¿Qué pasa realmente en la Amazonía?
Visitamos la región del Tapajós, en el estado brasileño de Pará, cerca de la Terra de Direitos y la Unión de los trabajadores Rurales de los municipios de Santarém y de Alenquer, para oír las historias de resistencia de los pueblos frente al asedio impuesto por el capital en la Amazonia. El escenario, que ya era aterrador, empeora en el actual contexto de la pandemia del Covid-19: monopolizadores de tierras, mineros y madereros ilegales no están preocupados por respetar la cuarentena; al revés, quieren aprovechar la parálisis del gobierno para avanzar aún más sobre los territorios.
Conviene añadir que, según los estudios ( aqui, aqui e aqui, este último en español), la expansión del agronegocio y la destrucción ambiental que acarrea, se constituyen cómo los principales motivos del avance de diversas pandemias alrededor del mundo, incluso la del coronavirus.
El engranaje del capital aplasta la Amazonia, sus pueblos, bosques y ríos: por un lado, la expansión de la producción de soja y de ganado, junto al derrumbe y el comercio ilegal de madera y los incendios criminales que “preparan la tierra” para el agronegocio; por otro, los megaproyectos de minería e infraestructura necesarios para el transporte de productos y entrega de bienes comunes brasileños, como puertos y ferrocarriles. Todos tienen un alto impacto en las comunidades locales. En medio de esto, bajo fuerte presión y amenazas constantes, hay pueblos que siguen en lucha, manteniendo fuerzas. Estas son las historias de resistencia que contaremos a continuación.
Antes de nada, se hace necesario una breve introducción, así podremos llegar a una comprensión del contexto y la complejidad de estas luchas. Esta introducción está dividida en cuatro partes: la primera de ellas sigue abajo, a las otras podrá accederse por medio de los enlaces disponibles al final del texto. Justo después de estos enlaces, aportamos pequeños resúmenes de las historias que contaremos – podrá accederse haciendo click sobre el título correspondiente.
Una breve introdución, dividida en cuatro partes, y después las historias.
1. Contexto
No es de se extrañar que los incendios en la Amazonia en 2019 llamaran la atención del mundo: de enero a agosto, en comparación con el mismo periodo en los últimos tres años, el aumento de incendios fue del 34%; hubo un 55% más de deforestación en la región; y, aún así, 11% más de lluvias, lo que demuestra que la causa del fuego no fue la sequía, sino la acción humana.
Desafortunadamente, ninguna sorpresa: en agosto del año pasado, en referencia al Día del Fuego y al aumento de incendios, dijimos:
– La mano manchada de sangre que enciende la llama del capital es la política neoliberal colonialista, tan dócilmente aceptada por el gobierno de Bolsonaro. A ella atribuimos el ataque a los pueblos de la Amazonia y sus territorios.
Pero habría que retroceder aún más, hasta el periodo de campaña electoral, en 2018, cuando ya se notaba una completa ausencia de políticas enfocadas al medio ambiente, señales de lo que estaba por venir ( la propia expresión “medio ambiente” aparecía solamente una vez en el programa del gobierno del entonces candidato Jair Bolsonaro). En efecto, lo que representa un inmenso contratiempo para la pauta ambiental y agraria de Brasil fue refrendado por el propio discurso del actual presidente cuando afirmó [dirigiéndose a los ruralistas, obviamente]: – Este es el gobierno de vosotros.
El asedio capitalista se expresa en diferentes formas y etapas: desde el “ciclo de monopolización de tierras”, que consiste en la invasión del territorio, extracción ilegal de madera, incendios para “limpiar la tierra”, introducción de monocultivos y pecuaria; hasta el intenso uso de pesticidas que contaminan áreas vecinas y fuentes de agua; y el desahucio de las familias de agricultores, comunidades tradicionales, quilombolas y pueblos nativos que son empujados a vivir en las periferias de las grandes ciudades, incorporándose a la clase más empobrecidas de la sociedad. Por otro lado, quien decida luchar por sus territorios y por la naturaleza, habrá de enfrentar amenazas y ataques contra su vida. Dibujos de Paulo H. Lange.
Es sabido que el acecho capitalista sobre la Amazonia remite a tiempos pre-Bolsonaro. Sin embargo, salta a la vista que la situación actual no ha hecho más que empeorar: ahora, ella, la Amazonia, es considerada un inmenso stock de tierras, un amplio espacio disponible a la expansión del agronegocio que ya consumió casi la totalidad de otros biomas del país (el cerrado, el pantanal, el pampa). Los números muestran el terrible efecto generado por las políticas del actual gobierno brasileño: por primera vez en el recuento histórico, que empezó en 2002, se comprobó un aumento de incendios en otros biomas del país – en total, la zona devastada en 2019 fue 86% mayor que en el año anterior. En el caso del Pantanal, el bioma más atacado, los números son alarmantes: el ascenso en las quemadas es de 573%. Estos datos son disponibilizados por el INPE (Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais), y no es por casualidad que Bolsonaro intente constantemente deslegitimar y controlar esta institución.
No es casualidad que el gobierno actual asocie la floresta Amazónica con una “región improductiva y desértica”. Esta es la visión neoliberal de la naturaleza: un negocio a explotar, sea cual sean los daños colaterales o las vidas perdidas.
