Se abre debate cubano sobre transgénicos
La siembra en varias provincias de Cuba de un maíz transgénico obtenido por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología pone en riesgo la biodiversidad y contradice el esquema de producción agrícola promovido por el propio gobierno, advirtió el agroecólogo cubano Fernando Funes-Monzote
Patricia Grogg entrevista al agroecólogo FERNANDO FUNES-MONZOTE
Funes coordinó en septiembre un encuentro de especialistas preocupados por el tema con directivos y personal del Centro Nacional de Seguridad Biológica y de la Oficina de Regulación Ambiental y Seguridad Nuclear, una de las instituciones encargadas de conceder licencias para este tipo de cultivos.
En esa cita, los expertos pidieron interrumpir esos cultivos hasta tener mayor información y una discusión profunda de la sociedad sobre su impacto ambiental y sanitario.
La reunión fue considerada el primer espacio oficial abierto a las inquietudes de un sector de la comunidad científica cubana por la liberación de organismos genéticamente modificados en el agro de este país caribeño.
IPS: El cultivo de esta variedad transgénica, la FR-Bt1, comenzó en 2008, pero ya desde antes se conocían opiniones adversas. ¿Por qué solo ahora se pide una moratoria que dé lugar a un análisis de ventajas y desventajas?
FERNANDO FUNES-MONZOTE: El tema estuvo silenciado, pero en 2008 se disparó la alarma cuando se sembró, como ensayo de campo, una hectárea que daría lugar a la siembra de 50 hectáreas como antesala para la expansión del cultivo en 2009 a 6.000 hectáreas en varias provincias.
Hasta ese momento se pensaba que el trabajo con organismos modificados genéticamente se mantendría en los laboratorios en tanto se tuvieran todas las evidencias de que no causarían daños al ambiente y la salud humana.
En el momento actual creemos que una moratoria permitiría contar con el tiempo necesario para tomar decisiones más conscientes y reflexionar con la participación de toda la sociedad. Quien crea que este es un problema exclusivo de la ciencia y que los decisores tienen la última palabra, se equivoca.
IPS: ¿Considera que se violaron normas y regulaciones?
FFM: Se está violado el principio precautorio. Es decir, no hay información visible, pública, que nos permita conocer que se tomaron todas las precauciones, y partimos del hecho de que los que tomaron la decisión pudieron haberse equivocado.
Este año es un momento crucial para que se reconsidere la expansión y mantenimiento de este cultivo, porque vence la licencia otorgada por la Oficina de Regulación. Pero nos alertaron de que no es competencia de ellos plantear una moratoria y que la decisión de liberar este maíz tuvo un componente técnico y otro político.
IPS: ¿Cree posible que se detenga un proceso que ya parece bastante avanzado?
FFM: Una moratoria permitiría establecer un proceso de consulta y debate en la sociedad. Hay una decisión política que tomar y también un riesgo político que correr, porque se está viendo a Cuba como promotora de los transgénicos que el mundo progresista rechaza.
Y no sólo se rechaza por la repercusión del dominio de las transnacionales, sino por el impacto de la tecnología que en la agricultura puede tener efectos adversos en grandes masas de la población y atenta contra el frágil equilibrio biológico.
IPS: ¿Qué extensión alcanza el cultivo de esta variedad resistente al gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) y tolerante a herbicidas? ¿En qué condiciones se ha sembrado?
FFM: No se ha informado la extensión para este año. Según la licencia, se puede cultivar la variedad FR-Bt1 en predios desde La Habana hasta Camagüey (una distancia de 534 kilómetros). Se excluye la occidental Pinar del Río y la región oriental, pero ¿quién podría asegurar que las semillas no han cruzado estas fronteras?
No se conocen los resultados ni cuántas áreas fueron sembradas en total. Hubo un encuentro en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología para informar sobre el resultado del primer año de cultivo, pero no quedó nada escrito sobre el asunto. Sin dudas ha habido falta de transparencia en todo este proceso, que compete a toda la sociedad.
IPS: ¿Pero usted y otros expertos han podido observar directamente en el campo cómo se está desarrollando esta siembra de maíz transgénico?
FFM: Por lo que vi en (la central) Sancti Spíritus puedo afirmar que no se están teniendo en cuenta las orientaciones de seguridad biológica. Es decir, la tecnología no se está aplicando como originalmente se concibió, lo que pone en riesgo las variedades tradicionales de maíz y, como afirman sus promotores, provoca "la muerte de la tecnología".
No todos los campesinos están siguiendo las indicaciones tecnológicas, ni tuvieron la debida capacitación o asistencia técnica. Vimos que algunos se han pasado la semilla de unos a otros, la siembran sin precaución alguna y desconocen las condiciones claramente definidas por el Centro Nacional de Seguridad Biológica.
IPS: ¿Cuáles son los principales riesgos que tiene la aplicación de esta tecnología en las condiciones de Cuba?
FFM: El riesgo fundamental para el movimiento agroecológico, que tiene ya unos 20 años en nuestro país, está en la expansión de una tecnología que atenta contra la diversidad y reduce la capacidad de las variedades criollas para adaptarse, por ejemplo, al cambio climático, a la sequía, o a cambios de temperatura.
La producción de maíz en Cuba, como el resto de la producción agropecuaria, enfrenta muchos otros retos y es erróneo pensar que los transgénicos incrementarán el rendimiento.
Sobre eventuales daños a la salud humana, es necesario hacer pruebas que demuestren que este maíz transgénico realmente puede ser consumido sin peligro en los hogares cubanos. Si esas comprobaciones fueron realizadas, deberían estar disponibles.
* Este artículo es parte de una serie de reportajes sobre biodiversidad producida por IPS, CGIAR/Bioversity International, IFEJ y PNUMA/CDB, miembros de la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible. Publicado originalmente el 2 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.