Agroecología: ciencia, práctica y movimiento para alcanzar la Soberanía Alimentaria
En el año 2018 en Ecuador nace la frase Agroecología: ciencia, práctica y movimiento para alcanzar la Soberanía Alimentaria, como eslogan del VII Congreso Latinoamericano de Agroecología organizado por la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA). Esto en un contexto de posicionamiento mundial de la agroecología y una discusión profunda de su concepto y aplicación desde múltiples actores sociales, hecho que solo ha ocurrido con la agroecología juntando en una misma mesa y con una discusión al mismo nivel sin prejuicios ni descalificativos, a campesinos, científicos, consumidores, políticos y artistas desde las múltiples corrientes de pensamiento y tendencias de cada sector.
INTRODUCCIÓN
En ese conglomerado de ideas hay quienes sostienen que la agroecología no podría ser, si no está sustentada por una fuerte base científica, otros que la única forma de sostener la agroecología es desde el movimiento campesino; los consumidores, por su parte, creen firmemente que el desarrollo de la agroecología se encuentra en sus manos porque son el motor de la economía y los artistas aseguran que, sin arte, la agroecología no tendría sentido. Además, esta confluencia de actores es atravesada por las múltiples tendencias mundiales, como los ecologistas, los vegetarianos y veganos, los conservacionistas, las feministas, los capitalistas, progresistas y comunistas, entre otros, cuya discusión enriquece aún más la propuesta, donde siguen surgiendo más preguntas que respuestas como: La agroecología, ¿para qué? o ¿para quién?
En la historia del pensamiento y la formación de la ciencia nunca ha existido una confluencia más rica en diversidad de actores y tendencias como en la agroecología, cuyos preceptos y principios están siendo probados en la transformación de fincas, territorios y comunidades completas, como una respuesta dialéctica a los graves problemas que actualmente enfrenta el planeta, el cambio climático y el abastecimiento alimentario. En este contexto, donde pareciera que el mundo se dirige directo al apocalipsis, la agroecología cobra más sentido y obliga a repensar el diseño y el rol que juegan los sistemas productivos para enfrentar, resolver o adaptarse a esta nueva realidad que vive la especie humana.
Entonces el eslogan toma más protagonismo e invita a profundizar en la discusión entre todas las vertientes de la agroecología, cada una desde sus experiencias particulares, pero que solo en conjunto han logrado colocarla en los más altos niveles de discusión en el planeta. Uno de los temas más álgidos es si agroecología es una ciencia o una corriente política, pero muchas voces afirman que es las dos cosas, por ello, dos de los más destacados agroecólogos del mundo que representan estas dos vertientes, Peter Rosset y Miguel Altieri han publicado uno de los libros más importantes de la agroecología contemporánea, Agroecología, Ciencia y Política.
Cuando hablamos de la ciencia empezamos por la incidencia que la agroecología ha logrado en muchas universidades del mundo. Desde diferentes iniciativas como añadir una asignatura o una especialidad de grado o posgrado, maestría o doctorado, que genera información relevante como resultado de las investigaciones realizadas. Las mismas que han permitido superar los viejos enfoques de las ciencias agropecuarias tradicionales que simplificaron la agricultura y disminuyeron los procesos naturales a simples recetas nutricionales. Además, se ha logrado profundizar en el conocimiento de la complejidad de los agroecosistemas para poder transformarlos a favor del ser humano y la naturaleza.
Los avances científicos de la agroecología han sido muy notorios y luego de años de estudio, a la academia no le ha quedado más opción que aceptarlos, adoptarlos y necesitarlos, sin embargo, la tarea no será fácil, porque de la misma forma que un agroecosistema simplificado (monocultivo) debe convertirse en uno diversificado, complejo, también la mente de los docentes debe evolucionar de la simplificación a la complejidad, en ese sentido, una necesidad que se sostiene dentro de la academia es que no es suficiente tener una cátedra llamada agroecología, sino más bien que la agroecología se transversalice a todas las asignaturas de la formación académica, eso quiere decir que la asignatura de suelos deberá incluir en sus contenidos el manejo agroecológico del suelo, la de plagas el manejo agroecológico de plagas, la de malezas el manejo agroecológico de malezas y así con todas las demás. Eso ayudará a cambiar por completo el enfoque de un tipo de agricultura que se creó hace un siglo y que sus preceptos fueron adoptados sin resistencia por todas las universidades del mundo, sin la intención de evolucionar su enfoque en la misma medida que evoluciona, se transforma o lo necesita el planeta.
