosamente ignorante del estatus que el ya había adquirido como crítico del marxismo y pionero de la ecología social. Me llevó un tiempo apreciar completamente la consecuencia de su reposicionamiento teórico del anarquismo. Cuando leía a Bookchin, escuchaba a Kropotkin. Pero entonces me encontré con el ensayo de John Clark en El momento anarquista y vi la conexión vital entre anarquismo y ecología que Bookchin forjaba. Aunque él desaprobaba firmemente algunas de las líneas que esta conexión seguía, era no obstante central para la refiguración de la anarquía y abrió nuevas perspectivas sobre el pasado, presente y futuro del anarquismo.
El impacto de Bookchin sobre la política de Abdullah Ocalan ha refocalizado acertadamente la atención sobre el confederalismo democrático. Su defensa anarquista de la democracia es un hilo central en su obra, pero el ominoso contexto fue el giro derechista de la política internacional en los ’80 y ’90. Instó a la izquierda a organizarse contra él. La polarización de la política en las democracias liberales desde su muerte en 2006 refuerza la pertinencia de sus conclusiones: “La Izquierda debe marcar su propio ámbito, uno que se sitúa en oposición revolucionaria a la sociedad imperante, no una que participe como socio ‘izquierdista’ en su funcionamiento”.
Ruth Kinna
Profesora de filosofía política en la Universidad de Loughborough.
Bookchin fue, como Kropotkin, hasta un grado importante un filósofo moral. El tipo de sociedad que concebía es así una expresión de un socialismo ético. Bookchin subrayaba que la afirmación de una posición ética es central para la recuperación de una sociedad con sentido y de un sentido de identidad.
Aunque Bookchin defendía un tipo de naturalismo ético, reconocía que no hay una relación sencilla o directa entre hechos y valores. Como escribió, una ética basada en la ecología puede producir “una ensalada de ‘leyes naturales’ que sean tan tiránicas en su conclusión como el caos del relativismo moral”. Así, aunque subrayando la necesidad de un sentido profundo de compromiso ético, así como la necesidad de “basar” la ética en una comprensión de la evolución natural, lo que Bookchin defendía es una ética objetiva que “no sea ni absolutista ni relativista, ni autoritaria ni caótica, ni necesitaría ni arbitraria”.
Dada la fecundidad inherente de la naturaleza, su impulso hacia la diversidad cada vez mayor y sus potencialidades para la libertad, conciencia y subjetividad, Bookchin sugería que una perspectiva así ofrece una base para una “ética ecológica” que vea “la emergencia de la identidad, razón y libertad desde la naturaleza –no en clara oposición a la naturaleza”.
Pero al enfatizar que la naturaleza es una “base” para una ética de la libertad, Bookchin sugería que esto no implica ninguna teoría determinista, tal como el postulado de algunas leyes naturales inexorables; porque él subrayaba que la ecología social es esencialmente una “filosofía de la potencialidad”. La ecología social, afirmaba continuamente, es un modo “orgánico” de pensamiento y una vía evolutiva de pensar sobre el mundo.
Brian Morris
Profesor emérito de antropología en el Goldsmiths College de la Universidad de Londres.
“¡Es obvio!”. Cuántas veces habré oído estas palabras de aquellos que descubren la teoría del comunalismo, o municipalismo libertario, de Murray Bookchin. Cuando leí por primera vez a Bookchin, yo también tuve esta sensación de haber encontrado la solución no jerárquica, democrática y emancipatoria para los muchos problemas planteados por el sistema político presente.
En su teoría del comunalismo, Bookchin hace estas dos preguntas correlacionadas de nuevo: la de cómo se debería ejercer el poder público, y la de cuál debería ser la principal unidad política para que un pueblo se gobierne a sí mismo. Responde a estas preguntas defendiendo la comuna como la unidad política para llevar a cabo la democracia directa, ya que es el único lugar donde la gente puede reunirse, debatir y directamente tomar decisiones cara a cara, en vez de votar por una clase de dirigentes para que ejerciten el poder público. Para los asuntos que excedan el alcance local, estas municipalidades autogobernadas se organizarían en confederaciones donde cada asamblea popular mandaría delegados con mandatos imperativos y revocables.
Al proponer una sencilla pero coherente y viable teoría de cómo se podría organizar de forma diferente el orden político, Bookchin ha inspirado y sigue inspirando a los movimientos sociales revolucionarios de todo el mundo.
Sixtine Van Outryve
Estudiante de doctorado en Bélgica sobre comunalismo y democracia directa.
