Batiendo récords. Crisis alimentaria y exportación de alimentos
"Aumenta la concurrencia a comedores y centros de distribución de alimentos y, a pesar de ello, el presupuesto para los comedores escolares no creció, mientras que es alarmante la caída de los suministros del Estado en los demás lugares. No casualmente casi el 70 % de los habitantes de nuestro país tienen sobrepeso o son obesos, 30 % de los adultos tiene colesterol elevado y el 10 % diabetes; el 80 % de las muertes en adultos se asocia a enfermedades crónicas no transmisibles"
En Argentina cae el consumo de la población y crecen los problemas alimentarios; unos pocos datos sobran para ejemplificar el drama. En el último año las ventas en los supermercados y shoppings cayeron 12,6 % y 22,9 % respectivamente; 8 de cada 10 consumidores se pasaron a “segundas marcas”, generalmente las de esos mismos “super”; el 72 % de los consumidores abandonó o redujo el consumo de carne vacuna, en tanto aumenta la adquisición de fideos y arroz por el 50 % de la población; despreciadas “alitas” y “menudos” de pollo enriquecen ahora sopas y guisos.
Aumenta la concurrencia a comedores y centros de distribución de alimentos y, a pesar de ello, el presupuesto para los comedores escolares no creció, mientras que es alarmante la caída de los suministros del Estado en los demás lugares. No casualmente casi el 70 % de los habitantes de nuestro país tienen sobrepeso o son obesos, 30 % de los adultos tiene colesterol elevado y el 10 % diabetes; el 80 % de las muertes en adultos se asocia a enfermedades crónicas no transmisibles. Los hábitos alimentarios que nos impuso la “modernización” tienen mucho que ver también con el bombardeo publicitario de las empresas y la ausencia del Estado en la educación alimentaria.
Aumenten las dificultades para alimentarse: la “Canasta Básica Total” y la “Canasta Básica Alimentaria” se sitúan en 30.338 $ y 12.087 $, para una pareja con dos hijos; por debajo de esos valores las familias son pobres o indigentes. El Salario Mínimo de 12.500 $, supera la jubilación y pensión del 80 % de nuestros mayores. La desocupación pasó del 10 % y el 43,9 % de los ocupados son trabajadores informales, cuyos ingresos medios son de 10.283 $/mes; el 80 % de ellos carece de aportes, jubilación y obra social. Sigue la migración de familias de productores y trabajadores sin tierra.
En 2018 la pobreza alcanzó al 35 % de la población y más del 50 % de los niños son pobres; la indigencia –personas que no tienen lo mínimo para comer- superó los 3 millones de personas. Aumenta considerablemente la concurrencia a comedores escolares y populares, merenderos y centros de distribución de alimentos.
NO FALTAN ALIMENTOS
Superada la desastrosa sequía del 2017/18 en las pampas, el “granero del mundo” sigue batiendo récords de producción y exportación; no faltan pescado ni carnes; aumentó la exportación de carne vacuna. Faltarían sí grandes cantidades de frutas y verduras para cubrir las necesidades del 90 % de la población, si consumiéramos lo que se recomienda, pero no faltan los otros alimentos básicos que conforman actualmente la poco saludable “Canasta Básica” de los argentinos.
Produciríamos “alimentos” -más correctamente “insumos” para la alimentación de animales- para 400 millones de personas “bien alimentadas”, mientras funcionarios y técnicos poco responsables pronostican 600 millones en unos años más; eso nos alegraría, si así contribuyéramos a saciar las carencias de los 850 millones de hambrientos del mundo y avanzáramos en un desarrollo más justo y sustentable. Pero el bien común no es la finalidad de quienes controlan el Sistema Agroalimentario Mundial y de Argentina.
TRADICIONAL PROBLEMA EN UN NUEVO CONTEXTO
“Siempre hubo pobres”, dirán algunos; estudios y referencias no faltan. Pobreza y explotación en el “granero del mundo”, como denuncia “El Estado de las Clases Obreras en Argentina a Comienzos de Siglo” (Bialet-Masse, 1904); la miseria de la“Década Infame”; el hambre de “nuestros changuitos” destacado por Perón en 1949; el “Programa Alimentario Nacional”-PAN que promueve Alfonsin en 1983; la crisis del 2001-2002, buscando paliar el hambre de adultos y niños con “soja solidaria” y una incierta “leche de soja”; programas alimentarios y la Asignación Universal por Hijo (2008) luego y la agraviante promesa de “POBREZA CERO” y “HAMBRE CERO” (2015)
BASTA DE HAMBRE
La grave problemática alimentaria y nutricional multiplica reclamos y propuestas. Urge aprobar una “Ley de Emergencia Alimentaria y Nutricional”, reforzar los presupuestos del Programa “Políticas Alimentarias” y los destinados a comedores y huertas, e incluso, la implementación de una Canasta Básica de Primera Infancia y el reintegro del IVA de los alimentos que integran la Canasta Alimentaria. Debería aprobarse también la “Ley de Góndolas”, estableciendo que un porcentaje de la comercialización de alimentos en cadenas y supermercados sean de productores locales, los agricultores familiares y la economía popular. Debe cesar la discriminación sobre estos actores, quienes deben recibir un fuerte estímulo por sus múltiples contribuciones; reglamentar y proveer recursos para la “Ley de Agricultura Familiar” es imprescindible al respecto.
Son muy valiosas las contribuciones del “1er Foro Agrario Nacional y Popular” y los “Aportes para un Plan Nacional de Desarrollo” de COOPERAR, al igual que las propuestas de regulación de la publicidad de alimentos dirigida a niños y la exigencia de un comprensible y claro “etiquetado” de los alimentos. No obstante el tema central sigue siendo cómo generar empleo de calidad, algo imprescindible para el bien vivir de todos, y que parece alejarse cada vez más antes los acuerdos comerciales en gestión.
Es fundamental que las organizaciones y movimientos urbanos profundicen su rol en la promoción y cuidado de la alimentación popular, que no puede quedar librada a la especulación de los pocos que controlan las principales cadenas alimentarias y la distribución, ni a un Estado que no garantiza el derecho humano a la alimentación. Afirmar alternativas en curso e impulsar cadenas cortas de producción-consumo, reducir la intermediación, fortalecer la organización y solidaridad de los consumidores es imprescindible pero no suficiente, en un país con 90 % de población urbana.
Hagamos posible que la crisis nos permita ENFRENTAR LA EMERGENCIA CON ACUERDOS QUE PRIORICEN LA VIDA Y VAYAN MÁS ALLA DE LA EMERGENCIA.
Fuente: CALISA FAUBA