Los disruptores endocrinos son compuestos químicos peligrosos que pueden originar tumores cancerosos, defectos de nacimiento y otros serios desórdenes en el desarrollo. Deberían estar prohibidos, pero en lugar de eso, la Unión Europea está a punto de dar a la industria química el regalo que siempre han deseado: Una regulación que parezca estricta pero no haga casi nada para proteger la salud pública.