Peligra la soberanía alimentaria argentina


Prensa

Le Monde Diplomatique, Año 2 (15),  Argentina, Setiembre 2000

Peligra la soberanía alimentaria argentina

  por Walter Pengue

  Ing. Agrónomo especializado en mejoramiento genético.

  Maestría en políticas ambientales

  GEPAMA-CEA - Universidad de Buenos Aires




  La semilla es para el agricultor la base de todo su sistema productivo. Ha formado parte de una necesidad y búsqueda de mejora, transmitida culturalmente por generaciones, en un sistema de intercambio entre los pueblos que persiste hasta nuestros días. La apropiación de parte de este conocimiento popular ha sido siempre un objetivo comercial de muchos empresarios, que de la mano de ciertas técnicas desarrolladas por ingeniería genética pueden poner en riesgo la seguridad alimentaria de las naciones.
  "

" - José Martí

  Históricamente, el proceso de selección y mejora de variedades agrícolas estuvo en manos del agricultor, quien recurrentemente guardaba e intercambiaba con otros productores distintos semillas para las siguientes estaciones. Pero el proceso de manejo de la propia semilla por parte del productor y los programas convencionales de mejora comienzan a revertirse en muchas regiones, a comienzos de este siglo, con la llegada de los nuevos conocimientos del "vigor híbrido".

  Las semillas híbridas son la primera generación descendiente de dos líneas parentales distintas dentro de una misma especie. Su éxito estriba que son muy pocos -los breeders y sus empresas los que conocen estas líneas parentales que tienen en general un mayor rendimiento pero que, de querer reproducirse en generaciones sucesivas, segregan y pueden dar una nueva generación de plantas y rendimientos desuniformes. El agricultor se ve obligado entonces a comprar la semilla todos los años para sae3gurar la cosecha, trasladando parte de su renta a las manos de las compañías dueñas del manejo del material genético y sus cruzamientos.

  Con esta práctica, las empresas de semillas comienzan a acumular un creciente desarrollo económico y manejo de la agricultura mundial. "Las corporaciones transnacionales vinculadas a la producción agropecuaria y la salud, han concentrado un enorme poder", y Argentina ha sido uno de los nichos mundiales donde este crecimiento se ha hecho más notable (1).

  El éxito de la hibridación comercial se ha dado en cultivos como el maíz, el girasol y el sorgo, pero aún no se ha podido ampliar al arroz, el trigo y la soja, especies que a diferencias de las anteriores -que se utilizan como alimento para el ganado- son la base alimentaria de una importante porción del mundo. En estas variedades los agricultores han pretendido continuar guardando sus semillas, los que según las compañías atentan contra los intereses comerciales, puesto que ven en esta ancestral práctica un riesgo u daño económico y una de las fuentes del atraso en que se encuentran vastas regiones de nuestro planeta.

  La seguridad alimentaria mundial, o por lo menos de las regiones más pauperizadas del mundo, no pueden dejarse al albedrío y juicio del interés privado. En el mundo desarrollado el sistema de protección de inversiones y patentes funciona por el propio flujo de la renta entre los distintos actores, pero en el subdesarrollado ejercer acciones no meditadas ni analizadas puede condenar a la inanición al desamparo.

  Semillas suicidas

  Así como en siglo pasado fueron los híbridos, en este las nuevas vedettes de alta respuesta ofrecidas a los productores son las semilla transgénicas. Desarrolladas desarrolladas por poco más de una decena de compañías de alta tecnología que detentan el 32 % de la producción alimentaria mundial y el 85 % del mercado global de agroquímicos, estas semillas están protegidas por el sistema de patentes, que pretende asegurar beneficios extraordinarios como premio a los planes de investigación y desarrollo. Pero para cuando las patentes, los fees a la investigación incorporados en el costo de las semillas y los sistemas de regalías extendidas a la propia estructura de control jurídico fallan (esecialmente en los países subdesarrollados), las compañías han logrado crear un sistema que permite controlar de forma absoluta la producción y el abastecimiento: la tecnología Terminator. Esta la principal aplicación de una patente genérica para el "control de la expresión de los genes de las plantas" (2). Se trata básicamente de un mecanismo suicida, genéricamente diseñado para activarse por estímulo exterior específico. Estas semillas se autodestruyen, y por lo tanto no es posible resemblarlas. Inclusive se han desarrollado en la actualidad semillas suicidas, cuyas características genotípicas pueden ser activadas o desactivadas mediante el uso de un inductor químico externo mezclado con los agroquímicos patentados por la misma compañía que las comercializa (3).

  La dependencia alimentaria

  Para los países en vías de desarrollo, el riesgo -no ya ambiental ni comercial- sino que la propia seguridad alimentaria, es inocultable. Esto ha motivado que organismos del mundo desarrollado y agencias internacionales presionaran a las compañías multinacionales para que renuncien a este tipo de controlador biológico. Pero el conflicto no ha terminados y la intención de patentar una nueva generación de tecnologías Terminator con el mismo objetivo -el control final de los genes y su inviabilidad como semilla- sigue vigente y se refleja en más de veinte nuevas patentes, de las cuales siete fueron registradas en el Departamento de Agricultura de los EE.UU. durante 1999 (4).

