Uruguay vuelve a defender la construcción de las papeleras
El canciller uruguayo aseguró esta mañana que su país tiene “capacidades técnicas” para controlar las dos plantas de celulosa en las costas de Fray Bentos cuya construcción generó roces con la Argentina
Uruguay se pone firme en la polémica con la Argentina por la construcción de dos plantas de celulosa sobre las costas de Fray Bentos. El canciller Reinaldo Gargano reafirmó que su país tiene “capacidades técnicas para controlar las plantas”. En Gualguaychú, la ciudad que enfrenta a la futura locación de las fábricas, temen que genere graves problemas de contaminación.
“Tenemos una costa excelentemente cuidada”, afirmó Gargano esta mañana en declaraciones a Radio Mitre. También se apoyó en que la Corporación Financiera del Banco Mundial, que hará el estudio ambiental del proyecto encarado por las empresas española ENCE y finlandesa Botnia, es “muy exigente para otorgar los préstamos”.
El proyecto llevó la relación entre los dos países a "un punto límite", según admitió ayer el canciller Rafael Bielsa. Y las negociaciones aparecen trabadas: Uruguay no instalará una comisión mixta de estudio ambiental hasta que Argentina no retire el pedido que hizo al Banco Mundial, por el cual logró bloquear la financiación del emprendimiento, por 1.800 millones de dólares.
El 26 de junio la Argentina hizo esa presentación. "Estamos satisfechos con los organismos multilaterales, que determinaron que si no hay evaluación (ambiental) no hay crédito", dijo Bielsa a varias radios porteñas. "Tenemos una distancia muy grande con Uruguay", agregó, y estimó que la solución al problema "no tiene buen pronóstico".
Pero Bielsa pidió a Uruguay que "reconsidere" la situación y afirmó que "llegar a un punto de entendimiento es lo óptimo". Caso contrario, señaló que debería acudirse a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, pero desaconsejó ese camino "largo, caro y que detendría las obras".
Ante el conflicto, las comunidades de Gualeguaychú y Fray Bentos se han venido movilizando con fuerza en rechazo del proyecto, considerado altamente contaminante. El 30 de abril, 40 mil argentinos y uruguayos cortaron el puente internacional que une ambas ciudades.