"Historizar y contextualizar el aborto nos permite ver cuál es la verdadera naturaleza del debate, y el sustento epistemológico “pro-vida” se cae cuando empezamos a pensar la vida como un concepto que no es ni neutro ni ahistórico sino que está teñido de valor cultural. En virtud de controlar la natalidad, los cuerpos gestantes tuvieron que ser disciplinados. Así, para defender la vida humana “en potencia”, las vidas concretas de mujeres, su deseo y su humanidad se vieron relegadas a un lugar de irrelevancia política; sus cuerpos se volvieron cuerpos dóciles para la muerte."