Uruguay: de vacas gordas a eucaliptos flacos
En los albores del siglo XX, integrábamos el club de proveedores de carne y lana de Europa
Nuestra elevada productividad en proporción a nuestra población- 800.000 hab.,24:000.000 de lanares y 11.000.000 de vacunos, en 1908-, nos permitió atrapar parte de los recursos generados sustituyendo importaciones, es decir, dejando de importar artículos para importar bienes de capital con los cuales producir localmente todo los bienes imprescindibles para los habitantes del momento, satisfaciendo sus necesidades básicas de vestido, y metalurgia liviana. Todo ello en el marco de las crisis militares y económicas europeas, que nos proveían de inmigrantes y nos obligaban a autoabastecernos de productos básicos. El modelo se estanca en los años cincuenta, con una población en el entorno de los 2.400.000 y unos 9.400.000 bovinos, el mestizaje de los planteles permitió llegar al tope de producción cárnica por há de pradera natural, con menos animales. Pero la lana fue mundialmente sustituida por las fibras sintéticas.
"El proceso", fase I: El modelo vacuno no pudo superar la relación de un habitante cada cuatro novillos, colmada en 1950. Por otra parte, la Europa de posguerra se volvió autártica. La vieja oligarquía vacuna, proveedora, quedó descolocada ante los cambios operados en el mundo de posguerra. Fuera ya de su viejo papel de proveedores, reducidos los mercados y los precios, agobiado el país por el endeudamiento externo generado por nuestro crónico déficit en las balanzas de pagos, la solución era disminuir el consumo interno abruptamente para generar saldos exportables. Vedas al consumo interno de carnes, reducción salarial, desmantelamiento de una industria que pesaba negativamente en la balanza comercial, etc., etc. Esta es el móvil último,inspirador de todas las infamias y de todos los crímenes del proceso, regenteado, no podía ser de otra manera, por un decidido vaquero: J. M. Bordaberry.
"El proceso", fase II: En el marco de la globalización del último cuarto del siglo XX se introduce el cultivo masivo del eucalipto. La forestación, como las vacas de Hernadarias, no vino para beneficio de la población nativa, aunque en los primeros tiempos algunos "indios" prosperaran ayudando a su extracción. Esta forestación solo intenta resolver las limitaciones de espacio que el primer mundo tiene para cubrir sus necesidades papeleras. Por lo que solo les interesa el espacio, las tierras que ellos no tienen en sus pequeños y superpoblados territorios, para el cultivo. Por eso, por razones de espacio, solo se harán aquí las pastas de celulosa y no el papel. Como otrora sucediera con el novillo, el eucalipto se beneficia de la renta diferencial generada por nuestros despoblados territorios.
Así como en el último cuarto del siglo XIX, la creciente demanda cárnica del mercado internacional determinó radicales modificaciones en la tenencia de la tierra, este nuevo cambio en la matriz productiva de la banda oriental del Uruguay generará el suyo.
El árbol avanza disputando tierras, aguadas, vías de transporte y puertos de salida, a ganados y cultivos alimenticios. Las subsistencias para los centros poblados se encarecerán al aumentar las exigencias de rentabilidad de una tierra disputada por el mercado.
La competencia por la tierra ya ha comenzado. Nadie podrá impedirlo, salvo por un acto de voluntad del estado que necesariamente ha de entrar en colisión con el proyecto exógeno que determina un nuevo régimen de inserción global de estas tierras al mercado internacional: Uruguay productor de pasta de celulosa. Este proyecto supone disminuir la población del país en función de las necesidades del mismo, puesto que gran parte de las divisas generadas por esta actividad ha de ser invertida en equipamiento industrial, plantas, cosechadoras, materiales de transporte, etc.
El número de personas implicadas en el proceso extractivo y productivo es mínimo respecto al volumen de inversiones físicas. Es decir, el proceso debe exportar buena parte de las divisas generadas en la compra de equipos, generando trabajo, en todo caso, en los países proveedores de los mismos.
"El proceso" llega a su fase Terminal: Las proyecciones demográficas de este Uruguay del siglo XXI no son esperanzadoras. Con una natalidad en el entorno del 1%, 35.000 anuales, el cincuenta por ciento nace marginado del sistema. De esa frugal natalidad se deben descontar las dos o tres mil bajas anuales generadas por accidentes y suicidios entre la población menor de 35 años, un 8%.
En el otro cincuenta por ciento que accede a niveles aceptables de alimentación, salud y educación, es en el que se genera la legión de emigrantes, unos 15.000 a 20.000 anuales. Nuestro mejor producto de exportación: excedentes humanos.
De acuerdo con las proyecciones estadísticas, salvo un milagro, al cumplir el bicentenario de su creación, en 2030, el Uruguay habrá logrado las metas de este largo y sinuoso proceso: su extinción. *
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Diario la República, 9-2-07