Cuando hablamos de la práctica, entendemos que la agroecología no se creó en las oficinas de las multinacionales, ni se diseñó bajo la tutela de los sabios científicos con intereses particulares. Fue diseñada a lo largo de la historia de las familias campesinas, que en una suerte de prueba y error iban entendiendo el manejo de cada agroecosistema donde habitaban. Cada práctica que funcionaba era transmitida, la selección de la semilla, las distancias de siembra, la asociación de los cultivos, el manejo de la sombra, del agua, del viento, el control de las plagas y las enfermedades en torno al entendimiento de la diversidad, entre otros conocimientos.
Aquellos que, por un tiempo, fueron desvalorizados, marginados y expropiados, pero que la agroecología lo ha rescatado y preponderado, colocándolo en el lugar que le corresponde. Esa sabiduría campesina, alguna vez maltratada, ahora es la base del conocimiento científico, que propone las vías claras para enfrentar los graves problemas de la humanidad. El reconocimiento de la sabiduría ancestral no merma el conocimiento científico, más bien lo potencia desde la realidad local de quienes son expertos en el manejo de sus agroecosistemas.
Estas prácticas, además, se diversifican en la realidad de cada territorio, por sus características únicas de piso climático, suelo, humedad, temperatura, etc., lo que se complementa por un fuerte componente cultural y étnico, que al mezclar todas esas variables da como resultado manejos inéditos y particulares de cada realidad local.
Cuando hablamos del movimiento significa que se fortalece del impulso de las organizaciones sociales, principalmente campesinas de todo el mundo, cuyo propósito de adoptar la agroecología como eje principal de su discurso va más allá de las técnicas de campo y el manejo de las fincas. Vista desde un enfoque político la agroecología se vuelve la herramienta más adecuada en la lucha por la dignidad de las familias campesinas.
Hace frente a las multinacionales de agrotóxicos y pesticidas para generar autonomía en la producción alimentaria. A través de la utilización de semilla criolla o nativa hasta la cosecha diversificada de los alimentos, primero para el consumo familiar y luego para la venta en los mercados. Además, pasa por el control de la comercialización creando mercados agroecológicos directos del productor al consumidor. Esto es una respuesta contundente al comercio de alimentos globalizados, pero principalmente a la elitización de la comercialización de alimentos orgánicos que ha excluido a los pobres del acceso a alimentos sanos. La fuerza de la organización social ha logrado posicionar a la agroecología en políticas públicas, leyes y constituciones de muchos países, que a pesar de aún no generar los cambios esperados, ha logrado incidir en la opinión pública en las últimas décadas, dejando el terreno fértil para lograr avances más significativos.
Como complemento, se encuentra la vinculación entre la Agroecología y la Soberanía Alimentaria, la que parece lógica, pero que no nace como un accidente, más bien se forja en el camino de la discusión social, política y académica basándose en la importancia y relación existente entre ambas. Al hablar de la agroecología como herramienta para alcanzar la soberanía alimentaria estamos encauzando la fuerza de sus preceptos y acciones en todo el mundo hacia la producción de alimentos para los seres humanos, porque de otra forma podría tomar cualquier rumbo, podría por ejemplo ser una herramienta de los agroexportadores para mejorar la calidad de sus cosechas y conseguir precios más elevados, las que generalmente termina en la industria y en el último de los casos para la alimentación humana, o podría fortalecer un nuevo mercado global de alimentos sanos agroecológicos colocados en perchas diferenciadas en los supermercados, entre otras cosas. Por ello la agroecología debe permanecer en manos de los pequeños y medianos productores teniendo como propósito fundamental la producción de alimentos para los seres humanos. De otro modo, en un futuro no muy lejano tendremos sellos sumamente costosos para productos agroecológicos colocados por las empresas multinacionales, «acreditando» la calidad de los productos de las fincas campesinas, controlando un nuevo mercado que terminará pagando muy mal a los productores y un precio final excesivo que no permitiría el acceso de todos los consumidores.
La discusión que permanentemente se repite entre los entendidos de la agricultura convencional es sobre el papel que juegan los campesinos o su aporte a la agricultura, la cual generalmente termina en la dominación de la ciencia sobre el conocimiento ancestral, lo que años atrás fue conocido como transferencia de tecnología no era otra cosa que la colonización del conocimiento y el despojo de todo lo ancestral, entendido como ineficiente o improductivo, pero mucho más allá de eso y con su obsesión en la productividad, la industria agropecuaria olvidó los otros problemas que afectan a la producción de alimentos y con ello profundizaron el desastre ecológico, la pérdida de suelos, la proliferación de plagas y enfermedades y el deterioro nutricional de los alimentos. Ahora el mundo ha tenido que regresar la mirada, hacia aquellos que, algún día, fueron menospreciados y rescatar información valiosa para hacer frente a los actuales desafíos que vivimos como seres humanos.
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Agroecología: ciencia, práctica y movimiento para alcanzar la Soberanía Alimentaria
Fuente: LEISA