  Argentina -segundo productor mundial y en superficie ocupada con cultivos transgénicos- ha tenido fallas en cuanto a un control eficiente del circuito comercial de las semillas. Una primera estrategia comercial fue reducir el fee tecnológico (que en los EE.UU. es de unos 13 dólares por hectárea de soja sembrada) y el precio del glifosato -el herbicida asociado al paquete tecnológico especialmente de la siembra directa- a un tercio que en el país del norte, permitiendo al productor una reducción importante de costos en su sistema de control de malezas (5). Pero esta línea no podrá sostenerse en el tiempo y el desarrollo tecnológico se esta viendo frenado por la acción de productores que guardan semillas, o por la circulación de semillas no fiscalizadas en forma de bolsa blanca (ilegal o sin identificar) Agobiado por la situación fiscal e impositiva insostenible, la caída de la rentabilidad, el deterioro de los precios de los commodities y una trama crediticia que no lo ayuda a salir del planteo convencional, el productor toma a mano cualquier alternativa -como guardar semilla para la campaña siguiente- que le permite disminuir los costos. Esa reserva es a veces excesiva y favorece un mercado paralelo de semilla no fiscalizada. Actitud que en lugar de favorecer la diversidad de opciones -en este caso entre OGMs y no OGMs- fomenta por vía paralela la concentración de un sólo tipo de producto y condiciona aún más a la Argentina como monoproductor de transgénicos.

  No será entonces extraño que a falta de reglamentaciones efectivas sobre patentes y una legislación estricta sobre condiciones de bioseguridad se intente persuadir a los gobiernos de nuestros países de acertar nuevas tecnologías de transferencia, control y expresión de genes (la tecnología Terminator), que permitan colocar nuevos productos de compra forzada.

  Inducir a nuestras autoridades en este sentido, en la presunción de que se estaría manejando una tecnología segura y se permitiría fomentar los procesos de investigación y desarrollo, especialmente de la esfera privada, es someter la seguridad alimentaria nacional a un riesgo incalculable.

  Argumentar que todos los aspectos científicos sobre la biotecnología están controlados es un riesgo al que no debe exponerse ningún país (ver J. Testart, Pág. 13). "La biotecnología, en su versión mas dura, consiste en la introducción de material genético de una especie en la otra, utilizando los métodos del ADN recombinante. El ámbito de aplicación, éxito o fracaso, acaba aquí. No corresponde al biotecnólogo evaluar otros posibles factores o consecuencias de los organismos o los productos por él fabricados. No puede hacerlo, porque no entra en su ámbito de competencia, o de objetivos. No se le puede pedir, por ejemplo, que se responsabilice, científicamente, de las consecuencias medioambientales de los productos que ha fabricado, simplemente porque carece de las premisas científicas que le pueden llevar a tales conclusiones. Y por la misma razón que no se le pueden llevar a tales conclusiones. Y por la misma razón que no se le puede pedir responsabilidad científica fuera de su ámbito del laboratorio, tampoco puede emitir una opinión científicamente autorizada (es decir, una conclusión) sobre la aparente inocuidad de las incidencias medioambientales de los productos biotecnológicos" (6).

  Terminar con Terminator

  Una discusión amplia en el ámbito nacional y supranacional sobre los riesgos de estos sistemas de expresión y control biogenético en la agricultura podría conducir a recomendaciones sobre la eliminación definitiva de la tecnología Terminator y de cualquier alternativa que se suponga reemplazarla. La búsqueda de opciones más inteligentes y de menor riesgo para los actores más desprotegidos y para el ambiente, que además aseguren a las empresas el retorno adecuado por sus patentes y a los agricultores pobres el desarrollo en su propio marco y criterio, debería surgir de esa discusión. También, por ejemplo, un sistema dual de patentes, en el cual a paises ricos o a productores ricos de países pobres se les exija el pago correspondiente, mientras a los países o agricultores pobres se les permuta la libre utilización y disposición de la semilla (7). O el pago a las compañías de una retribución, a la manera de un fee, por su tarea in situ preservando la biodiversidad y rescatando y manteniendo las variedades locales.

  Todo esto debería comenzar a tenerse en cuenta en un mundo que, aún en las previsiones más optimistas de FAO para los próximos 50 años, seguirá albergando a millones de personas que padecerán hambre y desnutrición crónica, incluso considerando la aplicación de estas nuevas alternativas biotecnológicas.

  (1) Morello J. y S. Matteucci. "Ambiente y Territorio. La Argentina agredida". Realidad Económica, Nº 169. IADE. Buenos Aires. 2-00.

  (2) Steinbucher. R. y P. Mooney. "Tecnología Terminator. Una amenaza para la seguridad alimentaria mundial". The Ecologist. Vol. 28, Nº 5, sep/oct 1998. Vesión española, Madrid, mayo 1999.
  (3) RAFI. Tecnologías Traitor: Nuevas implicaciones de Terminator. En RAFI: www.rafi.org.

  (4) Patentes Nº 5,925,808; 5,977,441; 5,880,333: 5,859,341; 5,859,328; WO 9907211; y WO 9911807.

  (5) Pengue, W.A. "Commercial release of transgenic crops in Argentine. The case of RR soybean and Bt corn". Conferencia Sustainable Agriculture in the New Millennium. The impact on biotechnology on developing countries. Bruselas, mayo 2000.

  (6) Moya, A. en Riechmann et al. "Argumentos recombinantes. Sobre cultivos y alimentos transgénicos". CC.OO. Fundación 1º de Mayo. Madrid, 1999.
  (7) Gillis J. "A gift from Monsanto: genetically altered rice". International Herald Tribune, 5/6-8-00.


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