En las últimas décadas, la discursividad sobre la problemática ambiental y territorial se ha visto inundada por un concepto que pareciera haber surgido con la fuerza de explicar el núcleo duro de la cuestión. El así llamado “extractivismo” ha entrado en escena superando las disquisiciones previas que remitían fundamentalmente la problemática ambiental a desajustes de planificación, organización o hasta de conductas individuales para poner en el centro de la escena al modelo de desarrollo y sus injusticias geopolíticas, o por lo menos a ciertos aspectos del modelo de desarrollo como la fuente primordial a partir de donde poder entender la “crisis ambiental” del presente.