La reforma agraria integral y el desarrollo rural integral, debe responder a la transformación de la estructura de tenencia de la tierra llevando educación, capacitación, tecnología y crédito al área rural, asegurando de esta manera, un proceso auto sostenido de desarrollo con características nacionales que tenga como principio el respeto a la vida y la dignidad humana, el combate a la pobreza y extrema pobreza rural para garantizar la seguridad y soberanía alimentaria, el fortalecimiento de la economía campesina, el respeto a la territorialidad de los pueblos indígenas y afro hondureños, la nacionalización de los recursos naturales y la protección del medio ambiente