Argentina-Chile: el territorio Llaimache y los nuevos invasores
"Actualmente, la lucha por la permanencia del territorio Llaimache prosigue y enfrenta nuevos desafíos y amenazas al convertirse en una zona de interés geoestratégico para diversos proyectos de corte industrial, que buscan el saqueo irrestricto de las fuentes de vida que alberga la cordillera privilegiada en recursos hídricos, forestales y geotérmicos."
Siguiendo los caminos que llevan a los faldeos meridionales del Volcán Llaima, territorio perteneciente al Wallmapu en la actual Comuna de Melipeuco de la Región de la Araucanía, se vislumbra un rico ecosistema de bosques húmedo-templados, nutrido por la presencia de ancianos protectores tales como robles, coihues, radales, álamos, raulíes, laureles, ñires -entre otros-, que se agitan armónicamente al son del viento, orquestados por la milenaria araucaria que desde las cumbres montañosas recibe abriendo sus brazos.
El verdor y sus matices no dan tregua y entre tanto regocijo de colores se anuncian ríos, esteros, cascadas, vegas y lagunas, fuentes de aguas puras que han escurrido ancestralmente dando vida al territorio Mapuche del Llaima, cuyos límites geográficos son el sector de Lonkotriuque al este, el Volcán Llaima al norte, el sector de Curacalco al oeste y el volcán Sollipulli al sur.
Según cuentan los antiguos, la zona ha sido históricamente lugar de tránsito y conexión entre los habitantes del Puel Mapu (Tierras del Este en Argentina) y el Ngulu Mapu, vía para la interacción económica, social y religiosa.
A fines del siglo XIX, escapando de la guerra entablada por el estado chileno se asientan en el valle cordillerano las primeras familias que irán configurando los diferentes Lof del Llaima Mapu como formas tradicionales de organización territorial. Los Llaimache proliferan cultivando vida y costumbres en estrecha conexión con la biodiversidad y los espíritus o ngen que abundan como fuerzas protectoras, siendo los más poderosos los pillanes del Llaima y el Sollipulli.
Uno de los más emblemáticos caciques que recorrió los recovecos del Llaima Mapu fue Kalfukura, cuya territorialidad alcanzó una vasta extensión de tierras a ambos lados de la cordillera, y quién lideró una férrea defensa bélica para combatir al invasor. Se dice que Kalfukura transitó por diversos lugares gracias al poder supranatural que cultivó con su piedra sagrada likan y que le permitió trasladarse a través de los ainis o sitios ceremoniales de conexión espiritual.
Luego de diversas y consecutivas estrategias de reducción territorial dirigidas con abuso y violencia por parte del estado chileno y los colonos arribados al territorio, la familia Llaimache debió hacer frente a adversas condiciones de vida que fueron sobrellevadas en comunión con la herencia sociocultural forjando una economía de autosubsitencia que se reproduce hasta el día de hoy.
Actualmente, la lucha por la permanencia del territorio Llaimache prosigue y enfrenta nuevos desafíos y amenazas al convertirse en una zona de interés geoestratégico para diversos proyectos de corte industrial, que buscan el saqueo irrestricto de las fuentes de vida que alberga la cordillera privilegiada en recursos hídricos, forestales y geotérmicos.
Así, se define una nueva fase de invasión al territorio Llaimache liderada por empresas nacionales y transnacionales cuyo accionar conlleva a una serie de impactos económicos, sociales, culturales y medioambientales de amplia envergadura.
Hacia fines de la década de los noventa, se constituye en el río el Membrillo el primer proyecto de inversión, es la piscicultura del holding Invertec S.A. propiedad del empresario Mario Montanari Mazzarelli, uno de los ideólogos del modelo “Chile potencia alimentaria”, que ha abierto paso irrestricto a la agroindustria en contra de la soberanía alimentaria de las poblaciones locales.
