Urge una consulta pública sobre los recursos genéticos


Prensa


El Financiero, México, 18-2-01

Urge una consulta pública sobre los recursos genéticos

Renato Galicia Miguel


Atrás de las generalidades y la espectacularidad de los últimos avances sobre el genoma humano, existen pruebas de que en diversos países algunas empresas han «biopirateado» ese ADN, y en México hay

la probabilidad de que se haya sustraído material genético de, al menos,

seis grupos indígenas, el cual podría ser patentado en Estados Unidos.

Organismos como el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), el Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular (Casifop), la Fundación Internacional para el Progreso Rural (conocida como Rafi) y Greenpeace México han iniciado el debate sobre temas como biopiratería y bioprospección, transgénicos e implicaciones de la lectura del genoma humano, al tiempo que demandan una discusión abierta, porque el asunto de la secuenciación del genoma humano -dice Silvia Ribeiro, investigadora de Rafi- "está muy lejos de ser solamente un tema científico o de avance de la ciencia". En los hechos, diversas agrupaciones, entre ellas algunas de las mencionadas, lograron que la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) emitiera una recomendación - oficio DG/003/RN/2207/2000, expediente 006/150/09 - al Instituto Nacional de Ecología relacionada con el convenio entre la UNAM y la empresa estadounidense Diversa, mediante el cual a ésta le proporcionarían "muestras ambientales, cultivos enriquecidos y aislados o extractos de ADN" de zonas específicas del país. En el documento, la Profepa recomienda que "se convoque a una amplia consulta pública" sobre nuestros recursos genéticos.

En el caso de la biopiratería de genoma humano, Silvia Ribeiro, investigadora de Rafi, expone como antecedente el caso específico de una mujer indígena de Panamá, de la que se patentaron todas las líneas celulares porque descubrieron características muy particulares, que le provocaban variaciones genéticas que podían corresponder con ciertas enfermedades. Aunque el grupo indígena de esa persona, cuenta Ribeiro, presentó una demanda que causó que la patente se anulara, el hecho es que luego de la investigación realizada por instituciones públicas de Estados Unidos, el Departamento del Tesoro de este país se había registrado -para cubrir el requisito- como el «inventor» dentro de dicha patente. Ribeiro advierte, además, que al finalizar el año 2000 la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos sumaba 3 millones de solicitudes de patentes que estaban por resolverse, todas ellas de tipo biotecnológico y, en su mayoría, sobre el genoma humano. Los científicos mexicanos parecen ajenos a esta realidad.

Consultados respecto a la situación mexicana en cuanto al genoma humano, en conferencia de prensa, María Teresa Tusié Luna y Alfonso León del Río, adscritos al Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, expusieron: "El proyecto del genoma presenta varios componentes -explicó Tusié-, pues no sólo se secuencia el humano, sino también el de otros organismos. México está contribuyendo a través de trabajos del genoma de una bacteria, y en lo respectivo al genoma humano, desde hace ocho años nuestro grupo de investigación comenzó el estudio de enfermedades genéticas complejas".

Enseguida, León del Río aseveró: "En cuanto a su secuenciación, el Proyecto Genoma Humano casi está terminado. Debido a la falta de recursos financieros, los países del Tercer Mundo, México entre ellos, no pudieron ser rivales para naciones como Japón, Inglaterra, Francia, Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que no haya posibilidad de sacar provecho a la información obtenida. Hago una analogía: en los años sesenta, México y otros países quedaron relegados del desarrollo de la electrónica y la computación. El precio fue que todo lo que rodea a esta industria viene hoy del exterior y pagamos el derecho por usar algo que es absolutamente necesario. Si tomamos esa misma actitud en lo relacionado al genoma humano, ocurrirá que otra vez quedaremos atrás, y cuando se empiecen a identificar genes o tratamientos para enfermedades, vamos a continuar siendo usuarios de una tecnología pensada y diseñada para las necesidades y padecimientos de poblaciones muy diferentes a la de México.

"La información del genoma humano -sostuvo León del Río- debe ser abierta, no limitarse a un círculo que impida que la población tenga acceso a ella. Una de las funciones de los especialistas es realizar reuniones en las cuales se comunique, de manera directa, lo que se ha descubierto y lo que se espera. Sería una gran desgracia que vinieran a México investigadores extranjeros a estudiar las familias multigeneracionales que tenemos, e identificaran, por ejemplo, el gen asociado con la hipertensión en poblaciones indígenas, cuando que tal información, por derecho y obligación, correspondería al trabajo de los científicos mexicanos."

-¿Puede suceder eso?

-Está latente el riesgo de no utilizar nuestros propios recursos, y que sean otros los estudiosos quienes encuentren y saquen provecho de los secretos y beneficios del conocimiento de ciertos organismos.

-¿Nos convertiremos en vendedores de genes?
-Para encontrar un gen se necesitan familias multigeneracionales. Eso no existe en Europa, pues las familias son muy pequeñas. Lo que hacen los investigadores es ir a países donde existen familias de cuatro o cinco generaciones, pues eso les permite realizar un estudio genético muy detallado. Nos convertiríamos en generadores de conocimiento, pero no por estudiar nuestra riqueza, sino porque otra gente la reconocería y la utilizaría.



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