Slow Food: unidos por el buen comer
Este movimiento persigue recuperar la dignidad cultural de la comida y defender de la biodiversidad
La semana pasada Slow Food celebró su “Convivia de Primavera” en el restaurante El Tridente del Hotel Neptuno. Las verduras de temporada fueron los principales ingredientes con los que contó José Miguel Bielsa a la hora de elaborar el menú: ensalada de brocheta de langostinos, tempura de verduras con romescu, rape con verduritas al horno y carrillera de ternera con guarnición de chirivia. La calidad de las verduras y el óptimo punto que logró darles Josemi hizo que en algunos platos resultaran más atrayentes la guarnición que el ingrediente principal, demostrado que en la composición de un plato todos los productos tienen importancia. Los vinos fueron servidos por Félix Martínez de Bodegas C.RV.E. El Viña Lidón (chardonnay), Martínez Bermell (Merlot) y el Vera de Estenas reserva del 2000 fueron los vinos que aportó y que acompañaron a la perfección la cena.
Movimiento
¿Pero qué es el ‘Slow Food’? ¿Es sólo un grupo de amigos que se reúnen periódicamente para cenar? Por fortuna, no. Veamos qué es, qué busca y cuáles son algunos de sus ya comprometidos ideales que desde el inicio de su existencia se empeñan en llevar adelante.
Slow Food es un movimiento que nace en Italia en 1986 de la mano del periodista Carlo Petrini, como respuesta al desembarco y aparición del “fast food”, al “vivir deprisa” y que ellos denominan “Fastlife”. Hoy, casi veinte años después han logrado una total identificación en la sociedad con cerca de 750 Convivia, o grupos de trabajo que repartidos por medio mundo, agrupan a más de 80.000 miembros.
Aunque puedan acercarse al epicureismo es sólo un pequeño reflejo. Se mueven más por la ética y placer. Las actividades del Slow Food comprende lo que se podría definir como la eco-gastronomía, valorando sobre manera la diferencia de sabores, la producción alimentaria artesanal, la pequeña agricultura, técnicas de pesca y de ganadería sostenible.
Desde esta asociación también se intenta restituir la dignidad cultural a la comida, devolviendo la educación por el buen gusto y se bate por la defensa de la biodiversidad, intentando sobre todo preservar un ambiente. Salvar desde una raza a una especie vegetal en vías de extinción, recuperar una receta, apoyar un cultivo, intentando ante todo, educar al paladar para que sepa apreciarlo.
Como vemos se enarbola la defensa de la biodiversidad, denunciando a través del Arca del Gusto, las especies animales y las variedades vegetales que estén en peligro de desaparecer. Pero no sólo se denuncia, gracias a proyectos y a los baluartes se intenta recuperar estas especies por medio de la recuperación de técnicas de producción ancestrales, valorando más las calidades de los productos que en la sobreexplotación de zonas agrícolas.
Para apoyar la existencia de grupos de trabajo que intenten relanzar todos estos postulados promueven el Premio Slow Food por la defensa de la biodiversidad.
Los recursos de la asociación se redistribuyen a través de una fundación que es la encargada de administrar los recursos económicos que generan y que son necesarios para llevar a buen puerto, todas sus excelentes actividades.
Como una de las maneras de dar conocer todas sus actividades el Slow Food organiza el Salón del buen gusto de Turín donde se presentan los logros que año tras años han logrado presentar.
En su web (www.slowfood.com) hay un noticiario donde aparecen artículos escritos por reconocidos autores de nivel mundial y de los editoriales de su presidente Carlo Petrini.
gastronomia@lasprovincias.es