Me crucé por primera vez con la obra de Murray Bookchin como estudiante de políticas hace dos décadas. Recuerdo lo impactado que estuve por cómo en un mundo de a menudo teoría seca y arcaica, aquí había una voz de claridad y principios, con un compromiso contundente con el proyecto de construir un mundo mejor. Su voz era tan clara cuando le leí por primara vez que temí que su obra fuera demasiado sencilla: ¿No se supone que toda teoría debe ser densa y difícil de entender? ¿No es ése el sello distintivo de la buena teoría?
Bookchin me mostró lo falsa que era esta posición. Tras todas las causas por las que luchó se mantenía un corpus teórico importante que es rico y detallado, pero uno hecho accesible –aparte de absorbente- por su característica central: que toda la obra se centraba en las preguntas que están en el mismo corazón de la condición humana. ¿De dónde viene la sociedad humana? ¿Cuál es su relación con la naturaleza como un todo? Y, de forma crucial, ¿por qué se ha vuelto tan lamentable como para habernos llevado al punto de la catástrofe ecológica?
Para mí, esta sigue siendo su mayor contribución: su marco teórico –todavía tan rico y poco explotado, todavía con tanto que ofrecer- sigue siendo un reflejo real y cotidiano sobre nuestra condición presente; hoy lo necesitamos más que nunca.
Andy Price
Autor de Recuperando a Bookchin: la ecología social y las crisis de nuestro tiempo (2012)
Las perspectivas de Murray Bookchin se vuelven más pertinentes a medida que pasa el tiempo. Por poner un ejemplo: él observó que no puedes acabar con la dominación de la naturaleza de la humanidad sin acabar con la dominación de un humano sobre otro. Una forma de decir esto es que el capitalismo es incompatible con salvaguardar el planeta y su entorno natural. Ojalá hubiéramos seguido este consejo cuando se escribió.
Ahora, cuando enfrentamos una crisis global épica, su importancia es aún mayor. Se ha vuelto imperativo sustituir al capitalismo con un sistema económico –y de esta forma social- que trate a la naturaleza como integral para el bienestar de la humanidad, no como un accesorio para nuestro bienestar o un recurso que explotar.
Bookchin proponía, correctamente, que el único sistema político verdaderamente compatible con un sistema económico de este tipo era uno donde el Estado desapareciera y donde la gente se gobernara a sí misma, local y confederalmente: un sistema donde los humanos ya no se dominen unos a otros o la naturaleza. Así, Bookchin fue el primero en integrar una filosofía política con una ecológica.
A medida que la desilusión con nuestro sistema económico y político contemporáneo no deja de crecer, y mientras el planeta está cada vez más degradado, la visión de Bookchin nunca ha sido más importante.
Carne Ross
Autor de La revolución sin líderes (2013) y objeto del documental Anarquista accidental.
En 1999, en las calles de Seattle, mientras decenas de miles de nosotros cerrábamos el encuentro de la Organización Mundial de Comercio, aprendí en la práctica que la democracia directa es posible. Mientras consejos de portavoces coordinaban los acontecimientos diarios, desde las acciones directas al apoyo legal, alimentario, educativo, médico y mediático, mi imaginación explotaba. Comencé a aprender, mediante el hacer, que la transformación no jerárquica es posible.
Poco después empecé a leer varias obras de Murray Bookchin –en concreto su obra sobre España que detalla las formas organizativas de los anarquistas en la Revolución Española de los ’30 –lo que abrió aún más mi sentido de lo que es posible, basándolo en posibilidades históricas de la vida real. En esta obra analiza meticulosamente las diversas formas de organización democrática directa y yo reconocí, en escrito histórico, los consejos de portavoces en los que había participado en Seattle.
Desde su obra sobre España leí más: sobre los necesarios vínculos entre ecología y no jerarquía, mostrando cómo lo que uno también ve como imposibilidad revolucionaria es en realidad posible, basado en la historia y la teoría, mostrándonos formas en que podemos transformar la sociedad y organizarla en principios democráticos reales, desde abajo, localmente y aumentando hacia fuera, horizontalmente.
Sobre todo, lo que la obra de Murray hace es guiarnos y asentarnos en posibilidades revolucionarias teóricas y prácticas –tanto las que ya tenemos como las que seguimos creando día a día.
Marina Sitrin
Profesora en la Universidad de Binghamton y autora del inminente libro Las nuevas revoluciones: de los movimientos sociales a las sociedades en movimiento.
Puede ser difícil entender la desviación radical del pensamiento medioambiental imperante de su tiempo que Murray Bookchin ofreció. Hoy, personas con diferentes puntos de vista políticos ven los problemas medioambientales como una crisis de la relación de la sociedad con el mundo natural. Tenemos redes desarrolladas que defienden la justicia medioambiental, la justicia climática y el ecosocialismo, y la ecología política está en el curriculum de universidades de todo el mundo. Pero nada de esto existía cuando Bookchin empezó a escribir en los ’50 y ’60.
