Sembramos a tres partes: los surcos de la agroecología y la soberanía alimentaria
Nelson Alvarez libera los contenidos de este libro para aportar a las luchas por la soberanía alimentaria de las comunidades en estos tiempos de confinamientos.
Allá en las montañas del Barrio Matuyas de Maunabo, una tarde que la memoria pinta luminosa y fresca, en el batey de Don Santos Rodríguez, aquel jíbaro campesino de más de setenta años, cuerpo delgado y sonrisa amplia, recordaba que en la época de su juventud en aquellos montes sembraban, durante los tiempos secos de la cuaresma antes de las lluvias de mayo, talas diversificadas e integradas de varias cuerdas para suplir una buena parte de los alimentos. Fue aquel día que Don Santos me dijo: “Nosotros sembramos a tres partes: una para la familia, otra para los vecinos, y otra para las sabandijas.”
Esa frase que me fue trasmitida hace varias décadas, ha sido como un mantra, un koan zen, un enigma, de esos que los maestros pasan de generación en generación para ser descifrados en el trascurso de la vida. Este libro tiene mucho de ese aprendizaje que ha transitado lugares, tiempos, intercambios, saberes, pueblos y personas. Aunque encierra conceptos y complejidades que se desmenuzan en las páginas que siguen, quiero ampliar aquello de las tres partes: La familia: La agricultura campesina y familiar, la del conuco, tala, milpa o chacra, la indígena en su vínculo espiritual con la tierra, la agricultura familiar que alimenta a la gran mayoría de la humanidad, tiene como primera razón de ser el autosustento del núcleo productivo.
En el imaginario campesino familia es un concepto amplio que incluye parientes en relación horizontal y vertical, compadres y comadres, mientras que en muchas cosmovisiones originarias incluyen también a todos los seres animados y físicos que nos acompañan sobre la Tierra.
Los vecinos: La agricultura tradicionalmente está insertada en un medio físico y social, la cultura del agro, y se nutre de complejas redes de interacción que facilitan el flujo de bienes y servicios, mientras aportan estabilidad y seguridad. Parte de la producción de las fincas campesinas y familiares entra en los circuitos locales, ya sea a través del trueque, el comercio o la solidaridad. Esto provee a las familias agrícolas dinero para adquirir lo que no pueden producir, de trabajo en intercambio para las labores más pesadas y apoyos comunitarios de buena voluntad. Es la agricultura local en su mejor expresión.
Las sabandijas: Siempre se pierde una parte de las siembras a las plagas y enfermedades, pues por más ecológica que se intente, la agricultura es una intervención humana sobre la naturaleza, con la intención de producir lo que sembramos desplazando a la fauna y flora del lugar. Las y los agricultores interactúan y son parte de una multiplicidad de procesos complejos con la naturaleza: por lo tanto es normal que algunas de las siembras, animales y otros emprendimientos no funcionen como si fueran máquinas industriales. Mientras tanto, el Dr. David Pimentel (2005), de la Universidad de Cornell, nos dice que tradicionalmente en la agricultura se ha perdido una tercera parte de los cultivos por plagas y enfermedades, mientras añade que a pesar de los millones de toneladas de plaguicidas usados en el mundo anualmente, se pierden entre 35 y 40 por ciento de los cultivos. Don Santos constataba esa realidad desde su experiencia jíbara campesina.
En el subtítulo del libro reivindicamos la palabra surcos, sinónimo de zanjas, caminos, canales, veredas y sendas, que recoge conceptos que nos parecen apropiados para esa compleja realidad campesina que está en la base de la agroecología. Un surco es una zanja, una cuneta o un cauce que se realiza con el arado sobre un terreno. También refiere a las huellas que quedan sobre la tierra al andar. Los caminos que van desde la agroecología a la soberanía alimentaria no suelen ser lineales, estáticos, dogmáticos, jerárquicos ni excluyentes, por eso proponemos andar por los surcos compartiendo dudas, errores, peligros, saberes, respeto y responsabilidades…y por supuesto, conocimientos, satisfacciones, éxitos y beneficios.
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