Zumbido de abejas

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El descubrimiento del fascinante lenguaje de la danza y la orientación de las abejas

CUANDO la especialización y complejidad de la biología molecular aún no había acaparado el panorama de los Nobel de Medicina, todavía se concedían a investigaciones inteligibles y atractivas para cualquier mortal. Como el que obtuvieron de forma compartida los tres grandes pioneros del estudio del comportamiento animal, el holandés Niko Tinbergen y los austríacos Karl Von Frisch y Konrad Lorenz, que sentarían las bases científicas de la etología. El descubrimiento del fascinante lenguaje de la danza y la orientación de las abejas hizo a Von Frich merecedor de este alto reconocimiento internacional en 1973.

Las abejas, importantes polinizadores de muchas especies vegetales, siempre han despertado la fascinación de los científicos, pero actualmente preocupan por otra razón. Varios medios de comunicación han publicado noticias relacionadas con la crisis del sector apícola, vapuleado por grandes mortandades de abejas y despoblamiento de las colmenas por causas desconocidas. Las primeras alarmas sonaron el pasado otoño: 25 Estados de Norteamérica han perdido entre el 50 y el 90% de sus poblaciones. Más recientemente, la crisis ha salpicado a Canadá. En Europa se han visto afectados numerosos países, como Alemania, Polonia, Suiza, Italia, Grecia el Reino Unido, Portugal y España. Este misterioso abandono de las colonias que desaparecen para morir, ha recibido el nombre de 'colony collapse disorder' (CCD), el 'síndrome de despoblamiento de las colmenas'.

Se ha especulado con muy diferentes motivos, unos convencionales como los pesticidas, los patógenos o los parásitos. Otros más novedosos e inquietantes, como los cultivos transgénicos o las ondas de la telefonía móvil. Los llamados efectos subletales pueden ser provocados por factores como el polen transgénico, patógenos como virus o bacterias o por parásitos como la Varroa o el Nosema. En España se ha culpado del desastre a un especie de origen foráneo de este último género. Pero por pura estrategia los parásitos, como el Nosema, no suelen acabar con la vida de toda la colonia. Su presencia podría ser simplemente un factor añadido a otros en el debilitamiento y desaparición de las colmenas.

Las abejas son insectos muy sensibles a los efectos toxicológicos de los pesticidas. Varias nuevas materias activas (neonicotinoides) inhiben los receptores de la acetilcolina, un neurotransmisor de gran importancia que puede llegar a modificar su comportamiento.

La agricultura de los Estados Unidos es pródiga en plantas transgénicas -existen amplias extensiones cultivadas- y varios experimentos de laboratorio han mostrado efectos perjudiciales en la fauna que se alimenta de ese tipo de cultivos (mariposa monarca y abejas, entre otros). La cuestión es que, en varios países europeos con moratoria a los transgénicos se han producido descensos similares de las poblaciones de abejas. Por esa razón ha ganado credibilidad entre los investigadores la hipótesis de las ondas.

La radiación electromagnética puede interferir en los sistemas de navegación de las abejas. Un estudio reciente dirigido por el Doctor Jochen Kuhn, de la universidad alemana de Koblenz-Landau, es el que ha levantado más sospechas. Solamente algunas de las abejas expuestas a la tecnología inalámbrica DECT fueron capaces de regresar a la colonia, y tardaron más tiempo en volver que el grupo control (no expuesto a las ondas). El peso del panal también fue menor en las colmenas de las abejas que habían sido irradiadas. En la actualidad se han desplegado miles de antenas de telefonía en el campo, que pueden estar afectando de alguna manera a las colmenas situadas en su radio de acción.

Ferdinand Ruzicka, investigador de la Universidad de Doz (Austria) y apicultor aficionado, explica cómo los problemas de sus abejas comenzaron tras la instalación de varias antenas de telefonía en las cercanías de sus colmenas (a 50 metros de una estación base y a 150 metros de otras tres más). Él observó síntomas de estrés y el colapso de las colonias de abejas cuando las antenas empezaron a emitir. Otros apicultores observaron lo mismo. Al principio se produjo un gran desorden y un elevado instinto de enjambre. Durante el verano tuvo lugar un inusual descenso en la población de abejas, mientras que en invierno salieron a volar a pesar del frío y la nieve (y pese a que el polen recolectado en otoño fue más que suficiente para pasar el invierno), con la consiguiente pérdida de ejemplares. El Doctor Ruzicka, buen conocedor de las enfermedades de las abejas, no encuentra explicación a este comportamiento ni por enfermedades, ni por envenenamiento, y culpa del mismo a la radiación de las antenas. Por esta razón realizó una encuesta entre los apicultores austríacos. De 25 apicultores que tenían antenas de telefonía cerca de sus colmenas el 37,5% observaron una alta agresividad, el 25% una gran tendencia a crear enjambres, y el 62,5% la desaparición de colonias. Por otra parte varios autores han demostrado la agitación e inquietud y el comportamiento agresivo que muestran las abejas expuestas a los campos electromagnéticos de las líneas de alta tensión.

El misterio de la desaparición de las abejas está lejos de elucidarse. Probablemente el problema sea multifactorial. Las mayores sospechas se ciernen sobre las nuevas generaciones de pesticidas y sobre la radiación de las antenas de telefonía. Debemos recordar aquí la inquietante y amenazadora frase atribuida por algunos medios a Albert Einstein «Cuando las abejas hayan desaparecido, al hombre le quedarán solo cuatro años de vida». ¿Tendrá el mismo origen el molesto zumbido "tinnitus" que algunas personas escuchan de forma insistente dentro de su cabeza, y la desaparición en el campo del zumbido natural de las abejas?

NC, España, 15-05-07

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