La crisis del capitalismo que hoy vive el mundo, presente desde 2008, es una crisis de humanidad muy profunda y peligrosa. Sin precedente por su magnitud; por su extensión global; por el alcance de la degradación ecológica y del deterioro social; por la escala de la violencia, y por la concentración, en manos de unos cuantos muy poderosos, del control de las vías de esa violencia, de los medios de comunicación y de los medios de producción simbólica.