Las preocupaciones sobre la contaminación del aire y del agua estaban extendidas para mediados de los’60, pero las tradicionales organizaciones conservacionistas tenían raíces bastante conservadoras. Los think tanks de Washington se preocupaban principalmente por que las próximas carencias de recursos pudieran afectar las finanzas corporativas, y la mayoría de la izquierda marxista estaban celebrando la industralización “socialista”, el gigantismo “socialista” e incluso la energía nuclear “socialista”. Algunos prominentes científicos ecologistas estaban empezando a ver su obra como posiblemente “subversiva”, pero Bookchin fue el primero en decir que era incipientemente revolucionaria.
En los 70 y 80, animó al floreciente movimiento antinuclear a adoptar el potencial radical de la energía renovable descentralizada, junto a una economía descentralizada y autogestionada mediante la democracia directa, y sus escritos políticos y la exploración de las tradiciones revolucionarias siguieron evolucionando desde ahí.
Quizás el cada vez mayor alcance de la crisis ecológica habría eventualmente dado la voz de alarma sobre sus más amplias dimensiones sociales y políticas, pero Murray Bookchin fue el primero en unir todas las piezas y ayudarnos a ver el camino hacia una sociedad ecológica totalmente liberada. Por eso estamos realmente agradecidos -¡gracias, Murray!
Brian Tokar
Profesor de estudios ambientales en la Universidad de Vermont y autor de Justicia climática y renovación de la comunidad (2020) y Hacia la justicia climática.
Bookchin debería ser recordado por habernos dado la posibilidad de entender mejor la realidad y el desafío de explorar el complicado nexo de dominaciones que debe ser desenredado en el largo camino hacia la libertad. Por el camino, nos animó a desafiar al sistema capitalista actual y todas las formas de opresión, incluyendo racismo, etnocentrismo, colonialismo y patriarcado.
De hecho, la ecología social subraya la evolución natural como basada en la idea de la diversidad, la cooperación y el desarrollo continuo y, al hacerlo, recalca las potencialidades del desarrollo humano.
Este enfoque apoya la idea de que, aunque durante la historia se haya desarrollado un legado de jerarquía y dominación, la dominación no es un aspecto innato del proyecto humano. De hecho, Bookchin nos ha mostrado que en la historia humana se expresa un poderoso legado de libertad mediante continuas erupciones de movimientos y proyectos de emancipación. Nos ha mostrado cómo la resistencia puede destruir la superficie del capitalismo y ofrecer la posibilidad de experimentar mundos alternativos, permitiendo que broten semillas de sociedades alternativas.
Bookchin estableció y, con la ayuda de otros, desarrolló la ecología social como un proyecto político. Ahora es nuestro deber seguir tanto desarrollando como implementándolo por un futuro ecológico y democrático.
Federico Venturini
Activista-investigador y coeditor de Tu libertad y la mía: Abdullah Ocalan y la cuestión kurda en la Turquía de Erdogan (2018) y La ecología social y el derecho a la ciudad (2019).
Pensamiento fuera de lo establecido desde la etimología, y viajes hacia atrás en el tiempo para explorar las relaciones sociales que definen nuestra esencia. Bases antropológicas para exposiciones de izquierda libertaria. Una continua interrogación de todo lo asumido (siempre). Metodología científica con un rechazo del cientificismo.
Conectar los problemas ecológicos con los problemas sociales. Moverse más allá de la mera explotación de clase, y adentrarse en la interrogación de la dominación. Analizar la jerarquía en todas sus manifestaciones. La interconexión humana y no humana. La simbiosis de la biosfera sobre este bello planeta que llamamos “Tierra”. Usufructo (le gustaba bastante ese término).
Éstas son sólo algunas de las cosas en las que pienso cuando pienso sobre el señor Murray (además de su maravillosa hija Debbie, que no me ha mostrado más que amor y guía desde que nos conocimos hace años). Son también sólo algunas de las cosas a las que el señor Murray me introdujo, y que literalmente dan forma a todo lo que hoy ago.
Agradezco al señor Murray su incesante guía, que persiste incluso tras su muerte física, y la compasión que ayudó a pasar a sus hijos, quienes han crecido para ayudar y guiar a otros como yo, igual que yo crezco para guiar a otros como yo, en la lucha humana por la libertad (la libertad real).
Z
Cofundador y coordinador nacional de Black Socialists in America.
Traducido por Eduardo Pérez
Fuente: El Salto