"Al contrario de lo que se difunde, la aventura de alterar el ADN de nuestros cultivos alimenticios mediante las técnicas de la llamada ingeniería genética (IG), no ha estado sustantada en ciencia, más bien, la ha deshonrado. Sus ingenieros y quienes los apoyan, con frecuencia han ignorado, y hasta ocultado o destruido, evidencias científicas".