Se está expulsando a poblaciones de sus tierras con dinero de nosotros
“Los fondos que invierten en superficies agrícolas de países en desarrollo son muchas veces fondos de pensiones. Es decir, que esas transacciones se realizan con el dinero de la gente, de todos nosotros, y deberíamos ejercer más presión para que no se dedique a acaparar las tierras del sur”.
“Cristian Ferreyra fue asesinado por un disparo de bala a manos de dos hombres armados frente a su casa y su familia. Cristian vivía en San Antonio, un poblado al norte de Santiago del Estero en Argentina. Pertenecía a una comunidad campesina y era miembro de una organización compañera, la organización campesino-indígena MOCASE-Vía Campesina. ¿Su delito? Negarse a abandonar su tierra natal para dar lugar a una masiva plantación de soja, una de tantas plantaciones que se han incrustado en las comunidades rurales de Argentina en los últimos diez años. Así que los dueños de la plantación lo mandaron asesinar. Cristian tenía 25 años de edad”. Así empezó el discurso de agradecimiento de GRAIN al recibir el premio Right Livelihood Award conocido como el Premio Nobel Alternativo el pasado mes de diciembre.
GRAIN (Genetic Resources Action International) se define como una pequeña organización internacional que apoya a campesinos y a movimientos sociales en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados comunitariamente. “Nuestro apoyo consiste en producir investigaciones y análisis independientes, impulsar la vinculación y el tejido de redes a nivel local, regional e institucional y cultivar nuevas formas de cooperación y construcción de alianzas. Casi todo nuestro trabajo se orienta hacia África, Asia y América Latina y se concreta en esas regiones”, explica Henk Hobbelink, coordinador internacional y cofundador de GRAIN.
“Hoy, más de mil millones de personas no tienen suficientes alimentos para comer. Un 80 por ciento de estas personas son productores de alimentos que viven en el campo. Esta situación se debe a las políticas gubernamentales que deliberadamente reemplazan la agricultura campesina con un modelo industrial impulsado por las exigencias de las corporaciones trasnacionales. Este modelo produce mercancías para los mercados globales. No alimenta ni puede alimentar a la gente”, expuso Hobbelink en su discurso al recoger el premio.
“Los fondos que invierten en superficies agrícolas de países en desarrollo son muchas veces fondos de pensiones”
GRAIN fue fundada a principios de los años 80 en Barcelona para luchar contra un modelo de agricultura basado en la uniformidad genética provocando una pérdida en la diversidad genética y de biodiversidad agrícola en todo el mundo: semillas locales y razas de animales. “El problema no es tanto la pérdida de semillas y variedades nativas sino la pérdida de la gente que crea, nutre y mantiene esa diversidad. La “erosión genética”, como le llamábamos hace veinte años, es en realidad únicamente la consecuencia de un proceso mayor que impulsa la agricultura industrial. No vamos a resolver la crisis mundial de alimentos hasta que se detenga el intento de reemplazar los sistemas de agricultura familiar a pequeña escala por sistemas a gran escala con enfoques industriales y controlados por las corporaciones”, argumenta Hobbelink.
El Jurado reconoció tanto a la trayectoria de GRAIN como su lucha contra el acaparamiento de tierras que desde hace tres años están intensamente llevando a cabo. “Gambela es una región de Etiopía que limita con Sudán del Sur. Es el sitio donde ha ocurrido uno de los casos más extremos de acaparamiento de tierras en el mundo. Más de la mitad de toda la tierra arable en la región se ha entregado a inversionistas de la India o Arabia Saudita que ya están allí con sus tractores y expulsando a la gente. Etiopía está en medio de una grave crisis alimentaria y es muy dependiente de la ayuda alimentaria para darle de comer a su pueblo. No obstante, el gobierno ya entregó cerca del 10% de toda la superficie agrícola del país a inversionistas extranjeros para producir materias primas para el mercado internacional”, comenta este ingeniero agrónomo
El cofundador de GRAIN recalca que el acaparamiento de tierras no ocurre solo en el sur: “en la Unión Europea, hemos perdido tres millones de establecimientos agrícolas desde el año 2003. Esto significa la quinta parte de todas nuestras granjas en tan sólo ocho años. Vivir de la tierra se ha vuelto más difícil y, en muchas partes del mundo, más peligroso conforme pasan los días. Los campesinos que han estado alimentado al mundo durante miles de años (y lo siguen haciendo) son ahora calificados como retrógrados, ineficientes; como obstáculos para el desarrollo”.
En 2008 la organización constató que había países con dinero como los estados del Golfo, China, pero con falta de alimentos, que empezaban a comprar tierras en África. Los fondos de inversión también empezaban a adquirir tierras. Comenzaron a redactar informes denunciando esta situación. “No les importaba tener que expulsar de sus tierras a las poblaciones locales. Los fondos que invierten en superficies agrícolas de países en desarrollo son muchas veces fondos de pensiones. Es decir, que esas transacciones se realizan con el dinero de la gente, de todos nosotros, y deberíamos ejercer más presión para que no se dedique a acaparar las tierras del sur”, exhorta Hobbelink.
