Transgénicos en Chile: no, gracias
Chile debiera ser un país libre de transgénicos, destinado a la producción limpia, orgánica y sustentable, sin pesticidas ni contaminantes, en beneficio de la salud humana, animal y el medio ambiente
La Fundación Sociedades Sustentables (FSS) ha conocido las indicaciones que ha efectuado el Ministerio de Agricultura en marzo de 2011, al Proyecto de Ley de Vegetales Genéticamente Modificados (Boletín 4.690-01). Este proyecto fue ingresado al Congreso en 2006, como una Moción de los senadores Alberto Espina, Fernando Flores, Antonio Coloma, Andrés Allamand y Eduardo Frei. Su objetivo era expandir los cultivos transgénicos en Chile permitiendo su comercialización a nivel nacional, ya que actualmente sólo se permiten cultivos transgénicos para exportación de semillas y pruebas de campo.
Durante su discusión, se le efectuaron cientos de indicaciones, el gobierno de Bachelet nunca le dio urgencia y quedó sumido en una Comisión Unida de Agricultura, Medio Ambiente y Salud, sin avance. En un intento de rescatar esta iniciativa, el Ministerio de Agricultura le ha sumado indicaciones que liberalizan aun más el uso de transgénicos en Chile, sin establecer los suficientes resguardos para evitar sus impactos negativos al medio ambiente, biodiversidad, salud humana, animal y además, no otorgan suficiente información a los agricultores ni consumidores. Esto evidencia que las indicaciones del ministro Galilea van en directo beneficio de los intereses económicos de las empresas semilleras biotecnológicas transnacionales instaladas en Chile.
Entre los aspectos más conflictivos de estas indicaciones están:
1) Elimina el requerimiento de estudio de impacto ambiental para los transgénicos de uso agrícola y forestal requerido por la Ley de Medio Ambiente (Art 10 r, Ley 19.300).
2) Da aprobación automática a los cultivos transgénicos denominados para “uso controlado”, con fines de investigación o multiplicación de semillas. Las empresas sólo deben dar aviso al SAG. No requieren estudio de impacto ambiental o información a la ciudadanía. Muchos de estos cultivos serán pruebas de campo de nuevos eventos peligrosos, como los farmacultivos rechazados en otros países, cuyos impactos no han sido suficientemente evaluados.
3) Establece el “uso liberado” de cultivos transgénicos comerciales para uso nacional o de exportación. Estos deben ser aprobados sólo la primera vez, pudiendo ser liberados sin solicitar permisos nuevamente. No requieren de estudio de impacto ambiental.
4) Permite la declaración de sitios centros de origen y de diversidad para resguardar los recursos en ellos contenidos, sin embargo permite la liberación de transgénicos dentro de ellos. Aunque son un avance, no es posible proteger a través de ellos los cultivos tradicionales diseminados en todo Chile que aun están en manos de pequeños agricultores que resguardan este amenazado patrimonio, como por ejemplo las razas de maíz existentes en Chile.
5) No protege la agricultura orgánica ni establece un sistema de responsabilidad y compensación por la contaminación de cultivos y por la pérdida de certificación orgánica.
6) Faculta a las empresas para mantener reservada la información de la modificación genética de los cultivos, lo que imposibilita una evaluación cabal de sus riesgos e impactos, como asimismo su seguimiento y trazabilidad.
7) Niega el etiquetado de los alimentos transgénicos violando el derecho a los consumidores a una información veraz y oportuna establecida por la Ley del Consumidor.
La Fundación Sociedades Sustentables lamenta este tipo de proyectos de ley en Chile, y seguirá atenta a su trayectoria en el Congreso. Ante la real amenaza que representa el proyecto de ley de transgénicos y estas indicaciones, es de suma urgencia que los parlamentarios se informen cabalmente sobre los impactos de estos cultivos modificados y rechacen la iniciativa. Chile debiera ser un país libre de transgénicos, destinado a la producción limpia, orgánica y sustentable, sin pesticidas ni contaminantes, en beneficio de la salud humana, animal y el medio ambiente.