¡Se derrumbó Cancún!, por Simone Lovera, Amigos de la Tierra Internacional

La noche del sábado 14 de setiembre se desató en las calles de Cancún una de las fiestas más increíbles de los últimos años, cuando miles de organizaciones no gubernamentales (ONGs), agricultores, pueblos indígenas, grupos de mujeres, grupos de jóvenes, defensores de los bosques y otras personas celebraron el derrumbe de la Quinta Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio, que fue dada por finalizada sin ni siquiera la posibilidad de una vaga declaración "de balance"

Por supuesto, en cierta forma tampoco había mucho que festejar. El hecho de que la Quinta Reunión Ministerial no haya logrado alcanzar ningún tipo de acuerdo es una evidencia trágica de la falta de voluntad política, en especial de la UE y EE.UU., de cumplir sus propias promesas retóricas sobre lo que sin fundamento alguno se dio en llamar la "ronda de desarrollo" de las negociaciones comerciales de la OMC.

El borrador de la Declaración Ministerial publicado el 13 de setiembre fue lo que causó la furia de los países en desarrollo y llevó al derrumbe de las negociaciones. Demostrando la inmensa arrogancia de EE.UU., la UE y sus aliados entre el personal y los facilitadores de la OMC, el borrador de declaración simplemente ignoró las preocupaciones y las opiniones del sur.

Por ejemplo, a pesar de que más de 70 países del sur habían afirmado claramente que no querían comenzar las negociaciones para lograr un acuerdo sobre inversiones, o sobre los llamados "nuevos temas", el borrador anunció el inicio de varias de esas negociaciones. Uno de los acuerdos en cuestión habría restringido gravemente los derechos de los gobiernos a imponer normas y políticas restrictivas a los inversores extranjeros, tales como compañías madereras o agroindustrias.

Peor aún, el borrador de declaración, mediante una tramposa pequeña nota al pie, relacionaba abiertamente estas negociaciones con las negociaciones sobre agricultura, que han mantenido de rehenes a los países del Sur desde el establecimiento de la OMC en 1995. Después de todo, la única razón por la cual los países en desarrollo todavía se mantienen en el juego de la OMC ha sido su deseo desesperado de frenar las devastadoras prácticas de dumping de la UE y EE.UU. en el sector agrícola. Los miles de millones de dólares de subsidios directos e indirectos que estos países proporcionan a la agricultura orientada a la exportación destruyen los mercados de los pequeños agricultores de todo el mundo, y llevan a la devastación de la agricultura en pequeña escala en países tan distintos como México, India, Benin y Corea del Sur. Como explicara Kim Choony de KFEM/FoE-South durante la conferencia, el cultivo de arroz en pequeña escala en países como Corea, no es sólo una estrategia de supervivencia indispensable para millones de pequeños agricultores coreanos, sino además una expresión profundamente enraizada de la cultura coreana. Por este motivo, uno de los líderes del movimiento de agricultores coreanos, Lee Kyung-Hae, se inmoló en medio de una manifestación de agricultores el primer día de la conferencia. "¡Todos somos Lee!" fue un grito frecuente entre los agricultores que manifestaron por las calles durante toda la reunión de la OMC.

Sin embargo, el borrador de declaración demostró que la OMC nunca tomará seriamente estos temas. No contenía ninguna propuesta concreta para detener el dumping agrícola, y representaba un nuevo paso hacia la prohibición de los aranceles y otras barreras con las cuales los países en desarrollo están intentando proteger a sus agricultores contra el dumping del Norte. Esto hubiera llevado a una mayor expansión de la agricultura en gran escala orientada a la exportación, que ya es la causa más importante de deforestación en todo el mundo.

Es probable que otras negociaciones que se realizan en el ámbito de la OMC también tengan efectos devastadores sobre los bosques y los pueblos que habitan en ellos. Los intentos de la UE de incluir los servicios ambientales como, por ejemplo, la protección de la naturaleza y el manejo de cuencas, en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS, por sus siglas en inglés), llevarían a que los gobiernos y las ONGs ya no puedan brindar apoyo financiero a los proyectos de manejo forestal comunitario en pequeña escala. Este apoyo sería considerado como "discriminación" hacia las corporaciones transnacionales y las ONGs conservacionistas que quieren instrumentar los servicios de protección de la naturaleza y manejo de cuencas base a criterios comerciales.

La bestia fue herida de gravedad en Cancún. Fue herida por hombres como Lee Kyung-Hae, que dieron a los países en desarrollo la confianza para levantarse durante las sesiones finales de la negociación y afirmar que estaban allí para defender los derechos de sus agricultores, y que no volverían a sus países sin haber cumplido esta tarea. Pero la bestia no está muerta. Los pedazos desparramados de las negociaciones de Cancún serán llevados a Ginebra, donde la OMC hará todos los esfuerzos posibles por pegarlos con cinta adhesiva para volver a convocar la Reunión Ministerial, posiblemente incluso en los próximos seis meses.

Sin embargo, es de esperar, como mínimo, que los países del Sur tengan una posición mucho más fuerte en estas nuevas negociaciones, sabiendo que tienen el derecho y la obligación de luchar por las vidas, el sustento y los ecosistemas de los millones de pequeños agricultores, pueblos de los bosques y otras comunidades locales a las que se supone están representando en estas negociaciones.

Quizás, de esta forma, ya no puedan seguir aprovechándose de nuestros agricultores, nuestros bosques y nuestros pueblos de los bosques.

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