"Las tierras de Syngenta, así como los latifundios improductivos, las tierras devastadas por las madereras de Pará, las tierras criminales por el trabajo esclavo y las drogas, los latifundios extranjeros que amenazan la soberanía nacional – ya deberían haber sido entregados para los proyectos colectivos de la reforma agraria y para el asentamiento de millares de familias que viven acampadas. Sucede que el Brasil está inmerso en un gran juego comandado por el capital internacional, por las elites nacionales entreguistas y por la casta política dirigente corrupta, que se somete a los intereses de los bancos, de las empresas y de las grandes corporaciones que dominan el mundo"