Una respuesta a la crisis alimentaria
Los consumidores de todo el mundo han visto que los precios de los alimentos básicos se han incrementado dramáticamente durante los pasados meses, creando unas extremadamente difíciles condiciones de vida, especialmente para las comunidades más pobres.
Durante el año pasado, el trigo ha doblado su precio, el maíz ha subido cerca del 50 por ciento que hace un año. Sin embargo, no hay crisis productiva. Las estadísticas muestran que la producción de cereales nunca ha sido tan alta como en 2007.
Los precios se han incrementado porque una parte de la producción es ahora derivada a agrocombustibles, las reservas globales de comida están en su momento más bajo de los últimos 25 años debido a la desregulación de los mercados marcada por la OMC y el tiempo extremo que han padecido algunos países exportadores, como Australia. Pero los precios también se han incrementado porque las compañías financieras especulan con la comida de las personas, ya que anticipan que los precios de los productos agrícolas seguirán subiendo en el futuro próximo. La producción de alimentos, su proceso y su distribución quedarán cada vez más bajo el control de las empresas transnacionales que monopolizan los mercados.
La tragedia de los agrocombustibles industriales: pueden alimentar coches, pero no personas. Los agrocombustibles (combustibles producidos a partir de plantas, productos agrícolas y forestales) se presentan como una respuesta a la escasez de combustibles fósiles y al calentamiento global. Los agrocombustibles industriales son un sin sentido económico, social y medioambiental. Su desarrollo debe detenerse y la producción agrícola debe enfocarse prioritariamente hacia la alimentación.
Los pequeños campesinos y los consumidores necesitan precios justos y estables, no la actual alta volatilidad. Los pequeños campesinos no pueden producir si los precios son demasiado bajos, como ha sido el caso durante las últimas décadas. Por lo tanto, necesitan regulación de los mercados y la oposición a las políticas de la OMC. La actual crisis revela que la liberalización del mercado agrícola conduce al hambre y a la pobreza.
Los países se han convertido en extremadamente dependientes de los mercados globales. En 1992, los campesinos indonesios producían suficiente soja para abastecer su mercado doméstico. El tofu basado en soja y el tempeh son una parte importante de la dieta diaria en todo el archipiélago. Siguiendo la doctrina neoliberal, el país abrió sus fronteras a las importaciones, permitiendo que la entrada de soja estadounidense barata inundara el mercado. Esto destruyó la producción nacional. Hoy, el 60 por ciento de la soja que se consume en Indonesia es importada.
La Vía Campesina cree que para proteger las necesidades vitales, los puestos de trabajo, la salud de las personas y el medio ambiente, la alimentación debe permanecer en las manos de los pequeños campesinos sostenibles, y no puede dejarse bajo el control de las grandes compañías de agronegocios o de cadenas de supermercados. Los OMG y la agricultura industrial no proveerán de comida saludable y deteriorarán más fuertemente el medio ambiente.
Los gobiernos tienen que desarrollar, promover y proteger la producción local para ser menos dependientes de los precios mundiales de la comida. Esto significa que cada país o cada sindicato debe tener el derecho de controlar los alimentos importados y el deber de parar cada forma de dumping de los precios de la comida.
Los gobiernos tienen también que establecer (o apoyar) mecanismos de gerencia de las provisiones como unos buffer stocks (inventarios amortiguadores) y asegurar unos precios mínimos para crear unas condiciones estables para los productores.
La Vía Campesina cree que la solución a la actual crisis de los precios de la comida se halla en la soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria es el derecho de la gente a comida saludable, culturalmente adecuada producida con métodos ecológicamente responsables y sostenible, es el derecho de los gobiernos a definir su propia comida y las políticas agrícolas del país sin perjudicar la agricultura de otros países. La soberanía alimentaria pone las aspiraciones y las necesidades de la gente que produce, distribuye y consume la comida al centro del sistema de producción alimentaria y de sus políticas más que las demandas de los mercados y de las empresas. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías y a los mercados locales y nacionales y fortalece a los campesinos y a la agricultura de conducción familiar y la producción alimentaria.
Por La via campesina
Movimiento internacional que agrupa a organizaciones de campesinos y comunidades agrarias indígenas.