Nos encontramos ante una verdadera recolonización de la naturaleza de la mano de los grandes poderes trasnacionales en el marco de la disputa por la hegemonía entre los nuevos y viejos centros de poder. La opción de los agrocombustibles es una decisión geopolítica que compromete el paisaje y la vida de las generaciones venideras, asumiendo sin prudencia los riesgos de una catástrofe ecológica cuyos efectos colaterales se socializan en beneficio de las corporaciones trasnacionales de energía, alimentación y tecnología para la reproducción del capital.