Hacia sistemas agroalimentarios más sustentables y saludables
"Hacia sistemas agroalimentarios más sustentables y saludables" es una lectura esencial para quienes desean repensar el sistema alimentario actual y están interesados en la transición hacia prácticas más sanas y conscientes. Dirigido a estudiantes, profesionales, activistas y público en general, el libro invita a reflexionar sobre el rol de cada uno en la construcción de un futuro alimentario resiliente y en armonía con el planeta.
Asistimos a una época marcada por la intensificación de los procesos de degradación ambiental de origen humano, que ponen en riesgo tanto la habitabilidad como la salud planetaria.
Algunos académicos denominan esta época como Antropoceno o Capitaloceno para dar cuenta del impacto de la acción humana sobre el planeta. Nuestra especie -aunque con diferentes grados de responsabilidad al interior de la misma- no solo está socavando su propio futuro, sino también generando un presente de sufrimiento para grandes sectores de la población, condenados a la exclusión social, el desplazamiento, la pobreza y la enfermedad, como consecuencia de injusticias ambientales.
La crisis climática y la resistencia antimicrobiana (RAM) son dos expresiones alarmantes de la degradación ambiental causada por la actividad humana. No solo representan una amenaza directa sobre la salud humana, animal y ambiental, sino que también desafían nuestra capacidad de adaptación al tiempo que exacerban las desigualdades sociales y sanitarias ya existentes.
El cambio climático se refiere a la alteración de las temperaturas y patrones climáticos globales. Aunque las variaciones pueden ser naturales, este fenómeno se ha intensificado, provocando la actual crisis climática debido a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, principalmente como resultado de la quema de combustibles fósiles, la deforestación y las prácticas agrícolas intensivas. Este fenómeno ha desencadenado un aumento de la temperatura global, alteraciones en los patrones de precipitación, la intensificación de eventos climáticos extremos, y la elevación del nivel del mar. Estos cambios ponen en peligro la seguridad alimentaria, el acceso al agua potable y la estabilidad de los ecosistemas.
Las sequías, inundaciones y olas de calor ya están desplazando a millones de personas, generando pérdidas económicas, aumentando la morbimortalidad y agravando las crisis humanitarias en todo el mundo.
Por otro lado, la resistencia antimicrobiana (RAM), aunque mucho menos visible, es igualmente devastadora. La RAM es la capacidad natural de los microorganismos (bacterias, virus, hongos y parásitos) para cambiar a lo largo del tiempo y dejar de responder a los antimicrobianos , esto se ve potenciado por su uso indiscriminado y excesivo en la medicina humana, la agricultura y la ganadería. Este fenómeno ha generado la proliferación de bacterias resistentes a los tratamientos disponibles, ocasionando 1.14 millones de muertes directas anuales y 4.71 millones de muertes asociadas en 2021. Se estima para el 2050 que aumentarán a 1.9 y 8.2 millones de muertes respectivamente. Al igual que la crisis climática, se prevén graves pérdidas económicas derivadas de la disminución de la productividad y el aumento de los gastos en salud, agudizando aún más a la inseguridad alimentaria y la pobreza si no se toman medidas urgentes.
Líderes mundiales, académicos y organismos internacionales han comenzado a analizar las interrelaciones entre la crisis climática y la RAM, explorando sus causas comunes, consecuencias y posibles acciones de mitigación. En principio, un punto de contacto clave entre estos fenómenos tiene que ver con el sistema agroalimentario, entendiendo como tal al conjunto de procesos necesarios que intervienen desde la producción de los alimentos hasta su consumo final.
Por un lado, se estima que entre el 21-37% del total de gases de efecto invernadero emitidos globalmente provienen del sistema agroalimentario. La cadena de suministro de ganadería equivale a 14.5% de las emisiones siendo la ganadería bovina responsable de dos tercios de las mismas. Esto se debe principalmente a las emisiones de metano (CH4) provenientes de la fermentación rumial a través del eructo y las emisiones de CO2 provenientes de la deforestación para cultivos o pastoreo directo.
Por otro lado, se calcula que el 73% de los antibióticos comercializados a nivel mundial se usan en la cría de animales de consumo a partir de prácticas intensivas que involucran el uso de antibióticos en la alimentación como profilaxis en animales sanos y como promotores del crecimiento para mayor rentabilidad. Por diferentes vías los antibióticos, bacterias y genes de resistencia llegan al ambiente configurando un reservorio que posibilita su circulación y diseminación. Hay un cuerpo de evidencia inobjetable de que estos usos no terapéuticos de antibióticos contribuyen a la RAM en animales y humanos.
