En América Latina, la ecología política de los minerales no energéticos es particularmente delicada, pues esa industria extractiva, altamente devastadora, ambiental y socialmente, está vinculada a la transferencia de excedentes hacia los Estados capitalistas centrales, sobre todo, hacia Estados Unidos. Una revisión del panorama actual devela la creciente y sostenida deuda ecológica que el Norte debe al Sur a causa de una actividad, entre otras, a la que públicamente no suele ponerse ya mucha atención