Por la vida y la biodiversidad
Según un informe de la ONU, cada hora tres especies desaparecen. Cada día se pierden cerca de 150 variedades. Cada año entre 18 000 y 55 000 especímenes serán extintos
Ayer se celebró el Día Internacional de la Biodiversidad. Diarios de todo el mundo desplegaron titulares importantes sobre el tema. Sin embargo, una noticia ha llamado fuertemente mi atención. Según un informe de la ONU, cada hora tres especies desaparecen. Cada día se pierden cerca de 150 variedades. Cada año entre 18 000 y 55 000 especímenes serán extintos.
El problema es tan grave que, según el secretario ejecutivo de la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU, Ahmed Djoghlaf, lo que estaría sucediendo actualmente en el mundo podría compararse a la mayor ola de pérdidas biológicas que hayamos tenido desde la desaparición misma de los dinosaurios.
La principal amenaza contra la biodiversidad a nivel global es el cambio climático. El aumento en las emisiones de dióxido de carbono sobre la atmósfera sería una de las principales causas. Según los expertos, el planeta se encontraría en un nivel de riesgo nunca antes visto desde hace 650 mil años.
A más del cambio climático, hay otros factores que afectan directamente sobre el medio ambiente y la biodiversidad. Para el caso de Ecuador y de muchos países de América Latina, la tala indiscriminada de bosques, la utilización poco sustentable de los recursos naturales y, por ejemplo, la explotación petrolera representan serias amenazas. Hay un hecho que en esta ocasión quisiera resaltar y que me parece sumamente incomprensible e inaudito. Mientras los diarios de todo el mundo, científicos, organizaciones no gubernamentales, organismos internacionales, entre otros, hacen incansables llamados e iniciativas para proteger el medio ambiente, en Ecuador pareciera que esto o no tuviera eco o simplemente no tuviera importancia.
En días pasados acabo de leer con horror el anuncio hecho por el gobierno del presidente Rafael Correa de acelerar el proceso de licitación internacional del campo petrolero Ishpingo-Tiputini-Tambococha (ITT). Esta no se trata de una convocatoria común y corriente. Este campo está ubicado en el Parque Nacional Yasuní.
Con cerca de 900 mil hectáreas de extensión, el Parque Nacional Yasuní es el más importante que tiene el país en términos de biodiversidad. Por otra parte, este parque no solo alberga a una incalculable y rica biodiversidad, sino a uno de los capitales y patrimonios vivos más caros que tiene la humanidad: los taromenani. ¿Qué quiero decir con esto? Que los peligros graves e irreparables de una continua explotación petrolífera en el Parque Nacional Yasuní no solo serían letales para las especies biológicas que se encuentran allí sino contra uno de los últimos grupos humanos que han vivido desde siempre sin contacto alguno con el mundo occidental. Son unos pocos grupos de cazadores y recolectores que se han mantenido intactos desde hace miles de años y que viven dentro del Parque Nacional Yusuní. Ellos también son dignos de respeto y protección del Estado .
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