Horas antes de que amanezca, frente al parque de la colonia Lázaro Cárdenas, Valle de San Quintín, hombres y mujeres embozados con paliacates se arremolinan en torno a los camiones destartalados que los esperan para llevarlos a los surcos. Trabajan a cambio de una paga irrisible por diez horas de trabajo, ya sea en el corte de fresa, arándano, mora, cereza, pepino, tomate, nopal o apeo de cebollas.