Suiza: padecer hambre en medio de campos de soja
El filme 'We feed the World', que incluye una larga entrevista al suizo Jean Ziegler, refleja la esquizofrenia de la producción globalizada de alimentos y sus consecuencias para el planeta
Desde el maíz cultivado y luego quemado porque su precio es demasiado bajo, hasta la tala de la selva amazónica para dejar espacio a los campos de soja. No es aconsejable ver esta película con el estómago vacío: podría provocarle náuseas. 'We feed the World' (damos de comer al mundo) da una idea al consumidor de la locura en la que ha entrado la producción global de alimentos.
Algunos dirán: '¿Por qué torturarnos durante una hora y media con el sentimiento de culpa, si en definitiva no podemos cambiar nada?' Quizás algo sí se pueda cambiar, y de todos modos es justo que tengamos conciencia, por ejemplo, de que el precio de la verdura en nuestras latitudes está en relación con el número de inmigrantes africanos que viven aquí. Mercado libre y falta de libertad Debido a los subsidios a la agricultura en Europa y Estados Unidos, en el mercado de Senegal – un país que vive del sector primario – encontramos frutas y verduras por un tercio del precio de las que cultivan los agricultores locales.
"¿Cómo se va a pretender que los africanos, asfixiados por los subsidios, no intenten emigrar a nuestras ciudades?", se pregunta Jean Ziegler, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación.
Como de costumbre, el sociólogo, escritor y activista suizo, cuya extensa entrevista constituye el hilo conductor del filme, apunta con el dedo a las multinacionales. En su opinión, el 'mercado libre' nada tiene que ver con la libertad, porque está en manos de cerca de 500 empresas muy poderosas que sólo piensan en los beneficios. Nosotros desperdiciamos, otros pasan hambre 'We feed the World' nos revuelve el estómago y despierta nuestra conciencia de distintas formas: sobre los pollos industriales exterminados, las toneladas de pan que tiramos a la basura, las indignantes condiciones en las que viven los magrebíes que trabajan en la recogida de tomates en España.
En el norte de Brasil las madres echan a veces piedras en las ollas y fingen preparar la cena, esperando que sus hijos afamados se duerman y dejen de llorar. Brasil es el mayor productor mundial de soja transgénica. ¿Y adónde va a parar? ¡A los criaderos de pollos! De esta forma se cierra la cadena alimenticia; una auténtica locura.
"Los animales de crianza están devorando la selva amazónica", afirma un ecologista brasileño desde una pequeña avioneta, mientras muestra los enormes agujeros en torno a los árboles: son campos de soja. Pesadilla de Darwin 'Darwin's Nightmare' (La pesadilla de Darwin), otro documental de la misma índole, ya había suscitado una ola de indignación y preocupación en el mundo entero, incluida Suiza.
La cinta habla de la destrucción en Tanzania del ecosistema y del empobrecimiento de la población provocado por la crianza de pescado destinado al mercado europeo. Una crianza incompatible con la fauna autóctona del Lago Vittoria. Esos peces solían comer a todas las otras especies y luego comenzaron a comerse los unos a los otros.
En respuesta al deseo de la población de hacer algo para detener este tipo de horror, las organizaciones comprometidas con el desarrollo sostenible, el comercio equitativo y una agricultura más próxima al consumidor han organizado en Suiza un ciclo de conferencias. Su objetivo es demostrar que existen soluciones alternativas para salir de la pesadilla de Darwin (véase enlace).
Pero volvamos a 'We feed the World'. Al final del filme, el presidente y director general de Nestlé, Peter Brabek, intenta subirnos la moral. Dice que deberíamos dejar de lamentarnos siempre, ya que el ser humano jamás tuvo tantos alimentos a disposición y que nadie ha muerto de transgénicos. Y luego, agrega, no todo lo que es natural, biológico, es necesariamente bueno. Pero su desbordante optimismo no logra convencernos de que haya un final feliz a la vista.
Traducción del italiano: Belén Couceiro