Agrocombustibles: la nueva frontera para los transgénicos. Declaración a la Conferencia Internacional sobre Biocombustibles en Brasil
"No aceptamos las falsas soluciones que se presentan a los graves problemas del planeta y de la humanidad: el hambre y el cambio climático son asuntos que exigen cambios estructurales en nuestra sociedad y economía, empezando exige redireccionar urgentemente el fallido modelo agroindustrial petro-dependiente y la urbanización insostenible. No reconocemos el modelo que está destruyendo el planeta, el clima, la biodiversidad y todo el patrimonio natural, atentando contra las bases de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos."
São Paulo, Noviembre 2008
Pasados 12 años desde la primera liberación comercial de los cultivos OGMs, la industria biotecnológica NO ha cumplido con la promesa de ‘salvación del hambre en el mundo’, su principal argumento frente a la gran oposición al cultivo de alimentos transgénicos.
Hoy el argumento de la industria es que los transgénicos son una pieza clave para ayudar a solucionar el problema del calentamiento global y del cambio climático. Para eso ahora se promueven los llamados ‘climate-ready crops’, cultivos OGM que serían más resistentes a las sequias, y los cultivos ‘energéticos’, diseñados y destinados a la producción de agrocombustibles y no de alimentos.
Para la industria biotecnológica, los agrocombustibles representan una nueva oportunidad para abrir nuevos mercados e insertarse en países que hasta el momento se han mantenido “libre de transgénicos” con el argumento que estos cultivos no van a entrar en la cadena alimentaria. Al respecto, el presidente Lula afirmó: “(...) una parte del biodiesel será producido a partir de la soya, en vez de que el pueblo coma soya transgénica, nosotros vamos a producir biodiesel de la transgenica, … el carro no lo rechazará, no existe ningún problema, y la gente va a comer la soya buena. [1] ”
En el 2007, en Estados Unidos se destinaron 7 millones de hectáreas de maíz transgénico para la producción de etanol y cerca de 3,4 millones de hectáreas de soya RR para agrodiesel; a esto se suman las más de 55 mil hectáreas de canola transgénica para agrodiesel en Estados Unidos y Canadá. La producción de agrodiesel podría representar hasta el 25% del consumo total de aceite de soya en Argentina, Brasil, Estados Unidos y la Unión Europea en septiembre de 2008. La soya RR cubre extensas áreas en Argentina, Paraguay, Uruguay y se está extendiendo a Brasil.
La caña de azucar, el principal cultivo para la producción de etanol, es objeto de manipulación transgénica y recientemente fue declarada por la Monsanto ‘un commodity global, al lado de la soya, del maíz y del algodón’; ese nuevo status para la caña fue anunciado en la primera semana de noviembre, cuando la Monsanto compro por US$ 290 millones de dólares las empresas de biotecnología brasileñas con investigaciones más avanzadas para la producción de caña de azúcar y de eucalipto transgenico: CanaVialis y Alellyx (antes propiedad de Votorantin, conglomerado industrial y celulósico brasileño). Con esta adquisición, Brasil se consolida como centro mundial de investigación de caña para Monsanto y lidera los experimentos para agrocombustibles de segunda generación. Teniendo en cuenta el papel de Brasil en promover su modelo de etanol a otros países, consideramos que esto podría transformar los países de América Latina, el caribe y África en grandes zonas de monocultivos de caña de azúcar y eucaliptos transgénicos, para alimentar la industria automovilística mundial, y a medio plazo la cadena emergente de ‘bioplasticos’.
Nosotros de la RALLT y del African Center for Biosafety, entendemos estos graves problemas, por ello rechazamos la promoción de transgénicos para energía. La demanda de producción masiva de biomasa para energía, constituye un cambio estructural sobre la agricultura y un avance de la amenaza transgénica sobre la biodiversidad y soberanía alimentaria de los pueblos.
No aceptamos las falsas soluciones que se presentan a los graves problemas del planeta y de la humanidad: el hambre y el cambio climático son asuntos que exigen cambios estructurales en nuestra sociedad y economía, empezando exige redireccionar urgentemente el fallido modelo agroindustrial petro-dependiente y la urbanización insostenible. No reconocemos el modelo que está destruyendo el planeta, el clima, la biodiversidad y todo el patrimonio natural, atentando contra las bases de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos.
Por lo tanto:
· Rechazamos este nuevo intento de querer transformarnos en un nuevo patio trasero de las empresas biotecnológicas, petroleras y automovilísticas.
· Rescatamos nuestro derecho a decidir soberanamente qué, cuando y para que usar nuestros territorios
· Hacemos un llamado a la sociedad civil organizada a iniciar un camino hacia una sociedad post-petrolera, libre de transgénicos, libre de toda tecnología que promueve dependencia y demandamos que se recupere una producción a escala humana.