"Negar a los pueblos indios es hábito vergonzante de los poderes mexicanos y de una sociedad hegemónica que no se reconoce racista pero lo es, y mucho. Siempre ha representado una estupidez de efecto genocida... Sin la participación directa y en primera persona de los pueblos originarios, sin su fuerza y sabiduría, no habrá resistencia civil pacífica que valga, ni una nueva Constitución que proteja a la Nación y los derechos humanos. Para decirlo pronto, sólo con ellos es posible un México nuevo, democrático, justo y soberano"