Si analizamos los procesos que están teniendo lugar en el escenario de la civilización occidental, podremos descubrir con sorpresa que mientras la biología se sitúa en el centro de muchos de los debates –biotecnología, agrocombustibles- el interés en la conservación de la biodiversidad vuelve a retroceder en las agendas de la mayoría de los gobiernos del mundo.