Se puede vivir sin petróleo, pero no sin plantas
El último estudio sobre la diversidad biológica exhibe con claridad el patrón del sexto mayor evento de extinción del planeta: la transformación de la Amazonia en una sabana
Negocios y políticas como las que condujeron al actual derrame de crudo en el Golfo de México están minando la arquitectura vital del planeta, según la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 3, publicada este lunes.
El derrame de unos 5.000 barriles diarios de crudo, causado por la rotura el 20 de abril de una plataforma petrolera de la empresa British Petroleum (BP) en el Golfo de México, tendrá efectos devastadores en los ecosistemas marinos y costeros que durarán décadas, según expertos.
Este tipo de negocios y políticas, multiplicados miles de veces en los últimos 100 años, han puesto en peligro los pilares de la vida terrestre, según el informe Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 3 (GBO3 por sus siglas inglesas), que publica este lunes 10 la Organización de las Naciones Unidas.
Se trata del registro más reciente del estado de la diversidad de especies de flora y fauna, los organismos vivos que nos suministran salud, riqueza, alimentos, combustible y otros servicios esenciales.
En ese estudio "se distingue con claridad el perfil de lo que puede ser el sexto mayor evento de extinción de la vida en la Tierra", afirmó el científico Thomas Lovejoy, jefe de biodiversidad del Heinz Center for Science, Economics and the Environment, con sede en Washington, y consejero jefe de la presidencia del Banco Mundial.
Las tendencias son casi todas negativas: declinaciones exponenciales y sombríos puntos de inflexión, dijo a Tierramérica el destacado estudioso de biología tropical que dirigió el comité de revisión y está encargado de presentarlo este lunes en Nairobi, en la apertura de la reunión científica del Convenio sobre la Diversidad Biológica.
Uno de esos puntos de inflexión es el colapso irreversible de la selva amazónica, afirmó. Una reciente investigación reveló que la posible combinación de tres factores podría desatar una incontenible transformación de la Amazonia en una sabana.
Esos factores son el aumento de dos grados centígrados de la temperatura media global, una pérdida de entre tres y cuatro por ciento más de la cobertura selvática original y los incendios forestales.
Así se desataría una enorme pérdida de especies y abundantes emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, recalentando el clima. Los impactos en millones de habitantes de la región "serían asombrosos", dijo Lovejoy.
"Debemos tomar el GBO3 como un gran llamado a despertar", agregó. Este es el Año Internacional de la Biodiversidad, pero las campanas de alarma llevan bastante tiempo sonando.
En 2002, 123 países miembros del Convenio se comprometieron a acciones urgentes para frenar el ritmo de pérdida de especies. Ocho años después, con los datos proporcionados por esas mismas naciones, el GBO3 registra que las promesas no se cumplieron.
Casi un cuarto de las especies vegetales conocidas están en riesgo de desaparecer, los corales y los anfibios declinan en forma marcada y la cantidad de ejemplares de todos los vertebrados cayó en un tercio en los últimos 30 años.
Interrogado acerca de por qué es importante la extinción de especies cuando contamos con todo tipo de tecnología, Lovejoy contestó: "Usted no se alimenta de Internet". Tampoco se puede respirar sin las plantas que suministran oxígeno a la atmósfera.
Pero se puede vivir sin petróleo.
Sin embargo, la preocupación por los ecosistemas siempre está en segundo lugar cuando se decide explorar en busca de crudo, minerales o madera, apuntó Kierán Suckling, director ejecutivo del no gubernamental Centro para la Diversidad Biológica de Estados Unidos.
"Si los ecologistas consultados al final son lo bastante agresivos tal vez puedan conseguir que el proyecto se reduzca en cinco por ciento", dijo Suckling a Tierramérica. "El poder reside siempre en aquellos que impulsan el desarrollo", insistió.
La petrolera británica BP fue eximida de controles ambientales para operar en el Golfo de México, añadió. Y no había planes para lidiar con un derrame importante de crudo. "Era un desastre anunciado, pero la empresa y el gobierno hicieron de cuenta que no pasaría".
Pese al enorme valor de los ecosistemas, es difícil calcularlo en términos monetarios, señaló Suckling. El Golfo de México es un enorme recurso alimentario estimado en 2.000 millones de dólares anuales solamente para el sureño estado estadounidense de Lousiana.
Pero eso ni siquiera se acerca al valor real de esa región. "¿Cómo poner precio a sus vastos humedales que existen desde hace cientos de miles de años?".
"Durante millones de años, las tortugas marinas han desovado en las playas arenosas del golfo. ¿Quiénes somos para llegar y en apenas unas décadas condenarlas a la extinción?", cuestionó.
Proteger la diversidad es un imperativo ético para Suckling. "Su pérdida es un empobrecimiento para los seres humanos, pues evolucionamos para interactuar con todas esas especies", dijo.
Si se asignara valor económico a los ecosistemas, se podría lograr una más inteligente administración de riesgos, dijo Lovejoy.
En lugar de explotar crudo en el mar, la sociedad podría decidir elevar su eficiencia en consumo de combustible.
Por ejemplo, si los automóviles y camiones recorren 18 kilómetros por litro de gasolina ahorrarían millones de barriles de crudo por año y miles de millones de dólares en gastos de combustible, según un análisis de la no gubernamental Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Comprometidos).
"Hay que elevar la importancia de la biología en la agenda de preocupaciones humanas", afirmó Lovejoy. La cuestión es "cómo lograrlo antes de que ocurran terribles desastres".
"La infraestructura biológica del planeta peligra y es de nuestro mayor interés hacer algo para salvarla", concluyó.