Biodiversidad, sustento y culturas #86

En este número de Biodiversidad, sustento y culturas, hablamos de lo que significa el territorio y cómo lo cruzan cuatro ataques: la mineria, REDD, los monocultivos y los fertilizantes químicos. Pero nuestra mirada quiere ser más vasta. Indagar la relacion entre nuestro cuerpo y nuestros territorios, entre nuestra resistencia y la necesaria reconstitución de nuestra creatividad y nuestra organización. Nos asomamos a los proyectos mineros en América Latina, a la invasión china de los espacios de producción de alimentos, a la dificultad de que las corporaciones y los gobiernos realmente hagan un cambio urgente en la próxima cumbre climática en París, a partir de las propuestas corporativas para seguir lucrando con los combustibles fósiles, con los fertilizantes que les son vitales a su depredador modelo agroindustrial y automotriz.

En la portada la foto nos muestra un mural del Movimiento Campesino de Santiago del Estero para la escuela de formación agroecológica que impulsan desde varios lados organizaciones pertenecientes a la Vía Campesina.

Y lo que un mural así nos rememora es el peso de quienes son cruciales y simpre estarán entre nosotros, el peso de nuestro arraigo a nuestra gente, a nuestras tradiciones, a nuestra historia propia y a la historia como la vemos desde nuestro particular lugar donde vivimos y somos — desde nuestro particular paso por la vida.

En realidad, hablar del territorio siempre nos remite a nuestro particular eje desde donde tejemos las relaciones significativas, pertinentes, gozosas, visionarias, creativas e imaginantes que es vital reinvidicar y que siempre están presentes, aunque a veces las dejemos de tomar en cuenta.

Por eso los movimientos feministas reivindican más la idea de que el territorio más primero es nuestro propio cuerpo, ese territorio que ha sido acaparado y resistido desde principios de los tiempos junto con todos los otros territorios que defendemos para que el futuro siga teniendo un horizonte real y pleno de vida abierta.

Hoy volvemos a reivindicar que cualquier acaparamiento de tierra origina la fractura más brutal: hacernos presa de quienes la acapararon, al tiempo de deshilacharnos toda la vida entera en ese primer acto de sometimiento que a toda costa debemos resistir, porque nuestro sentido de humanidad, de memoria, de dignidad, de respeto, quedarían en entredicho.

Para acceder a la Revista (PDF) haga clic en el enlace a continuación y descargue el archivo:

Comentarios