En este contexto neoliberal marcado por la violencia y la exclusión, los movimientos campesinos se encarnan como actores sociales de relevancia, exigiendo el cumplimiento de derechos, reclamando una redistribución de tierras justa y produciendo alimentos sanos para el pueblo. Es por esto que la vuelta al campo se propone como una salida a la crisis climática y alimentaria global, mostrando alternativas y herramientas concretas para los territorios.