En cuanto a las consecuencias el cambio climático contribuye indirectamente a la resistencia antibiótica por diversos mecanismos. El uso masivo de antibióticos en la producción animal junto con los eventos climáticos extremos de calor, tormentas y precipitaciones pueden amplificar la diseminación ambiental y el sobrecrecimiento de microorganismos resistentes a través de los suelos, el agua y los animales silvestres.
Al mismo tiempo la crisis climática produce un aumento de la carga de enfermedades infecciosas (incluidas aquellas resistentes) transmitidas por el agua, alimentos y vectores que lleva a un uso inadecuado de antibióticos en humanos y animales. Diferentes estudios han reportado que los aumentos en las temperaturas se vinculan a un aumento de la RAM.
Casi el 60% de las enfermedades infecciosas que afectan al ser humano son de origen zoonótico y su emergencia cada vez mayor se relaciona a las transformaciones humanas de los ecosistemas y a las dinámicas de interacción con animales pecuarios y silvestres. Ejemplos paradigmáticos de esto son la pandemia de gripe H1N1 que se cree que se originó en establecimientos de cría intensiva de cerdos en México y la COVID-19 originada en las cercanías de un mercado de alimentos en Wuhan. Al mismo tiempo, ambas pandemias y especialmente la COVID-19, han ocasionado un uso irracional de antibióticos y un aumento de infecciones resistentes.
Se estima que tanto el cambio climático como la RAM afectarán gravemente la seguridad alimentaria, es por ello que son dos desafíos centrales en la agenda mundial impulsados por la FAO. El cambio climático aumenta la vulnerabilidad de los animales y los cultivos a enfermedades, lo que afecta la disponibilidad de alimentos debido a las pérdidas en la producción. La calidad de los alimentos se vería afectada también ya que se asocia los elevados niveles de CO2 en la atmósfera con declives en micro y macronutrientes de los cultivos. La inocuidad de los alimentos puede verse comprometida por la presencia creciente de patógenos, antibióticos y pesticidas. Por último, la accesibilidad a los alimentos puede reducirse por las pérdidas económicas.
Se calcula que La RAM tiene el potencial de generar una pérdida del 3.8% del PBI y empujar a 24 millones de personas a la extrema pobreza y para el 2050. El consumo de carne está aumentando rápidamente sobre todo en países emergentes y esto presiona aún más la productividad animal ocasionando intensificación de las prácticas. Se estima que el consumo de carne mundial crecerá un 13% para el 2028 y el consumo de antibióticos para la producción animal aumentará un 67% para el 2030
Desde la década de 1950, con la tecnificación e industrialización de la agricultura, la producción animal ha experimentado una creciente intensificación, caracterizada por una mayor concentración de animales por unidad de superficie y un uso intensivo de insumos externos. Este proceso comenzó con la cría de aves y, entre las décadas de 1970 y 1980, se extendió a la producción de porcinos y bovinos. Actualmente, Argentina y Brasil son los mayores exportadores de carne bovina en América Latina, y la mayoría de estos animales son terminados en sistemas de engorde intensivo conocidos como feedlots. Según la Cámara Argentina de Feedlot, “el engorde intensivo de ganado o engorde a corral, consiste en una técnica de producción de carne donde, mediante una nutrición a base de granos se producen más kilogramos en menor tiempo, acortando la duración del engorde logrando buena terminación de los animales y vendiendo en cualquier época del año”.
La industria farmacéutica ejerce una fuerte presión para promover el uso de antibióticos en estos sistemas de producción, llegando al extremo de recomendar directamente la utilización de sus productos para mayor rendimiento. En el caso de los feedlots, se destaca el uso profiláctico de antibióticos de importancia para el ser humano tanto al ingreso como al egreso de los animales, así como también en su alimentación como aditivos.
Aunque se proponen soluciones que impliquen una transformación en la alimentación humana reduciendo o reemplazando el consumo de alimentos de origen animal, existen otras alternativas que apuntan a transformar los modos de producción que tienen beneficios para la salud humana, ambiental y animal.
En este trabajo exploramos alternativas sostenibles en la producción de alimentos de origen animal, con un enfoque particular en la ganadería. Para ello realizamos una serie de entrevistas a diversos actores sociales que incluye productores, agricultores, profesionales y académicos vinculados a producciones sostenibles de animales en Argentina con el objetivo de contribuir al conocimiento de otros modos de producción. Estas constituyen la primera serie de un conjunto de entrevistas a diversos actores vinculados al sistema agroalimentario que desde su lugar se encuentran impulsando prácticas más sostenibles y saludables.
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Fuente: Instituto de Salud Socioambiental - Facultad de Cs. Médicas- UNR