El desarrollo de la agricultura intensiva, que se caracteriza por la concentración parcelaria, expansión de monocultivos, mecanización de prácticas agrícolas, utilización de agrotóxicos y estandarización de la producción agrícola por la promoción casi exclusiva de algunas variedades de alto rendimiento, ha traído como consecuencia una inquietante pérdida de biodiversidad a nivel mundial.