El cambio de sistema es la única forma que tenemos de salir de las crisis del clima y la biodiversidad

En este pasado Día de la Tierra y con la COP30 de la CMNUCC al final del año, estamos presenciando al mismo tiempo los efectos devastadores y generalizados que tienen las crisis del clima y la biodiversidad. Nuestro nuevo informe “El clima y la biodiversidad en caída libre. Cómo las políticas erradas aceleran la policrisis” demuestra cómo estas crisis están interrelacionadas y como las políticas climáticas socavan aún más la biodiversidad. Lo que necesitamos es un cambio de sistema verdadero que se centre en las causas estructurales subyacentes, ponga en cuestionamiento las relaciones de poder existentes y desmantele todas las formas de opresión y explotación.
Entender la conexión entre las crisis del cambio climático y la biodiversidad

Intrínsecamente relacionadas, las crisis del cambio climático y la biodiversidad son el resultado de los mismos sistemas económicos, sociales y políticos que dan prioridad a maximizar las ganancias por encima de los pueblos y el medioambiente y recompensan la explotación, y se exacerban entre sí.
Alrededor de 1 millón de especies vegetales y animales se encuentran en peligro de extinción actualmente según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, y el aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos provocan estragos en los hábitats, los ecosistemas y las comunidades.
Se da en ambas direcciones: la pérdida de biodiversidad también afecta enormemente a la estabilidad del clima. A medida que los ecosistemas pierden biomasa (la suma de todos los organismos vivos), la diversidad entre las especies disminuye. La deforestación y la degradación de los suelos a causa de la agricultura industrial y otras industrias extractivas han reducido drásticamente la cantidad total de carbono almacenado en la biomasa. Por ejemplo, la Amazonia se está acercando rápidamente a un punto de inflexión en el que los bosques pueden pasar de ser sumideros de carbono a convertirse en fuentes de carbono, lo que tendría impactos irreversibles y catastróficos para el clima. Las compensaciones de carbono y biodiversidad no sirven para revertir los agentes de esta pérdida de carbono y biomasa y no podrán ser nunca soluciones para la crisis del clima o la biodiversidad.
Para hacerle frente a estos grandes desafíos es necesario adoptar un enfoque holístico. Sin embargo, las respuestas políticas actuales nos acercan cada vez más a un callejón sin salida.
Los peligros de las políticas climáticas deficientes

Las políticas climáticas internacionales que presionan a favor de las falsas soluciones no sirven para hacerle frente a estas crisis y agravan este bucle de retroalimentación negativa. Los agrocombustibles, por ejemplo, que se impulsan como supuesta “solución” para reemplazar a los combustibles fósiles y abastecer la demanda de combustible de los automóviles, han ganado mucha popularidad en los últimos años, aunque plantean grandes inquietudes: su producción genera una competencia feroz por la tierra entre los cultivos para producir energía y los cultivos para producir alimentos, y reduce drásticamente la disponibilidad de tierras cultivables para producir alimentos. Esto a menudo tiene como resultado mayor deforestación y más acaparamientos de tierras, lo que afecta desproporcionadamente a los Pueblos Indígenas y las/os productoras/es de alimentos de pequeña escala, poniendo en riesgo sus vidas y medios de sustento y erradicando sus conocimientos ancestrales.
Las compensaciones de carbono basadas en el carbono almacenado en los bosques, como REDD+ y las soluciones basadas en la naturaleza, también han ganado impulso a pesar de requerir cantidades poco realistas de tierras para supuestamente compensar las emisiones actuales provenientes de los combustibles fósiles. Estas compensaciones se basan en la idea de que evitar destruir la naturaleza, y por lo tanto evitar liberar más carbono a la atmósfera, da el derecho de emitir más en otro lugar. Esto implica perpetuar la cantidad de emisiones evitadas. Y tiene como resultado que esa misma naturaleza se vea amenazada por el cambio climático, en lugar de compensarlo.
Promocionadas como una solución para las crisis del clima y la biodiversidad que podrían ser favorables para las economías de los estados, en realidad no son nada más que falsas soluciones que socavan aún más la biodiversidad y nos ponen en riesgo a todas/os. Retrasan la adopción de medidas urgentes y adecuadas y a su vez tienen consecuencias desastrosas para las comunidades y los ecosistemas, especialmente en el Sur Global. Plantar árboles, principalmente en plantaciones de monocultivos de árboles que son perjudiciales para la biodiversidad, también se ha convertido en una de las técnicas preferidas de maquillaje verde para las grandes empresas que buscan retrasar la adopción de medidas y potenciar su imagen (teniendo en cuenta su papel en la policrisis) para poder seguir obteniendo ganancias a partir de la crisis que generaron. En su lugar, necesitamos medidas que le hagan frente urgentemente a las causas estructurales subyacentes del cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Romper el ciclo: el llamado a favor de un cambio de sistema
Claramente, las falsas soluciones no serán lo que nos saque de este problema. Por el contrario, las grandes empresas y los países ricos que las respaldan hundirán aún más a la humanidad y al medioambiente. Para hacerle frente realmente a esta policrisis, se necesita un cambio de sistema verdadero que llegue a la raíz del problema, y que desmantele y evite replicar las mismas formas de opresión y explotación.
Al mismo tiempo, es igualmente importante reconocer y empoderar a las mujeres y a los Pueblos Indígenas y Comunidades Locales (PICL), cuyas prácticas y conocimientos científicos, históricos y colectivos tradicionales son invaluables para preservar los ecosistemas de los que dependemos. Las mujeres siempre han sido quienes cuidan los bosques y los ecosistemas. Sus voces deben ser escuchadas y respetadas, al igual que las voces de los Pueblos Indígenas en los procesos de toma de decisiones relativos a sus tierras.

A medida que nos acercamos a la COP30, las crisis interrelacionadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad exigen repensar fundamentalmente nuestro enfoque. Al reconocer las interconexiones, frenar las políticas perjudiciales y apoyar el conocimiento indígena, podemos forjar un camino hacia el cambio de sistema que proteja los ecosistemas de nuestro planeta y proporcione un futuro sustentable para los pueblos y comunidades, especialmente aquellas del Sur Global, que son las más afectadas. Lo que está en juego es más importante que nunca.