Bolivia: transgénicos por encargo
"La apertura transgénica del país, responde a políticas elaboradas fuera del país, lo que se da en un ambiente ausente del ejercicio democrático en la elaboración de proyectos de ley, donde las grandes ausentes son las organizaciones académicas, de productores ecológicos y de consumidores, directos interesados en la agricultura, las políticas alimenticias y la soberanía alimentaria."
El 2005, el gobierno del entonces presidente Carlos Mesa aprobó la producción y comercialización de soya transgénica resistente al herbicida glifosato. Para ello tuvo que pedir a la policía que desaloje a periodistas y representantes de organizaciones campesinas que se hicieron presentes en el Ministerio de Desarrollo Sostenible, durante la reunión del Comité de Bioseguridad, entidad responsable de tal aprobación. Habían pasado 8 años desde que fue presentada la primera solicitud por Monsanto mientras nuevas solicitudes de ANAPO y FUNDACRUZ pretendían burlar las resistencias.
Un año y medio atrás un cerco de más de un mes a la ciudad de La Paz, organizado por Felipe Quispe, logró paralizar el proceso de evaluación de solicitudes transgénicas del Comité de Bioseguridad. El 2000, la ciudad de Santa Cruz fue escenario de una gran marcha para evitar la aprobación de la soya transgénica mediante una maniquea interpretación legal que se gestaba con apoyo del Congreso Panamericano de Semillas que se llevaba a cabo en el Hotel Los Tajibos. El embajador norteamericano en Bolivia Manuel Rocha amenazaba con retirar la visa a quienes se opusieran a los transgénicos y el Ministro de Agricultura Hugo Carvajal retrocedía en la norma que emitió para evitar el ingreso de soya transgénica brasilera, todo porque su jefe de partido acababa de recibir la devolución de su visa de ingreso a los Estados Unidos.
Todas estas luchas lograron frenar durante ocho años la aprobación de soya transgénica en el país, pero el 2005 el ministro Erwin Aguilera decidió la aprobación. Organizaciones campesinas, ecologistas, de productores ecológicos y de consumidores presentaron un recurso de inconstitucionalidad que fue apoyado por el entonces diputado Evo Morales y varios de sus compañeros de partido. El Tribunal Constitucional declaró improcedente el recurso argumentando que la organización que lo presentó, el FOBOMADE, no efectuaba trabajos con transgénicos. Esta fue una de las decisiones más aberrantes del Tribunal Constitucional, que ponía en evidencia el desconocimiento absoluto de la Ley del Medio Ambiente que establece no solo el derecho sino la obligación de los ciudadanos de denunciar las agresiones al ambiente.
El 2005, el actual presidente Evo Morales llegó a ese cargo con un fuerte discurso contra los transgénicos y los biocombustibles, plasmado en su programa de gobierno y más adelante reafirmado en la Cumbre de Tiquipaya. Ahora las organizaciones sociales se debaten entre su compromiso con la soberanía alimentaria, su rechazo a los transgénicos y ordenes que habrían sido emanadas desde el mismo Palacio Quemado para permitir los organismos genéticamente modificados.
Desde que fuera aprobada la soya transgénica el 2005 a la fecha han transcurrido 6 años, habiéndose alcanzado entre el 60 y 80% del área sembrada, de acuerdo a las zonas (Quispe, I. 2009). De entonces a la fecha la producción y el rendimiento del cultivo han decaído en Bolivia. Problemas irresueltos de mercados, de transporte y la plaga de la roya asiática que ataca de igual manera a la soya transgénica que a la convencional se cuentan entre las causas de tal caída, por lo que es imposible afirmar que la autorización de la introducción y comercialización de soya transgénica en Bolivia haya tenido efectos positivos en la producción y en el rendimiento y menos en la soberanía alimentaria. Si seguimos el razonamiento del Ministro de Autonomías, preocupado por el alimento para pollos, tampoco hay mayor oferta de alimento de soya para animales en virtud de la aprobación de soya transgénica.
¿Entonces cuál es el motivo de que en una ley de apoyo a la agricultura campesina, como pretende etiquetarse a la Ley de Revolución Productiva Comunitaria se abra el país a la introducción y comercialización de otras semillas transgénicas?
Hasta la fecha siguen siendo cuatro los principales cultivos transgénicos en el mundo: soya, maíz, canola y algodón. Y de estos, la soya y el maíz son los principales cultivos industriales cuya comercialización y producción está controlada por pocas transnacionales de alimentos, siendo las principales Cargill y ADM, ambas presentes en Bolivia. La soya es un cultivo oriundo de Asia, mientras que el maíz es originario de Centroamérica y de la región andina, donde se encuentran el mayor número de variedades y parientes silvestres. En México fue contaminado con maíz transgénico importado de Estados Unidos por lo que la región andina quedó como único centro mundial de diversidad genética del maíz preservado, aunque por la cantidad de variedades encontradas, en la actualidad los científicos consideran a la región andina también como centro de origen.
