Alimentos ecológicos y transgénicos: imposible que existan puntos de encuentro
La Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE) concluye que lo que existen son más bien puntos de desencuentro entre los alimentos ecológicos y los transgénicos, a pesar de los deseos de científicos, políticos y las empresas promotoras de la tecnología OGMs en la alimentación.
Hoy en día, no se puede alegar ignorancia sobre el riesgo y las consecuencias de los transgénicos en la alimentación. Además la coexistencia entre cultivos transgénicos, convencionales y ecológicos se ha mostrado técnicamente imposible en la práctica en gran cantidad de situaciones reales en España. Se sale así al paso de las conclusiones a las que habían llegado algunos de los profesores pro-transgénicos en el pasado curso de verano de la Universidad de Almería en Vícar.
NP SEAE 3/08/10. Ni encuentro, ni coexistencia: En este momento no se puede alegar ignorancia sobre los riesgos y sobre las consecuencias del uso de transgénicos en la alimentación humana.
La tecnología transgénica, es uno de los componentes destacados de un modelo industrial agroalimentario que llevado a su máxima expresión ha demostrado ser un disparate en términos ambientales, económicos y ético sociales por ser:
- Lineal en sus premisas científicas, manifestando un profundo desconocimiento de los avances de otras disciplinas que participan en el conocimiento de la dinámica, eficiencia y estabilidad agrosistémica.
- Caduco en sus planteamientos técnicos –por ejemplo ha tenido que admitir el control biológico para superar la falta de operatividad de su premisa estrella una plaga-un pesticida-
- Gran consumidor de energía, fundamentalmente fósil procedente del petróleo a través del uso de fertilizantes, biocidas y maquinaria.
- Contaminadora de suelos, atmósfera y agua a niveles que, en algunos casos alcanzan la irreversibilidad en su recuperación
- Destructor de la biodiversidad natural y cultivada, directamente a través de la simplificación del paisaje e indirectamente a través de las patentes.
- Dilapidador del material genético que en forma de semillas y razas autóctonas nos puede permitir adaptarnos exitosa y localmente a escenarios climáticos cambiantes
- Causante mayoritario de la emisión de GEIs por el gasto de fertilizantes minerales, la mineralización de la escasa materia orgánica con la erosión del suelo y la intensificación de la ganadería.
- Terriblemente insolidario fundamentalmente con países en desarrollo que se ven obligados a “comprar” paquetes tecnológicos para dar de comer a otros países a costa de su hambre; en la exportación de externalidades que nos son más que daños y costes no compensados y en la compra-venta de alimentos con fines especulativos lo que ha dado origen a una alta inseguridad alimentaria.
Sin embargo, la transgenia aunque realmente es un componente más de la industrialización agraria, es el más peligroso, ya que genera una mayor incertidumbre que los demás, porque entre sus impactos se cuenta el de la contaminación biológica y en esto no hay umbrales mínimos de contaminación que pueden ser modificados de un año para otro, ni barreras que impidan su propagación. Además se trata de modificaciones del material genético, de la expresión de nuevas proteínas que una vez consumidas por animales o humanos, deberán ser reconocidas por sus sistemas inmunes –ya de por sí muy vulnerables por los procesos de bioacumulación y biomagnificación de compuestos xenobióticos ambientales- como para añadir un riesgo más….Y todo ello con el único propósito de que el agricultor produzca más, en una absurda ecuación donde se bajan los precios del producto en origen y se suben los de los insumos, lo que da como resultado que si no produce más, no se compensan los costes... y los beneficiarios de esto son los de siempre: las grandes empresas productoras de semillas, fertilizantes o biocidas, las petroleras, y los intermediarios del comercio globalizado. En el caso de la transgenia la “cuenta de la vieja” sale mejor: no sólo me compras la semilla sino el herbicida que debes utilizar.
Los grandes perjudicados son nuevamente los agricultores y ganaderos no sólo por la degradación de su base natural, sino de su salud y la escasa rentabilidad de su trabajo….Los otros grandes perjudicados las generaciones presentes –las pasadas que han hecho un duro trabajo olvidado- y las futuras.
Desde el punto de vista técnico, el problema no es sólo el eslabón transgénico dentro del sistema agroalimentario, sino la cadena de despropósitos en que se ha convertido este. Hoy más que nunca necesitamos un cambio de modelo. Y el modelo agroecológico reúne los requisitos que lo hacen más eficiente a la hora de producir alimentos –más calidad, menos gasto energético, más fertilidad del suelo, más biodiversidad, mayor valor añadido-; más exitoso en la rentabilidad de la producción, compaginando la gestión agroambiental del territorio, la rentabilidad y la calidad de vida –conservación del paisaje agrícola, diversificación económica, recuperación de la población rural-, más ético a la hora de asegurar la equidad en los procesos productivos, la mejora cuantitativa y cualitativa de la participación social en la toma de decisiones y la seguridad alimentaria de la población.
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Fuente: Noticias SEAE