Las sucesivas crisis sanitarias, ambientales y sociales ocurridas en el archipiélago de Chiloé y las regiones patagónicas de Aysén y Magallanes demuestran que la industria salmonera es ambientalmente insustentable y constituye una grave amenaza para la salud pública, la seguridad alimentaria, los intereses de los consumidores, y los derechos de las comunidades costeras y pueblos originarios.