Abajo, en los enlaces, sigue el texto introductorio. Haz clic en cada uno de ellos para seguir con la lectura:
2. Las respuestas de Bolsonaro a los incendios son en nombre de un mercado vinculado a los grileiros del agronegocio
3. El “ganar-ganar” de las empresas financiadas con la explotación de la naturaleza
4. Por fín, ¿quién está realmente detrás de estos crímenes?
A continuación, lea algunas de las historias de resistencia de los pueblos de la Amazonia al asedio
capitalista en contra de sus pueblos, la floresta y sus ríos:
EL ASEDIO, DIBUJADO EN UN MAPA
El presidente del Sindicato dos Trabalhadores Rurais, Agricultores y Agricultoras Familiares de Santarém (STTR-STM), Manoel Edivaldo Santos Matos, conocido como Peixe, explica el asedio del capitalismo en la Amazonía desde un mapa de la región de Tapajós. No es casualidad que el Plan Maestro de Santarém, una ciudad al borde de la conjunción de Tapajós y el río Amazonas, uno de los canales de agua más importantes del Amazonas, se modificó para adaptarse a la expansión capitalista sobre la región, y esto ocurrió en el apagón de las luces en 2018 -la última sesión legislativa del año.
Proyectos de construcción de puertos en el Río Maicá pusieron en riesgo la sustentabilidad de 12 comunidades quilombolas, además de otros pueblos nativos y comunidades de pesca. Uno de los proyectos, que se encontraba más adelantado, tuvo su licencia suspendida en la corte, y, como consecuencia la empresa deberá realizar una consulta previa, notificada a las comunidades impactadas, de acuerdo con la Convención 169 de la OIT( Organización Internacional del Trabajo).
ANTES DE QUE EL PUERTO LLEGUE (SI LLEGA), YA HAN LLEGADO LOS IMPACTOS
Siempre fue así en todas las megaconstrucciones y no será distinto en Maicá: mismo antes del proyecto empezar, sus daños a las comunidades locales ya pueden ser detectados – desde cuestiones inmateriales, como la inseguridad generada por la falta de perspectivas futuras (la tensión de no saber si sufrirán con desahucios, la incertidumbre de no saber para donde van, o incluso la tristeza por sentirse amenazados en sus propias tierras y modos de subsistencia); hasta cuestiones más concretas, como la amenaza hecha por vecinos y la apropiación de sus tierras.
CENTRO DE SANIDAD Y ESCUELA QUILOMBOLA: LA LUCHA CAMBIA LA VIDA
El proceso de titulación de la comunidad del Tiningu, después de un largo retraso, está por aprobarse: en octubre de 2019, el Incra reconoció la región y ahora está únicamente pendiente de la firma presidencial – lo que no será tan simple si tenemos en cuenta los discursos de odio y el recorte de recursos para la agenda quilombola. Incluso así la comunidad del Tiningu tiene casi 200 años, y sabe mantener la calma.
CURUAÚNA: POR UN LADO, SOJA. DEL OTRO, MÁS SOJA
Cerca de Santarém, los campos de soja se extienden hasta perderse en el horizonte. Las escuelas están rodeadas de plantaciones, en las cuales la manipulación de agrotóxicos ni siquiera respeta el horario de las clases. Además, todo el año, poco a poco, la práctica de alargar ilegalmente los campos hace que las plantaciones de soja se propaguen, esto ocurre por medio de quemas en los bordes de los terrenos. De este modo, comunidades enteras van desapareciendo, y ello porque las familias, ya agotadas de esta invasión, deciden abandonar sus casas y vidas emigrando a las periferias de las gran ciudades. No hay convivencia posible en medio de este avance destructivo del capitalismo.
EL ROSTRO IMPRESO EN LA CAMISA
Los asesinatos de Maria do Espírito Santo y Zé Claúdio, defensora y defensor de los derechos de los pueblos, y el encuentro con Maria Ivete, ex-presidenta del STTR-STM -quién convivió durante diez años con escolta policial, por parte del programa de Protección de los Defensores de Derechos Humanos del gobierno federal.
En Alenquer, pueblo cerca de Santarém, dos pistoleros crearon un cerco para asesinar a José Marques. Él es uno de los líderes de una comunidad de pequeñas y pequeños agrícolas de la región, la localidad está en disputa tras la invasión de las tierras con uso de sobreposición de áreas en el CAR (Cadastro Ambiental Rural). Esta comunidad sufrió, hace 13 años, una serie de desahucios llevados a cabo por las autoridades. Cerca de 86 familias que vivían y trabajaban ahí fueron obligadas a abandonar sus hogares sin ninguna clase de fiscalización de los órganos públicos, privilegiando solamente los intereses privados de los grillereiros.
CON ORGANIZACIÓN, TODOS LUCHAN
La lucha del Sindicato de los Trabajadores Rurales, Agricultores y Agricultoras Familiares de Alenquer en contra del avance del agronegocio: los líderes sufren amenazas constantes, aún así, con mucha coordinación y lucha – carreteras cortadas, presiones a los alcaldes, asedios a locales de votaciones -, logran garantizar sus derechos.
Nota: este contenido fue producido entre finales de 2019 y inicio de 2020, antes que la pandemia del coronavirus creciera en el panorama mundial.
Fuente: Amigos de la Tierra - Brasil