El maíz permitió el desarrollo de las grandes culturas centroamericanas y sudamericanas, es parte de la cultura, de los ritos, de la alimentación y la economía de todos los pueblos existentes en el país, de norte a sur, de este a oeste. Cuando hay escasez de maíz, seguramente los pollos la sienten, porque los habitantes de Bolivia seguimos sirviéndonos el choclo, humintas, api, tamales, laguas, tojorí, somo, mote, tostado, queso humacha, pataska, plato paceño, tortillas o pan de maíz, durante todo el año. Todos ellos elaborados con las diferentes variedades de maíz que se cultivan desde el Chaco a la Amazonia y desde el Altiplano andino hasta el Pantanal, que no son, claro está, las pocas variedades importadas del alimento para pollos.
Volvamos al proyecto de ley. Después de muchas horas de discusión, las organizaciones lograron concertar que no se introducirán semillas transgénicas de cultivos de los cuales somos centro de origen y tampoco de los cuales somos centro de diversidad. Suponiendo que esta redacción sea respetada y que efectivamente no se permita la introducción de semillas ni productos de maíz transgénico, a pesar de toda la propaganda de los últimos meses realizada en el Congreso del maíz en el Chaco, en el Congreso de Ingenieros Agrónomos en Santa Cruz, en eventos de ANAPO y el IBCE, etc., entonces porqué mejor no se eleva a rango de ley la resolución que prohíbe terminantemente la introducción, comercialización y producción de maíz transgénico en Bolivia vigente en la actualidad?
Sigamos, si no es el maíz, ¿qué transgénico se quiere introducir? Hace unos días, EMBRAPA, el ente estatal de investigación agronómica de Brasil, actual asesor del INIAF y de diagnósticos y políticas agrícolas en Bolivia, anunció que había logrado una variedad transgénica de caña. Desde hace tiempo se conoce que en el vecino país se viene tratando de producir variedades de caña de azúcar que tengan mejores índices para la producción de etanol, es decir de agrocombustibles.
Con tales motivos, las asociaciones de grandes productores de Santa Cruz fueron movilizadas desde el 2010 y ahora celebran el proyecto de ley. Pero, desde hace tiempo se conoce que están en manos de latifundistas brasileños.
“…apelando a información de ANAPO, se puede deducir que la cantidad de grandes productores (que cultivan más de 1.000 Has) no supera los 300, la mayoría brasileños, con un núcleo poderoso no mayor de 100 productores, quienes poseerían predios de entre 3.500 a 8.000 Has. Los máximos de extensión de tierras (en manos de productores extranjeros) parecen ser mucho mayores de acuerdo a las declaraciones del presidente de Unisoya (consorcio empresarial dedicado a la producción de soya) obtenidas por ese mismo reportaje periodístico de La Prensa: “los tres mayores productores de soya de la zona son extranjeros, y entre ellos cultivan 180 mil toneladas de soya, que representa el 15% de la producción nacional” (promedio de 20 mil Has por productor).Declaraciones del presidente de la ANAPO, al diario El Deber de 15/4/2005. (En Mamerto Pérez, La soya en Bolivia, ¿el grano de oro que no brilla?)
En consecuencia, las nuevas políticas agropecuarias, que incluyen la apertura del país a los transgénicos y agrocombustibles, parecen estar siendo elaboradas en instancias de fuera del país, tales como EMBRAPA, el CAS (Consejo Agropecuario del Sur) y su organismo técnico, la REDPA (Red de Coordinación de Políticas Agropecuarias). En el CAS, el vecino Brasil ejerce la presidencia pro témpore. El 2005 la CAS resolvió crear el Grupo sobre Políticas Públicas en Biotecnología y Agroenergía.
Por su parte, la Secretaría Técnica de la REDPA está a cargo del IICA, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, conocido en Bolivia por su apoyo abierto a los transgénicos a través de los eventos realizados en la Casa de la Agricultura ubicada en Cota Cota.
En este escenario, evidentemente la apertura transgénica del país, responde a políticas elaboradas fuera del país, lo que se da en un ambiente ausente del ejercicio democrático en la elaboración de proyectos de ley, donde las grandes ausentes son las organizaciones académicas, de productores ecológicos y de consumidores, directos interesados en la agricultura, las políticas alimenticias y la soberanía alimentaria.
Fuente: Bolpress