"Lo que no saben ellos es que no necesitamos de nadie que venga a mejorarnos las semillas. Hace 12.000 años que lo venimos haciendo los pueblos, y nos ha ido bastante mejor que ahora, con este modelo ecocida y genocida. La semilla es un patrimonio común de los pueblos al servicio de la humanidad, no una mercancía. Es una propiedad colectiva, y el uso propio de ellas es un derecho humano irrenunciable, y elemental para la biodiversidad génica."