“Necesitamos un sistema alimentario que alimente a la gente, no a los mercados”
En sus años de vida, GRAIN ha evolucionado hacia un modelo de trabajo más cercano a las poblaciones del sur, a sus problemáticas: “Al principio nuestro trabajo era más teórico, íbamos a reuniones de la FAO… para reivindicar otro modelo de agricultura pero nos dimos cuenta de que era necesario tocar tierra. Por eso, en los 90 descentralizamos para pasar de ser una típica ONG con una oficina en una parte, a una red, donde cada organización que trabaja con GRAIN está en contacto directo con los movimientos sociales agrícolas en el sur”, explica Hobbelink. “Trabajamos, por ejemplo, con la Vía Campesina y lo hacemos mirando la agricultura desde la soberanía alimentaría, basada en la agroecología, en la diversidad y en una agricultura orientada hacia mercados locales. Lo que teníamos claro es que no queríamos ser una ONG de proyectitos en el sur (con todo el respeto a las ONG) que a veces perjudican más que benefician al crear dependencias”, sostiene el coordinado internacional de GRAIN.
Hobbelink está convencido de la necesidad de trabajar juntos, de unir fuerzas. Bien sea en el sur, con organizaciones locales, o en España con herramientas como la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. “En ella colaboramos con otras organizaciones, Vía Campesina, COAG….para unir fuerzas. Es un análisis y una manera de pensar nuevos, una revista innovadora de pensamiento critico en España”.
En la reunión que la revista ha mantenido recientemente en Amayuelas, se ha mostrado le preocupación de que el concepto de “soberanía alimentaria” sea apropiada por diferentes sectores: “El éxito de la “soberanía alimentaria” como un discurso nuevo también ha sido parte de su problema ya que distintas personas la utilizan para distintos propósitos, lo que ha desembocado en una situación en la que se está vaciando rápidamente de su contenido y significado originales. Las raíces de la soberanía alimentaria están en la vida y la lucha de los agricultores campesinos, los pescadores y los pueblos indígenas. A diferencia de varios otros términos inventados por intelectuales, autoridades políticas y burócratas, la soberanía alimentaria surge de las luchas campesinas como la necesidad de crear un discurso fuerte acerca de las realidades y necesidades locales, que pueda ser escuchado y comprendido en todo el mundo. El primer espacio en el cual los campesinos identificaron el poder transformador de la soberanía alimentaria fue, por supuesto, el espacio local. Es allí donde los agricultores tienen sus raíces y donde crecen las raíces de las semillas que siembran. Es ahí donde la soberanía alimentaria adquiere su dimensión más medular”, recalca Hobbelink.
GRAIN agradece el premio pero afirma que el galardón no es suyo, sino de todo el campesinado que está luchando por mantener sus tierras, su sustento de vida. Por su parte, seguirán trabajando para denunciar los abusos que se cometen contra ellos. Como en su último informe, “El gran robo de la leche”, donde ponen al descubierto como grandes corporaciones de lácteos como Nestlé y otros actores como PepsiCo y Cargill, intentan acaparar todo el negocio de la leche, desde los establos a los mercados. El documento plasma la importancia de la leche para los modos de sustento y la salud de la gente en muchos países del sur y como combaten por ella. Desde 2010, los jarreadores, como llaman a los cerca de 50.000 vendedores de leche que surcan las calles colombianas a diario con leche fresca en sus motocicletas, protestan contra los repetidos intentos del Gobierno por terminar con la leche popular.
Pero Henk Hobbelink no se muestra pesimista, cree que la sociedad civil empieza a ser consciente de la problemática y a actuar. “El 15M fue un ejemplo de ello. Además, se ha está produciendo un gran crecimiento a nivel de grupos de consumo, a nivel de barrio… Cada vez hay más gente, más infraestructura para crearlos. Soberanía alimentaria no es solo consumir ecológico y local, también hay que desmontar grandes empresas, hay peleas fuertes, hay que participar y movilizar, cada persona tiene que ver dónde está más feliz contribuyendo y hacerlo”. Según Henk, “ahora está más claro contra qué peleamos y contra qué debemos estar juntos. Esto nos hace muy fuertes. En las últimas protestas del 15M, yo estoy con las personas que apuestan por un cambio estructural porque si tenemos que esperar que los gobiernos hagan algo bueno, la influencia directa del agronegocio y el lobby es tanta que nunca podremos competir. Para GRAIN, la esperanza del cambio viene de dos caminos paralelos: construir alternativas y movilizar una resistencia del poder articulada en redes. Necesitamos un sistema alimentario que alimente de la gente, no a los mercados”.