Brasil: los dilemas del ALCA y nuestro futuro, por Joao Pedro Stédile

"El ALCA es apenas un marco jurídico, un paraguas para dar legalidad a la libertad de acción que el capital de las quinientas mayores empresas de Estados Unidos necesita. Las empresas precisan del ALCA para hacer lo que ellas quieran en nuestro territorio, con nuestras riquezas, energía, agricultura, semillas, mercado, servicios, educación, moneda, y así aumentar sus ganancias y dominio sobre la economía y sociedad brasileña"

El año 2004 será decisivo para los rumbos del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que Estados Unidos quieren imponer al continente. Y para que el gobierno brasileño defina su verdadera posición sobre el asunto.

En estos quince meses de gobierno de Lula, la posición de Brasil ha sido oscilante. Ora demuestra firmeza, ora vacila y parece aceptar los términos de un ALCA light. La propuesta de un ALCA light pretende reducirlo a un acuerdo comercial, y apenas incluir las otras áreas de servicios, inversión y agricultura si hubiera un completo consenso. Aparentemente, la posición reduce las pretensiones de los estadounidenses, pero en el fondo abren la puerta para que impongan sus intereses. A través de acuerdos bilaterales o puntuales por sectores, Estados Unidos impone los puntos que no son consenso a los demás países.

La posición brasileña ha generado muchas interpretaciones, por varias razones. Sin embargo el gobierno reafirma que el ministro Celso Amorin es el conductor de las negociaciones, pero son públicas y notorias las divergencias con los ministros del área económica y sobretodo con el de agricultura. Haciéndose más al juego del capital transnacional que a la defensa de los intereses brasileños.

Itamaraty está defendiendo la idea del ALCA light. Eso reduciría la pretensión inicial de Estados Unidos, que la desea amplia, general e irrestricta. Pero proponer y aceptar el ALCA es someterse a un proceso de subordinación. Y eso genera dudas si es una táctica de negociación o una posición que Brasil acepta.

El presidente Lula y otros próceres del gobierno hacen con frecuencia defensa enfática de la idea de que el "libre comercio" es benéfico.

Hemos argumentado, en la campaña brasileña y continental contra el ALCA, que es necesario informar y concientizar a nuestro pueblo de que el ALCA no constituye un mero acuerdo comercial entre dos o más partes, en el cual todos pueden ganar. El ALCA es apenas un marco jurídico, un paraguas para dar legalidad a la libertad de acción que el capital de las quinientas mayores empresas de Estados Unidos necesita. Las empresas precisan del ALCA para hacer lo que ellas quieran en nuestro territorio, con nuestras riquezas, energía, agricultura, semillas, mercado, servicios, educación, moneda, y así aumentar sus ganancias y dominio sobre la economía y sociedad brasileña.

El ALCA es la forma de eliminar las fronteras "legislativas" de los países e impedir que los estados nacionales sometan el capital a los intereses de la población. Es un proyecto de ampliación de los dominios del capital. Por lo tanto, no se trata de establecer si es amplio o light, el ALCA es contrario a los intereses del pueblo y de la economía. Estudios de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) y de la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP) comprueban que la mayoría de los empresarios brasileños serian perjudicados, pocos ganarían.

Es preciso combatir la falsa idea de que el libre comercio es beneficioso. Eso es apenas una ideología del liberalismo comercial recalentado del siglo 18, el propio Keynes, que no era ningún izquierdista, alertó en 1930 que el estado tenia un papel fundamental, regulador, para la estabilidad de la economía y el desarrollo de las naciones.

Es verdad que la actual correlación de fuerzas en el continente no nos permite arrebatos de confrontación con el norte, pero también es verdad que la mayor fuerza de la que dispone un país está en su pueblo. Si el gobierno no tienen fuerza o coraje suficiente para enfrentar el capital que viene del norte, debe saber que su fuerza reside en la capacidad de movilizar al pueblo, para defender los intereses nacionales.

Hemos hablado en la campaña contra el ALCA que no esperamos del gobierno que adopte las mismas tácticas de los movimientos sociales. Pero él tiene la obligación de mostrar total transparencia sobre lo que se está negociando en nombre del pueblo. Debe usar los medios de comunicación para aclarar y concienciar a la población. El gobierno no tiene el mandato para realizar acuerdos internacionales que hieran nuestra soberanía. Defendemos el derecho del pueblo brasileño a decidir, en plebiscito, las negociaciones y acuerdos sobre el ALCA.

Hay proyectos en el Congreso estableciendo la consulta al pueblo, pero eso es insuficiente. Esperamos que en los próximos meses, en los que se aproxima la fecha decisiva de confrontación con los intereses del capital estadounidense, se intensifiquen las movilizaciones populares en Brasil y en toda América Latina para impedir la implantación del ALCA.

* Joao Pedro Stedile es miembro de la coordinación del MST y de la CMS.

Fuente: Campaña Continental contra el ALCA

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