Bien puede la FAO promocionar los transgénicos, nosotros no los aceptamos, por Coordinación de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos
Una vez que el modelo de producción de la 'revolución verde' da señales de agotamiento, el capitalismo ha iniciado un nuevo patrón tecnológico basado en la biotecnología y en la manipulación genética, (...) y de esta manera aumentar las ganancias de las agro-industrias. Modelo agrícola ineficiente, altamente contaminante que destruye nuestra biodiversidad y nos quita cualquier posibilidad de alcanzar nuestra soberanía alimentaria"
Las organizaciones agrupadas en la Red por una América Latina Libre de Transgénicos rechazan públicamente la posición -bien conocida, aunque hasta la actualidad no tan claramente explicitada- de la FAO en apoyo a los organismos genéticamente modificados.
La FAO cumple un papel nefasto al promocionar esta tecnología en su informe anual (2004) sobre el Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación. Sin embargo vale la pena recordar que no solo lo ha hecho en esta ocasión sino que lo viene realizando continuamente a través de su papel de “informar y concientizar” sobre los transgénicos en muchos países; impulsando seminarios y publicaciones para promocionar y publicitar esta tecnología peligrosa. De igual manera, mientras en la Cumbre de la Alimentación (Roma, 2001), la sociedad civil denunciaba el uso de transgénicos en los programas de ayuda alimentaria, la FAO otorgaba su apoyo incondicional a la biotecnología.
El informe 2004, es solamente la confirmación del camino que en este tema ha elegido la FAO. Es vergonzoso que esta institución lance semejante propaganda a favor de esta tecnología mostrándola como beneficiosa, inocua y recomendable cuando América Latina vive descarnadamente los impactos negativos de los organismos transgénicos.
México, la cuna del maíz ha sido contaminada con maíz transgénico. Aquí, en esta parte del mundo, nació el maíz.
El maíz es fundamento de la cultura mexicana y latinoamericana. Está en el centro de la vida cotidiana y ritual de nuestros pueblos. Desde este lugar del universo se fue para otras partes del mundo. La contaminación atenta contra nuestra vida, nuestra cultura.
Argentina es hoy un país preponderantemente productor de soya transgénica vendida por Monsanto y en consecuencia dependiente del herbicida que acompañan estas semillas: el Glifosato. En el 2003 se usaron unos 150 millones de litros del herbicida.
Además, el monocultivo de soya transgénica, con la repetición irracional del sistema de siembra directa, sin rotación ni laboreo, con un uso obligado, continuo y creciente de plaguicidas, provoca una desertificación biológica del suelo, como se evidencia ya en grandes áreas de la pampa argentina y en otras menos fértiles.
En Argentina, la variada producción de alimentos tradicionales y la producción lechera y de carne, han desaparecido, y con ellas 200.000 productores que entre 1990 y 2001 han sido expulsados a las ciudades, principalmente a Buenos Aires .
Por otro lado, las fumigaciones de los plaguicidas sobre estos cultivos se hacen sin discriminación también sobre las viviendas y sobre la población, con lo que se ha producido cáncer, lupus, alergias, púrpura y otras enfermedades vinculadas a la afectación del sistema inmunológico, en varias zonas.
Los problemas de salud también se manifiestan en Paraguay, en donde Silvino Talavera, de 11 años, murió el 7 de enero del 2003. Se intoxicó mientras traía provisiones para el almuerzo de la familia y pasó por debajo de una de las alas del tractor de una plantación de soya transgénica que hizo una maniobra a escasos metros de un camino vecinal.
Una vez que el modelo de producción de la “revolución verde” da señales de agotamiento, el capitalismo ha iniciado un nuevo patrón tecnológico basado en la biotecnología y en la manipulación genética, supuestamente como mecanismo para elevar la productividad de los vegetales y animales y de esta manera aumentar las ganancias de las agro-industrias. Se profundiza este modelo que nos convierte en productores de insumos para alimento animal. Modelo agrícola ineficiente, altamente contaminante que destruye nuestra biodiversidad y nos quita cualquier posibilidad de alcanzar nuestra soberanía alimentaria.
Esta es la realidad, la vivimos diariamente y por eso rechazamos lo que dice la FAO. No creemos en sus planes o programas ni en la bondad de sus intenciones, ahora solo creemos en lo que podemos hacer como pueblos, mirando por ejemplo a nuestros hermanos indígenas mexicanos que decidieron defender su maíz con acciones: sembrándolo, cuidándolo, guardándolo y curándolo de la plaga transgénica. (Manifiesto de Oaxaca, 10 de marzo de 2004).
La FAO puede continuar jugando el papel de relacionadora pública de las transnacionales agroalimentarias, fabricando normas y estándares como los “estudio caso a caso” y las “evaluaciones de riesgo” que en nuestros países no tienen ninguna posibilidad de realizarse o monitorearse. Nosotros, no aceptaremos los transgénicos, continuaremos manteniendo y protegiendo nuestra biodiversidad y haremos todo lo necesario para garantizar la soberania alimentaria de nuestros pueblos.
Quito, 25 de mayo de 2004.
Coordinación de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos
E-mail: transgen@accionecologica.org