Pocos años después, la apropiación de las aguas del río Peuco se llevó a cabo por parte de la empresa pesquera Los Fiordos Ltda., perteneciente a la marca Súper Salmón y que forma parte del cuestionado consorcio Agrosuper, liderado por Gonzalo Vial de reconocido y amplio prontuario por contaminación y desastre medioambiental.
A este grupo de terroristas industriales, se suma la presencia del terrateniente Mario Garcia Sabugal, propietario de la empresa Magasa y culpable de la mancha lúgubre generada por las plantaciones de pino que avanzan en el territorio. Dichos monocultivos han sido sembrados en su mayoría en el área de Santa María de Llaima en tierras que fueron expoliadas al Pueblo Llaimache y entregadas al latifundista principalmente durante el periodo de la dictadura pinochetista. García es además inversionista y precursor de la industria energética hidroeléctirca vinculada a la construcción de centrales de paso como las de el Manzano, el Canelo y Tracura, cuales liquidan cursos de agua, secan saltos sagrados y constriñen los terrenos de las comunidades al obligarlas a servidumbres de paso para la instalación de las líneas de transmisión eléctricas de alta tensión.
Por si fuera poco, una desconocida afrenta se posiciona de forma silenciosa y con plena complicidad estatal, es la avanzada de la industria extractiva geotérmica que pretende la perforación de las cumbres volcánicas vinculadas al cordón de fuego del Pacifico de alta actividad sísmica. Las transnacionales que ya han logrado licitaciones para explorar, explotar y hacerse propietarias de las aguas subterráneas de más de 50.000 hectáreas de territorio Llaimache son Ormat Andina Energía Limitada y Energy Development.
Desde las profundidades, las raíces reviven frente a magnos atropellos, las conciencias reactualizan los tiempos de combate y el sentir de hombres y mujeres del Llaima Mapu florece para defender el territorio. La lucha y las diferentes formas de organización tienen precedentes históricos en las comunidades, sin embargo, los actuales colonizadores requieren de renovadas formas y estrategias de confrontación.
Al respecto, el despliegue de un proceso informativo ha sido esencial para comenzar a afrontar las nuevas amenazas industriales, el cuál ha implicado el seguimiento del curso de dichos proyectos conforme la institucionalidad medioambiental y energética. Además, se han desencadenado espacios de reflexión colectiva como diálogos, trawunes y encuentros que han reunido a diferentes referentes territoriales de base autoconvocados para definir acciones de movilización.
Consecuentemente, se han impugnado los procesos tendientes a solicitar la luz verde ambiental de dichos proyectos a partir de la elaboración de informes que revelan las consecuencias asociadas al desarrollo de las iniciativas industriales, cartas de oposición dirigidas a las autoridades ambientales y acciones legales tales como recursos de protección amparados principalmente en el convenio 169 de la OIT.
En este sentido, la confluencia intercultural entre mapuche y no mapuche que con un común compromiso se han coordinado para asumir la defensa del territorio Llaimache, ha sido relevante para el levantamiento de estrategias de respuesta y resguardo. El trabajo solidario de profesionales que desde diversas disciplinas han visibilizado las alteraciones al patrimonio cultural y natural, representa la construcción de una alianza de trabajo que ha logrado entablar la discusión y el cuestionamiento hacia el modelo de desarrollo que se pretende imponer en el territorio. Esta red de cooperación ha logrado inclusive estancar la proliferación de más proyectos tales como la central de paso Allipén y la piscicultura Molejones.
Las semillas que alimentan la lucha por la dignidad se riegan y continuarán regando en el Llaima Mapu con abundante agua de vida, la emancipación se confabula con tiempos propios mientras los renovales confirman su deseo por seguir siendo parte de este espacio de reliquia cultural, aguas cordilleranas y bosques milenarios. El territorio Llaimache se vive, se quiere y se defiende con la convicción y la solidaridad como armas indiscutidas de lucha.
Por María José Araya, integrante Grupo de trabajo por derechos colectivos
Artículo escrito para la Agenda Semillas de Agua 2013.
(MapuExpress)
Fuente: Olca