Las semillas nativas en México son fundamentales para la producción y reproducción de los sistemas agroalimentarios tradicionales como la milpa, además son un legado de la naturaleza y de las diversas culturas, reconocidas como reservorios genéticos vivientes e itinerantes, donde su siembra y cosecha es un acto de resistencia y autonomía alimentaria. Actualmente, nuestras semillas nativas son faros de diversas disputas territoriales en torno a su conservación y permanencia en la vida cotidiana de los pueblos originarios y comunidades campesinas, que hacen agricultura milenaria -llena de vida comunitaria- que tienen enfrente a una agricultura del despojo, con etiqueta de privatización y biotecnología transgénica, sin familias campesinas, que es sinónimo de muerte de la biodiversidad, restringiendo el acceso, circulación y el libre intercambio de semillas -que da origen a la vida- negando absolutamente la soberanía alimentaria y sometiendo al pueblo en una dependencia inhumana.