En este artículo hacemos una crítica a los ensayos de institucionalización de la agroecología, los cuales contrastamos con los procesos sociales de los movimientos sociales. Argumentamos que la forma de trabajo de la agroecología popular es muy distinta a la lógica con la que se están diseñando políticas públicas, programas y proyectos por parte de gobiernos, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales, que acá clasificamos, según su orientación política, como “neoliberales” o “reformistas”. Mostramos la radical diferencia política, económica, organizativa, metodológica, pedagógica y filosófica entre estas “falsas agroecologías” y las “agroecologías emancipadoras”. A partir de esta divergencia proponemos seis principios para construir procesos agroecológicos realmente transformadores y revolucionarios: 1) cuestionar y transformar estructuras, no reproducirlas; 2) conformar economías basadas en el valor de uso, no en el valor de cambio; 3) fortalecer la organicidad y pensar en procesos colectivos, no en proyectos individualizados; 4) construir procesos horizontales, no jerarquías; 5) formar para luchar y transformar, no para conformarse; y 6) actuar desde la cultura y la espiritualidad, no desde el productivismo.